Capítulo 4

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LUCA.

Vuelvo a mi casa y ya es de noche. Aunque quise olvidar las palabras de mi padre durante todo el día, no pude. Sus palabras exigentes retumbaron en mi cabeza sin parar. Saco mi juego de llaves y abro la puerta principal. Trabajo medio tiempo en un restaurante como ayudante de cocina. Limpio, lavo y a veces, hago de mesero. Es un buen trabajo si lo comparo a estar detrás de un mostrador vendiendo hamburguesas y papas fritas, que también es digno pero esto resulta mucho mejor.

Estoy muy agotado, quiero bañarme y dormir por horas y horas...

—Mi abuelo le envía saludos, señor Pesaressi —dice una voz que reconozco.

Ay Dios. Hoy no.

Cierro la puerta, quizás con demasiada brusquedad, y dejo mi bolso deportivo en el suelo.

— ¿Luca? ¿Eres tú? —pregunta mi madre desde el salón.

—Sí, mamá —contesto.

Entro sin ganas a la habitación y allí encuentro a mis padres sentados sobre nuestro sillón negro y frente a ellos, mi destino indeseado.

Melanie Wexler.

Su abuelo, Alberto Wexler, es el director del hospital donde trabaja mi padre. Es bastante obvio lo que él quiere: una relación con la nieta de su jefe para poder tener beneficios. Ella también está en el plan organizado que tenía. Al parecer mi padre se propuso planear toda mi vida desde mi nacimiento.

Tengo memoria de Melanie desde los cinco años. Fuimos al mismo jardín de infantes y luego a la primaria. En el instituto, ella se transformó y volvió más hermosa; ojos verdes, pelirroja y una sonrisa pícara que te invitaba a cometer travesuras. Así que nos dimos una oportunidad, dejando de lado la amistad que siempre habíamos tenido.

De igual forma yo cambié mi apariencia y ya no era un niño escuálido. Hacía ejercicio, algunos deportes como tenis o el aburrido golf con mis padres y ella al verme, creyó que era bueno para su "alta" reputación.

Estuvimos juntos un año y eso fue lo suficiente para no querer estar con ella los siguientes. Era superficial, manipuladora y le importaba mucho el qué dirán. Admito que sigue siendo hermosa, sin embargo somos incompatibles como pareja.

Melanie se pone de pie luciendo un costoso pero sencillo vestido de encaje celeste y viene a mi encuentro.

—Hola cariño —susurra en mi oído al saludar y planta un beso en mi mejilla.

Su perfume llega a mi nariz y hago una mueca de disgusto. Lanzo una mirada a mi padre para llamar su atención pero él ya está observándonos. Sabe que no amo a Melanie, que no quiero nada con ella y siempre vigila que no la trate de forma incorrecta. No llegaría al punto de tratarla mal aunque ella sea como es.

Forzando una sonrisa, tomo a Melanie del brazo.

—Ven conmigo, por favor.

— ¿A dónde?

—A mi habitación.

Ignoro que habrá visto en mi cara o si hice algún gesto involuntario pero sus ojos brillan y me mira con una complicidad que no comparto. Voltea hacía mis padres con gesto inocente.

— ¿Les parece bien, señor y señora Pesaressi?

Mi madre sonríe con ternura. Si supiera como es, aquel gesto se esfumaría. Mi padre, asiente y nos alienta a irnos moviendo su mano en un gesto.

Suelto el brazo de Melanie y camino hacia las escaleras. Escucho que dice "con permiso" antes de seguirme. Subimos en silencio y al llegar, me aparto para dejarla ingresar al cuarto. Entro detrás de ella y giro para poder cerrar la puerta. Cuando nos encierro, giro para decirle...

En ese Maravilloso Instante © (SP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora