Capítulo 61: Enfrentarlo juntos.

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Nos había costado salir de cama al día siguiente debido a que tuvimos que madrugar y tan sólo habíamos dormido cuatro horas. Tomamos un baño y rápidamente nos dirigimos hasta el aeropuerto para llegar a tiempo hasta el hospital Los Robles, en Thousand Oaks, dónde Louis y su familia ya estaba lista para recibir al bebé. Sin embargo, él ya llevaba varias semanas en Los Ángeles, y aunque la razón principal era el bebé, también estaba con su nueva novia Danielle Campbell.

Ante la noticia de que Louis estaba en medio de una relación con una hermosa actriz castaña me tomaron por sorpresa, habían muchas cosas de las que todavía estoy enterándome gracias a Harry, quien ha estado pensativo durante todo el camino en el taxi, y me parece ligeramente extraño. En el vuelo dormimos un poco en los brazos del otro y escuchamos un poco de la música que él guardaba en su celular, pero en el momento en que el avión tocó tierra su ánimo cambió y no estoy segura del porqué. Decidí no tocar el tema, quizá algo relacionado con su itinerario tenía algún tipo de complicación y necesitaba un poco de espacio.

Nuestras manos iban entrelazadas y mis dedos jugaban distraídamente con el anillo de rosa en su dedo anular, girándolo y moviéndolo de arriba hacia abajo.

El taxi se detuvo entonces y ambos bajamos después de pagarle, el estacionamiento estaba casi vacío al ser temprano y cuando entramos en el moderno hospital el silencio reinó hasta en la más remota partícula de polvo. Había enfermeras y doctores caminado de aquí para allá con café en las manos pero no emitían ningún ruido, sus pisadas eran amortiguadas por su calzado especial y los teléfonos sonaban suavemente sobre los escritorios, los altavoces llamaban al personal de vez en cuando con un tono equilibrado y los murmullos de las visitas eran retenidas por las paredes reforzadas con una lámina delgada de cedro. Todo era tan... Profesional y elegante.

Le doy una mirada a Harry y él entiende exactamente qué es lo que pienso ya que niega con incredulidad y caminamos hasta dónde los letreros indican que se encuentra la sala de espera. Giramos en una esquina y entonces todos guardan silencio en cuanto notan nuestra presencia.

— Edine... ¡llegaste! —dice Lottie asombrada y su familia sonríe ampliamente al escuchar mi nombre, lo que provoca una gran sonrisa en mis labios— Hola, hola, hola, ¿Cómo estás? —canturrea y se acerca para darme un abrazo fuerte.

— Bien, muy bien, ¿Qué tal todos? Estoy muy feliz de estar aquí, estamos —corrijo y Harry sonríe leve, saluda a Lottie con un escabroso abrazo y las gemelas se acercan a saludarlo después con emoción.

Mi ceño se frunce leve, pero Lottie rápidamente me distrae.

— Ansiosos, nerviosos y cansados, viajar desde Doncaster nunca es rápido pero no nos perderíamos de esto —asiento a sus palabras y ella parece reaccionar— Oh, Louis está dentro del quirófano, él quería presentarte a todos pero tenía que ponerse ese traje raro para poder estar ahí.

Reímos por unos segundos y entonces su madre, Johanna, una bella mujer castaña con ojos idénticos a los de su hijo se puso frente a mí y me saludo alegremente. Me dijo que todos estaban esperando conocerme ya que Louis les había hablado de mí cada vez que tenía oportunidad y ellos supieron rápidamente que nuestra amistad era verdadera y no otra estrategia por parte de su management, por lo que, replicando sus palabras, me tenían un cierto tipo de aprecio y eso era un privilegio para mí.

Me presentó ante todos y tuve la oportunidad de conocer a los hermanos más pequeños de la familia; Ernest y Doris. Dos adorables bebés que rondaban el año y medio y presumían de un cabello rubio y pelirrojo, respectivamente. Hablé también con su esposo, Dan Deakin, y pude ver mucho de Louis en él.

En este instante, con un café humeante en mano y esperando por noticias, Harry se acerca a mí y me da la mitad de una galleta que compró en una máquina expendedora. La acepto con una sonrisa y él toma de su té de hierbabuena. Estoy por preguntarle si todo está en orden ya que, a pesar de ser muy amable al platicar brevemente con todos en la sala, podía percibir que aún parecía algo distante. En varias ocasiones él veía atentamente su celular y escribía con impaciencia, pero lo ocultaba muy bien. Nadie más parecía notar que él estaba intranquilo, y si no lo conociera también lo ignoraría.

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