Capítulo 56: Hoy, mañana y siempre.

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Me remuevo incómoda y suelto quejidos en el proceso. Siento mi cuerpo bajo varias mantas y una suave almohada debajo de mi cabeza.

Abro los ojos lentamente y el cansancio se encarga de cerrarlos nuevamente, repito el mismo ciclo hasta que logro tenerlos abiertos y el techo de madera oscura abarca mi panorama. Tomo una respiración profunda y llevo una de mis manos a mis ojos para tallarlos, pero detengo mis acciones cuándo me percato que hay vendaje cubriéndola, acerco mi otra mano y el resultado es el mismo.

Me siento en la mullida cama y veo a mí alrededor, percatándome de varios objetos que se me hacían conocidos y provocaban nostalgia en mi pecho.

Una sonrisa floja estira mis labios; esta es mi habitación.

Las cortinas y la alfombra habían cambiado por un estilo más elegante y ligeramente oscuro, mis posters de Coldplay seguían pegados a la pared al igual que varias fotografías con mis padres, familia y viejos amigos.

Observo el lugar dónde recordaba que había una fotografía de Philip y yo, pero el espacio ahora mostraba un cuadro de flores. Asumo rápidamente que el altercado que él tuvo con mis padres no salió nada bien, orillándolos a la decisión de quitar de mi habitación cualquier cosa relacionada con el chico.

Y no estoy segura si eso me agrada o no. Philip se había mostrado tan amable desde nuestro reencuentro, pero no sé qué posición debo tomar ante él.

Remuevo las mantas de mi cuerpo y siento en la palma de mis pies la textura de la alfombra. Siento que mi rodilla también está vendada y no paso desaparecido el hecho de que ya no tengo la misma ropa. Con cuidado me pongo de pie y me calzo unos zapatos bajos para caminar alrededor y apreciar más de cerca cada objeto.

Mi mirada cae en mi querido y viejo tocadiscos, a su lado seguían estando mis discos de vinilo favoritos y que no me cansaba de reproducir cien veces. También había frascos de perfume vacíos, pues tenía una obsesión con ellos y las formas tan peculiares que tenían, creía que todos contaban una historia y dependiendo del aroma se le agregaban más detalles. Eran cuautivadores desde mi antigua perspectiva, ahora simplemente los veo extraños.

La persona que adornó está habitación es desconocida para mí. Estoy segura que sí pusieran a la Edine del pasado y a la Edine de ahora ambas se sentirían incómodas ya que no habría mucho de qué hablar al ser tan diferentes.

Había cambiado y seguramente ellos también. Nadie permanece igual... Nunca.

Un suave aroma a canela llega de repente, me giro hacia la puerta y la abro sin hacer ruido, el aroma se intensifica y lo disfruto gratamente.

No sabía qué día era, qué hora era o quien estaba en la planta baja. Sólo sabía que ese hueco en mi estómago provocado por el miedo y el dolor estaba casi desvanecido.

Y me sentía muy bien.

Aprieto los labios cuando salgo por completo de la habitación y desciendo con calma las escaleras. Escucho murmullos a lo lejos y la mantequilla derretirse en un sartén. Paso saliva cuándo veo la sala y la chimenea está encendida, hay un gran pino en una esquina sólo aguardando a que sea vestido para navidad y se robe la noche. Varios foquitos dorados adornan las ventanas y los marcos de las puertas, veo el comedor con un magnífico candelabro en el centro y en un mueble de roble hay fotografías de nosotros tres.

Sonrió con el corazón derretido. Tanto tiempo dudé regresar porque pensé que ellos ya no me querían o aceptarían, que me habrían borrado de sus vidas para comenzar de nuevo, cuando la verdad era completamente diferente.

— Oh, te has despertado antes, pensaba llevarte el desayuno a la cama —escucho la grave, pero suave voz de mi padre. Me giro a verlo y está sosteniendo una taza de café.

ShyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora