Los grandes edificios, tiendas, establecimientos y amplias calles hacían de este lugar un fantástico panorama para una hermosa postal.
La ventanilla del taxi está abierta y el aire mueve su cabello para dejar al descubierto aquel rostro gentil y suave. Me río cuándo unas delgadas hebras entraron en sus ojos y él se quejó.
— ¿Ya casi llegamos? —pregunta mientras se talla los ojos con el dorso de su mano.
— ¿Cómo voy a saberlo?
— ¿Has escuchado hablar de Google Maps? Algunos dicen que es muy útil en este tipo de circunstancias —el sarcasmo, como un rasgo distintivo de Philip, ya era una costumbre en mí.
— Tengo menos de la mitad de batería. ¿Por qué no usas el tuyo?
Hace una mueca y se recuesta en el asiento: — Lo dejé cargando.
Le reclamo con la mirada y se encoge en su lugar.
— Hamish —recrimino entre dientes.
— Edine —me mira alarmado y se incorpora para poner una de sus manos en mis labios— No menciones ese nombre.
Ruedo los ojos y retiro su mano.
— No es tan malo.
— Lo es —lo miro confundida, su comportamiento paso de ser el habitual a uno huraño, rígido y tosco— Conoces la razón.
Suspiro, su padre se llamaba así y aunque Philip lo quería y respetaba como una de las figuras más admirables, también llegaba a odiarlo y decirle que era una de las peores personas que pudo pisar este planeta al dejar a su familia, al romperla, al pedirle el divorcio a su conmocionada madre para irse con una mujer que conoció precisamente aquí, en Londres. Una relación de amor-odio que existe desde que Philip tenía quince años, lastimosamente, jamás llegué a conocerlo.
— Lo siento, Philip —murmuro tomando su mano y lo escucho suspirar pesadamente.
— No tienes la culpa —dice aún sin verme, pero aprieta mi mano con delicadeza y segundos después su pulgar acariciaba mi dorso— Yo sólo... Sólo quiero que disfrutemos este viaje.
— ¿No lo hemos hecho? —digo con una sonrisa pícara y él sonríe enormemente.
— Si, sobre todo cuándo es imposible controlarte en la habit-
Pellizco su mano al sentir la mirada del conductor a través del espejo retrovisor y remojo mis labios. Philip se da cuenta de esto y los queda mirando fijamente, provocando que mis mejillas se coloreen.
— Definitivamente adoro esa faceta tuya.
— Sucedió solamente una vez.
Se ríe llevando su cabeza hacia atrás y niega mirándome con ese brillo.
— El que presenció todo en ese momento fui yo, y debo decir que el día de hoy solo beberás un rico refresco.
— Ah, ¿sí? —me acerco a él, haciendo que sus ojos me miren con provocación, una sonrisa satisfecha se asoma por mis labios y dejo un beso marcado en su mejilla— Yo creo que no.
— Llegamos —anuncia el señor justo cuando aparca el taxi un tanto alejado del luminoso y ruidoso lugar.
A penas son las 7:07 P.M.
Abrimos las puertas y bajamos, Philip entrega el dinero rápidamente para no tener oportunidad de refutar como típicamente solíamos hacer y agradecer para encaminarnos hasta el club nocturno.
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Shy
Fanfic[ SIN EDITAR ] ¿Qué sucede cuándo un célebre cantante y una joven quebrantada se cautivan con la simple presencia del otro? Honoré de Balzac dijo alguna vez; «Puede uno amar sin ser feliz, puede uno ser feliz sin amar... Pero amar y ser feliz es al...