Capítulo 19

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GALA.

Me inclino hacia abajo dejando que mi pelo caiga y luego vuelvo a erguirme. Mi melena es incontrolable.

Pruebo con una trenza y no. Luego dos trenzas y tampoco. Llevarlo suelto, ni siquiera es una opción así que me decanto por una coleta alta. Simple. Aferro el espejo en mi mano y con cuidado, trazo una línea en mi párpado inferior con un delineador negro.

Aun no puedo creer que esté preparándome para esto. No sé como pude dejarme convencer.

Había pasado todo el día de ayer, pensando en el dia de hoy; pensando en cuál sería el secreto de Angie. Reflexioné sobre cómo explicar mi situación y fuí nerviosa a la plaza Benavides. Tomé asiento en el mismo banco blanco, a la hora que Ángela me indicó en su mensaje.

Y sin embargo, todo fue una pérdida de tiempo. Me dejó allí plantada, donde morí de frío por dos horas y sospecho que mi trasero se volvió plano a causa del banco. Volví cabizbaja a casa y pase parte de la tarde con Gabi ya que hoy tenía el día libre. 

Estaba sentada sola en el sillón y mirando una película, porque ella fue al supermercado por algunos víveres, cuando mi celular sonó anunciando una llamada. Era Ángela.

—Hola.

—Hola Gala —dijo con voz cantarina.

— ¡¿Puedes decirme por qué diablos me dejaste plantada en la plaza?! ¡Acordamos encontrarnos allí por si no lo recuerdas! —exclamé molesta.

Escuché algunos murmullos y como alguien se reía.

—Cierto. Pero hubo un ligero cambio de planes.

— ¿Es una broma, verdad? No estoy para eso, Angie —protesté.

—Ninguna broma, colega. Lo siento pero no pude ir. Había... algo más importante.

¿Me había dicho colega?

— ¿Algo más importante que nuestra amistad? ¿Qué sucede? ¿Dónde estás?

—Necesito que me hagas un favor —respondió evitando mis preguntas.

Al no responder nada sobre nuestro encuentro en la plaza, supuse que no quiso compartir el secreto que guarda. No estaba preparada para hacerlo.

— ¿Un favor? —repliqué indignada—. Nada de favores, Angie.

—Me lo debes, Gala. ¿Quién se quedó esperando para festejar tu cumpleaños, eh? Dijiste que me lo compensarías.

Allí tuvo un punto. Sin embargo, ella no sabía que el encuentro con mi madre fue la razón de mi ausencia.

Sin escapatoria, solté un suspiro.

—De acuerdo. ¿Qué necesitas?

—Vendrás conmigo de fiesta.

— ¿Qué?

—Una fiesta, Gala. Alcohol, gente, música ¿te suena conocido?

—Pero...

—Nada de peros. Vendrás porque eres mi mejor amiga y me quieres ¿verdad? —su voz sonaba distorsionada. Como cuando uno está ebrio o cerca de la ebriedad.

— ¿Estás borracha? —inquirí y vi como mi hermana entraba al salón cargando varias bolsas.

—No —contestó riendo—. Te mando la dirección y te espero aquí a la entrada del galpón.

— ¿Un galpón? Ángela... —logré decir antes de que cortara la llamada.

Luego de eso, recibí el mensaje con la ubicación. La llamé varias veces pero no contestó. Llamar a su casa no era una opción por sus padres. Le expliqué lo sucedido a Gabi y ella insistió en que debería ir; no por la fiesta, sino porque Ángela era mi mejor amiga y podría necesitarme.

En ese Maravilloso Instante © (SP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora