Capítulo 83: ¿Por quién late un corazón?

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Junio.

Manejo por la fría autopista con la vista fija al frente. La radio suena suavemente de fondo y mis manos aprietan el volante cuando veo el letrero que da la bienvenida a Holmes Chapel.

Mi pulso se acelera.

Debía asistir a una reunión con algunos ejecutivos para organizar ciertos asuntos pendientes, pero ante la decisión de no hacerla en el edificio central de Londres todos estaban trasladándose hasta el nuevo punto de encuentro. Y para eso se debía atravesar Holmes Chapel. Tal detalle me hizo vacilar toda la noche. Quería enviar un mensaje diciendo que estaba indispuesta pero sabía que eso era muy poco profesional. No quería manchar mi reputación así que salí de casa sin más.

Pero entre más me adentraba en el pequeño pueblo mi vista se empañaba y mi agarre temblaba. Quería bloquear mi mente, pero al tratarse de Robin me era casi imposible.

Era difícil.

Hace unos días, la noticia acerca que él había fallecido me había golpeado fríamente. Louis lo confirmó y eso fue suficiente para que mi corazón se encogiera.

«Él se veía bien hace poco tiempo»

De hecho, la última vez que lo vi compartimos algunos chistes. Fue un encuentro rápido en el supermercado que bastó para darme cuenta que él no tenía ningún tipo de resentimiento conmigo. Eso me hizo sentir bien y acordamos saludarnos si nos volvíamos a topar.

Pero ese aparente día no iba llegar. Y me entristecía más de lo que esperaba.

Con urgencia me estaciono a un lado del camino. Tomo una gran respiración y me enfoco en mantenerme tranquila mientras muerdo mi labio inferior.

Aquella reunión era importante y debía estar con diez minutos de anticipo, pero eso no era impedimento para cambiar los planes. No dejé que lo fuera. Porque había algo que entendía muy bien y es que la muerte de un ser querido puede consumirte demasiado si se le da la oportunidad.

Así que, luego de diez minutos, me encontraba frente a la casa de Anne Twist. Durante todos estos años era la segunda vez que venía aquí, y ambas ocasiones eran opacadas con sentimientos vulnerables.

Tomé mi abrigo de los asientos de atrás y salí del auto. En estos momentos agradecí que Scott tuvo la paciencia para enseñarme a conducir y después acompañarme al examen. Él era un chico inmensamente lindo, agradable y se había convertido en un gran amigo en poco tiempo. A pesar de conocerlo en una fiesta él comprendió mi reacción desconfiada y me dio tiempo, fuimos con calma y actualmente era alguien importante en mi vida. La pasábamos increíble juntos, salíamos varias veces a la semana y se podía decir que debido a él conocí nuevas cosas de la vida.

Sin embargo y con algo de pena, no sabía cómo definir nuestra relación. Él me había dicho hace unas semanas que le gustaba, y debo admitir que el sentimiento era mutuo. Hemos tenido citas y nos hemos besado una vez, pero aquello fue un accidente vergonzoso que decidí pasar por alto. Algunas veces se ha quedado a dormir en mi espacio y yo en el suyo.

Pero no éramos una pareja.

No quería nada con él. Tan solo trataba de ser amable pero Scott es de esas personas que se deslizan en tu vida y, sorpresivamente, las reparan sin pedir mucho. Lo apreciaba, pero ambos sabíamos que la probabilidad de una relación estaba algo lejana. Además de que yo no quería volver a intentarlo, no por un tiempo. Había quedado claro que las relaciones no funcionaban conmigo.

O eso pienso.

Sacudo mi cabeza un poco para aclarar mi mente y después de poner alarma al auto comencé a caminar hasta la puerta de la acogedora casa.

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