Capítulo 47: Invadida.

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Había quedado en casa de los Styles unas horas más antes de irme, Anne se había sorprendido al verme abrazada a su hijo mientras este besaba mi sien y cuándo me separé de él de un brinco ambos rieron viéndome con gracia, provocando que mis mejillas se pusieran coloradas.

Había tratado de excusarme en el momento en que ella dijo que prepararía la cena, pero Harry dijo que su madre no le gustaría la idea de que yo rechazara su comida por algo de un restaurante de comida rápida, sería prácticamente un insulto, dijo él.

Así que los tres comimos en medio de una fluida conversación. Robin apareció diez minutos después y sus ojos se abrieron con tal sorpresa al verme sentada junto a Harry que no pude evitar soltar una risa incómoda mientras me ponía de pie para saludarlo.

"Eres tan linda cómo Harry dijo" Fueron sus honestas y cariñosas palabras que lograron ganarse mi confianza. Entonces, los cuatro continuamos comiendo cuándo Anne le sirvió su porción y habló acerca de la inolvidable audición de Harry, recalcando lo nerviosos que estaban ya que él había tenido un ataque de pánico antes de salir de casa, diciendo que había soñado que estaba calvo y los jueces lo descalificaban por eso.

"Una injusticia, si lo analizamos" dijo Harry.

Reímos, bebimos y compartimos varias anécdotas que jamás hubiese imaginado escuchar y contar. Pero la familia de Harry portaba algo que él definitivamente adoptó; un carisma fresco y una energía espontánea que hacia que la confianza se arraigara sin mucha dificultad.

Tomamos té al finalizar y Anne me dijo que prepararía la habitación de huéspedes para mí, pero con algo de pena le dije que esté era mi último día en Holmes Chapel, que mi propósito estaba cumplido y que necesitaba arreglar unos asuntos en Londres con urgencia. Ella se lamentó, confesando que su hijo les había comentado algunas cosas sobre una chica escocesa que les había dejado intrigados ya que, aunque él se muestre totalmente confiado y sociable con los demás, la verdad era que con su familia era bastante reservado en sus asuntos. Siendo de esa forma para evitar ponerles una carga innecesaria de preocupaciones en sus vidas que no estaban ambientadas a la suya. Así que se asombraron cuándo le pidieron explicaciones acerca de las fotos —tomadas cuando derramé mí café— y él se las dio sin pensarlo minuciosamente.

Algo se removió en mí cuando escuché eso. Sin embargo, aquel regocijo no duró mucho cuando escuché de sus labios el nombre Kendall Jenner. Quien, al parecer, era lo suficientemente apegada a ellos, ya qué cuándo me mostró algunas fotos en su celular apareció una que se robó la mayor parte de mi atención; era Harry sonriendo a la cámara mientras ella escondía su rostro en su cabello.

En ese momento mi pecho se estrujó y tuve que fingir una sonrisa ya que ella parecía muy orgullosa y feliz al relatarme la historia, a la que no le brindé mucho interés, apenadamente.

Un rato después, Harry y yo salimos de la calidez de la casa para adentrarnos a los fríos vientos de diciembre e ir hasta el hotel en el que me hospedé para recoger mi maleta. Para después dirigirnos hasta la estación de trenes y despedirnos renuentemente con un fuerte abrazo y un pausado beso.

No pude evitar pensar que era una especie de escena digna de películas antiguas. Así cómo no pude evitar sentir un pequeño remordimiento al decir adiós a través de la ventana mientras el tren comenzaba a moverse y él daba grandes pasos para no perder el contacto visual. Cuando la acera llegó a su límite se detuvo en el borde sin dejar de agitar su mano y sonreírme, dejando en claro que nos volveríamos a ver en unos días.

Así que ahora, sentada en un frío asiento y viendo los árboles desfilar volvía a mi casa en Marylebone, teniendo muchas cosas que poner en orden. Pero, siendo sincera, una pequeña espina se había incrustado en mi mente al cuestionarme acerca de la relación que Harry y Kendall tienen.

ShyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora