Capítulo 78: Lo que dejamos atrás.

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El aire es expulsado de sus pulmones después de haber sido retenido durante todo el trayecto. Los nervios estaban a flor de piel y cada tres segundos se cuestionaba severamente. Pero ya era hora; la cabina telefónica estaba frente a ella.

Ciertamente la mítica despedida a su mejor amiga y consejera April le brindó paz, decir adiós resulta complicado, pero desde ese momento los días comenzaron a ser más claros para ella. Ya no sentía ese monumental peso sobre sus hombros, ya no sentía esa inmensa congoja, ya no sentía tristeza... Pero la melancolía iba a persistir por un tiempo y, sinceramente, aquello no se veía como un problema. Los seres humanos comúnmente tienden a recordar los tiempos que consideran felices, esos recuerdos le dan significado a la vida; la volvían mejor, menos gris y monótona.

Y eso comenzaba a notarse en su actitud. Edine pasaba más tiempo con su familia, esa sonrisa característica se dejaba mostrar con más seguridad y frecuencia, esos ojos pardos finalmente habían desvanecido las ojeras con el destello de querer seguir avanzando.

Nuevamente, Edine Mórozov había atravesado el pasado con valentía. Y su madre quiso que eso quedará en su mente por largo rato, así que le ofreció un cambio para simbolizarlo y ella, casi derramando emoción, aceptó. Ahora su cabello era más corto, enmarcado su rostro, su mirada fuerte y su espíritu inquebrantable. Cualquiera que posara su atención en ella podía darse cuenta que era una mujer con bastante historia, experiencia y perseverancia. Todos podían ver qué el miedo ya no estaba en su vocabulario, que el darse por vencida no era una opción. Qué, en definitiva, estaba haciendo grandes cambios a su vida.

Y era admirable. Ahora Tobermory la tenía considerada como una leyenda, como un ejemplo de que todos pueden vencer esos fantasmas y temores del pasado si se deciden a hacerlo.

Y para hacerle honor a la valentía que reconocen; se encontraba a punto de llamar a la persona que considera su mejor amigo. Habían pasado unos meses, pero era este momento el que consideraba adecuado, no antes ni después; ahora. Ciertamente el hablar en medio de un lugar que es transitando por muchas personas resulta algo incómodo, pero ella había tomado la precaución de llegar más temprano, una hora dónde los propietarios de las tiendas a la redonda todavía comenzaban a abrir sus puertas. Y es que en Derby era esencial comenzar con las actividades lo más pronto posible para los turistas venideros, por lo tanto las 5:15 a.m. era la única hora de hacerlo con calma y sin mucho ajetreo.

Con una respiración profunda sacó su celular, después tomo el teléfono público y comenzó a marcar el número de Tomlinson tal como la pantalla se lo dictaba. Claramente hubiese sido más fácil llamarle desde su propio celular, pero la señal era cuestionable y solo las cabinas telefónicas disponían de cierto privilegio y mínimos riesgos a qué alguna interferencia apareciera.

Así que espero a que los tonos comenzaran y rogaba que él tuviese el celular a la mano o que por lo menos ya estuviera despierto.

En cuanto la llamada fue aceptada después de pesados segundos sus hombros se tensaron notablemente.

¿Quién es? —dijo una voz aletargada pero sin perder seriedad. Era entendible, el número no estaba registrado en sus contactos pero si la llamada había llegado hasta él era porque alguien le conocía.

Apretando su mano libre, ella habló: — Hola, Louis. Soy Edine.

Cuatro simples palabras que le habían arrebatado todo el aire y se añadía el detalle de una voz temblorosa.

Del otro lado, Louis se encontraba durmiendo en el sofá de su sala y sostenía el celular con fuerza tratando de ahuyentar todo rastro de sueño para comprender que es lo que estaba sucediendo.

Ella esperó intranquila, su pie izquierdo tamborileaba el suelo y mordía su labio inferior de vez en cuando. Había mucho de qué preocuparse, había tantas cosas.

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