Capítulo 32: Adiós, Derby.

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Una manzana de tamaño mediano vuela por los aires y me muevo un poco para que aterrice en la canasta.

— ¡Dos puntos más para mí! —exclama Lydia con entusiasmo, encima de la escalera y cubierta por el follaje del árbol.

Sonrío a medias y vuelvo a mi asiento con un ánimo neutral y los hombros caídos.

Habían pasado casi tres días desde la llamada y, luego de dejar muy claro que no quería que nadie me viera con lástima y me compadeciera, había vuelto a la normalidad.

Sí es que podía llamarla así ya que la mayor parte del tiempo mi mente me mostraba momento preciados en compañía de mis padres y lágrimas pequeñas salían de mis ojos, las cuales eran borradas por la manga de mi suéter o mis propias manos para no elevar la preocupación.

La familia Grant me había acogido con la más alta calidez y cariño, podía ver que ellos trataban de hablar sobre el tema, creyendo firmemente que mi conclusión estaba errada al creer que mis padres no me querían más.

Aunque lo apreciaba, aquellas palabras se habían quedado clavadas en mi mente con dolor y tristeza, no podía sacarlas por más que quisiera y eso había cambiado toda mi perspectiva. No había conciliado el sueño por cuestionar toda mi existencia y propósito por el cual había decidido no darme por vencida; ellos.

Suspiro cortamente y escucho que Lydia comienza a descender. Ahora, me encontraba en el dilema de seguir con mis antiguos planes, o modificarlos y comenzar lejos de todo aquello que tanto quería tener de vuelta.

— Bien —suspira y limpia su frente— Con eso alcanzará, ¿No lo crees? —cubre su rostro con una mano por el sol del atardecer.

Mojo mis labios, tomo la canasta y me incorporo.

— Si —respondo con simpleza y nos quedamos viendo un momento para luego ponernos en marcha de regreso a la casa.

En verdad admiraba la dedicación que ellos ponían para levantar mis ánimos, pero me era casi imposible no sentirme una basura con recordar todo lo que había hecho.

— Antes de comer, pensaba ir a la ciudad para comprar un nuevo perfume ya que... Bueno, ¿Recuerdas a Daniel? —asiento y ella se muerde los labios con una sonrisa cómplice— Iremos a caminar por el parque ya que él quiere tomar unas cuantas fotos para un concurso y me pidió ser su modelo.

Le observo sorprendida.

— Eso es genial.

Ríe con un poco de nerviosismo: — Acepté porque dijo que me invitaría una malteada.

Sonrío leve y entonces subimos por las escaleras.

— Es una gran oportunidad para conocerse.

— Ya nos conocemos. No en profundidad, pero lo hacemos... Eso creo —sonríe viendo sus zapatos y antes de que tome la agarradera de la puerta ella se pone frente a mí— ¿Quisieras acompañarme?

— ¿A tu cita? —digo confundida y ella rueda los ojos.

— No seas tonta, ¡A ver el perfume!

— Oh, no sé mucho acerca de ellos —abro la puerta, lista para poder entrar, pero ella la cierra con un golpe, la miro expectante y entonces suspira.

— ¿Por favor? Tampoco soy experta, sólo quiero que me ayudes a encontrar el indicado.

«Otro intento para distraerme»

— Lydia...

— Te invitare una malteada también, del sabor que quieras —chantajea.

Es mi turno de suspirar y asiento lentamente.

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