Capítulo 43: Es tarde.

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Bea me observa con atención mientras la taza de porcelana acaricia sus labios y Corinne se concentra en devorar su postre.

— Así que Styles no está portándose bien —dice finalmente, pero su voz no contiene la firmeza que esperaba. Lo decía con vacilación.

Aprieto los labios y llevo un pedazo de comida hasta mi boca y asiento mientras veo mi plato.

— No dije eso exactamente.

— Harry está Los Ángeles, un lugar donde docenas de chicas, que bien podrían ser modelos, se pasean por las calles —dice Corinne saboreando sus dedos— Es una tentación grande que pocos pueden controlar.

— Ha estado miles de veces en ese lugar y no es la clase de persona que se deja llevar con la primera provocación que se pone enfrente —da un sorbo a su café— Lo ha controlado bien y dudo que ahora esté sufriendo complicaciones.

Tomo una larga respiración y conecto mis ojos con los suyos: — Sé que Harry no es así —digo en un murmuro débil.

— ¿Confías en él, cierto?

— Sí —digo sin pensarlo.

Entonces escucho como Corinne deja caer su tenedor sobre el plato, creando un chasquido y ganándose nuestra atención.

— Tú nos citaste aquí —me señala— ¿Solo porque escuchaste a una chica reír en el fondo? No me trago esa tontería, siento que no nos has dicho todo y dudo que tengas el Síndrome de Otelo.

Frunzo mi ceño mientras tengo la mirada de Bea escudriñando cada pulgada de mi rostro.

— Para poder ayudar necesitamos toda la información —dice con calma.

— Me verán como una tonta —niego.

— Habla.

— Yo estaba... —tomo aire— Sólo estaba viendo un programa de celebridades.

Ambas chicas resoplaron viendo al cielo y negaron con desaprobación.

— ¿Por qué? —dice Bea completamente confundida.

— N-no lo sé, estaba a punto de apagar el televisor, pero... —miro mi plato apenada— Harry apareció.

— Y entonces creíste todo lo que ellos habían dicho.

— Ahora sé quién es Kendall Jenner —me encojo de hombros, de pronto ya no tenía apetito.

— Cómo todo el mundo, Edine. Kendall ha estado en televisión toda su vida.

Las miro seria antes de hacer mi pregunta: — ¿Hace cuánto tiempo se conocen?

Ahora, ambas intercambian miradas.

— Uhm... Bueno, quizá unos años —confiesa Corinne mientras se rasca un brazo.

Hago una mueca.

— Mostraron unas fotos... —comienzo a decir desganada.

— Oh, no —se apresura a decir Bea— No caigas en eso. Mejor tranquilízate, piensa bien las cosas y razona; Harry verdaderamente disfruta estar contigo antes que una modelo que raramente se cruza en su camino.

— Está idiota por ti —Suelta Corinne.

Sonrío leve y la mano de Bea se posa en mi brazo para darme un poco de ánimo.

— Solo deja de imaginar escenarios estúpidos.

— ¿A qué te refieres? —pregunto.

— A qué, sin qué ustedes lo hayan platicado; hay cierta exclusividad —me guiña un ojo y luego alza su mano para pedir la cuenta.

Y aunque me dolía mucho admitirlo, yo no lo creía así, no del todo.

●●●

Había vuelto a casa luego de pasar un rato más junto a ellas antes de excusarme y seguir con mi camino. Necesitaba hablar con Harry, tenía que hacerlo después de haberlo ignorado por días.

Mi celular tenía una cantidad considerable de mensajes de texto y llamadas perdidas, lo que me hacía sentir estúpidamente culpable y avergonzada. Había actuado inmaduramente y dejé que mi juicio se nublara por mis emociones.

Tomé asiento en mi cama y observé el celular en mis manos, poco a poco fui leyendo los mensajes y algo se revolvía en mi estómago al saber que esa no fue la solución a un problema.

[07:02 a.m.] Harry: Estoy preocupado, ¿Ha sucedido algo?

[10:20 a.m.] Harry: ¿Estás bien? ¿Por qué no respondes?

[03:18 p.m.] Harry: ¿Podrías, por lo menos, responder una llamada?

Y había muchos mensajes preguntando sobre mi repentino desaparecimiento. Me dejé caer en la cama y me quedé viendo el techo por unos minutos.

Sin pensarlo dos veces volví a tomar el celular y marqué a su número. Cuatro tonos se abrieron paso y cuándo escuché que aceptaban la llamada abrí la boca para comenzar a decir algo, pero abruptamente, la línea fue cortada de la nada. Despegué el celular y lo miré tratando de descartar el que haya oprimido un botón, pero nada parecía fuera del lugar.

«Quizá sí necesitaba cambiar de celular»

Mordiendo mi labio inferior volví a teclear su nombre y marqué. Me senté en la cama y observé la alfombra expectante.

Esta vez, dos tonos sonaron y luego la operadora se abrió paso, notificando la falta de señal del otro usuario. Incliné mi cabeza, tratando de entender y me decidí por enviarle un mensaje.

[06:36 p.m.]: Hey.

Oprimo la tecla para enviarlo y entonces me pongo de pie para darme un baño rápido. Voy hasta el armario y saco una desgastada playera celeste junto con unos pantalones deportivos. Entro al baño y mi reflejo me recibe, observo cada parte y suelto una risa al ver que mi cabello había estado mal peinado todo el día.

Dejo la ropa en el pequeño banco de madera y me acerco completamente al espejo para desenredar mi cabello y limpiar el suave labial que me había aplicado. Luego me dirijo hasta la regadera y justo cuando abro la llave escucho un tintineo proveniente de mi habitación. Una expresión de sorpresa se dibuja en mi rostro y salgo corriendo para acercarme a la cama, tomar el aparato y ver el mensaje recién recibido.

Es entonces cuando me percato de que el remitente no está registrado y me atrevo a deducir que tal vez Harry había tenido algunos problemas con su número.

Abro el mensaje, pero en un soplido la pequeña sonrisa emocionada se desvaneció.

Tan solo al leer esas simples y sencillas palabras. A partir de ahí, lo único que recuerdo fue sentir mis piernas débiles y estar sentada al lado de la cama viendo hacía la ventana.

Un jadeo sale de mis labios y pienso en él.

Doy otra mirada al mensaje y entonces mis manos comienzan a temblar. Me encuentro en el mismo estado de hace unos meses; débil, asustada, confundida.

[06:43 p.m.]: Es tarde, Edine. Merecía saber quién eres en realidad.

ShyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora