Camino entre la gente, el murmullo de todos hace ver más colorido el panorama. Hay infinidad de puestos vendiendo tantas cosas llamativas que la tentación por detenerme a admirarlas con más precisión era descomunal. Sin embargo y para mi suerte, su mano tira de la mía, pidiendo más velocidad.
— Philip, quisiera comprar algunos souvenirs para mi familia —suelto en tono de reclamo.
— Amor, no hay mucho tiempo, si te hubieses levantado a la hora establecida me detendría con gusto, pero ese tren va a salir en tres minutos exactamente.
Sonrío al verlo tan ansioso.
Si fuese posible enmarcaría los boletos para el concierto de Coldplay. Lo conozco.
— Quedamos hasta atrás, Philip. ¿Qué vamos a ver además de muchas cabezas?
Su risa se escucha por encima del bullicio.
— Para eso hay pantallas, Yv.
Ruedo los ojos y sólo aprieto su mano. El concierto sería dentro de dos semanas y la insistencia de Philip por estar en Londres era imparable. Le dije que aún había más cosas por ver en Exeter, pero él argumentó que la principal joya de todo el tesoro era Londres. Era nuestro objetivo, visitamos las ciudades del Reino Unido por población, desde las más pequeñas hasta las más pobladas, pero no me había preparado lo suficiente para enfrentar el máximo reto.
Tanto Crawley, Saint Helens, Oldham, Colchester y Blackburn habían sido excepcionales, magníficos lugares que no sobrepasaban los cien mil habitantes y juntos habíamos acordado en visitar cada una de las ciudades que la lista recitaba. Claramente saltarnos súbitamente los sobrantes me disgustaba. Sin embargo, aquellos boletos no estarían en nuestras manos de no ser por nuestro esfuerzo y anhelo de ver a una de las bandas que más escuchábamos. No estaba en mis predilectas, pero ver cómo Philip saltaba emocionado me hacía olvidar todo, sabía que quería esto, ambos estábamos lejos de nuestro hogar y no podíamos estar más felices por todo lo que hemos vivido.
Cruzamos unas puertas y el bullicio que incluía regateos por artículos domesticos era sustituido por una voz gruesa que anunciaba la llegada de nuestro tren.
— Te prometo que el día siguiente estará completamente dedicado a buscar los mejores souvenirs.
— ¿Promesa de meñique? —lo provoco, sólo quería molestarlo un poco por sacarme de la cama a las 6:00 A.M.
— ¿Hay alguna otra forma de prometer? —dice está vez a mi lado, toma mi mano y la lleva hasta sus labios— Lo prometo.
Suelto un suspiro entrecortado que lo hace sonreír.
— Eres un idiota —digo soltando su mano y ganando su risa triunfante.
— Te encanta que haga eso. Reaccionas igual que la primera vez.
— Hay que entrar ya —desvío el tema y camino hasta la puerta del tren.
Su mano agarra mi codo y me gira nuevamente a él, toma mi cintura, me mira con esos ojos azules que amo y entonces sus labios tocan los míos. Sonrió en medio del acto y mi mano toca su mejilla con suavidad.
— Gracias por ser quien está a mi lado, Edine —susurra con su aliento tibio, con sabor a menta y su cabello soltando un rico aroma a manzana.
Niego lentamente, nuestras narices rozándose.
— Te amo.
Sus pupilas se dilatan y mi sonrisa se ensancha. Su agarre me acerca más, mi corazón late desembocado y todo se ha detenido. El movimiento y el sonido desaparecen, dejándonos solos con nuestras intensas miradas que se dicen todo lo que nuestras voces jamás podrán.
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Shy
Fiksi Penggemar[ SIN EDITAR ] ¿Qué sucede cuándo un célebre cantante y una joven quebrantada se cautivan con la simple presencia del otro? Honoré de Balzac dijo alguna vez; «Puede uno amar sin ser feliz, puede uno ser feliz sin amar... Pero amar y ser feliz es al...