GALA.Suena la alarma del celular y aprieto los ojos. Estuve toda la noche pensando en el día de hoy y apenas pude conciliar el sueño.
Gruño y bostezo mientras sigo acostada. Tomo el móvil que está junto a mi almohada, ya que creí era lo más conveniente para poder levantarme temprano, y apago la maldita melodía. Estoy por bloquear la pantalla del aparato cuando me percato de dos notificaciones; la primera sobre una llamada perdida de un número que desconozco y la segunda, de un mensaje de Whatsapp del mismo número.
Frunzo el ceño, extrañada por aquello. Al mover el dedo sobre la pantalla y abrir el mensaje, leo:
"Haré que suceda", te dije al despedirme frente a tu casa. Y eso es lo que estoy haciendo ahora. Ya es tarde y como verás, tienes una llamada perdida mía. Agenda mi número, por favor. Aguardaré por tu respuesta y ten por seguro que volveré a llamarte para volver a vernos bajo ese árbol o dónde tú quieras.
Un jadeo involuntario sale de mi boca y la tapo con una mano. ¿Se supone que debo estar feliz, confundida, eufórica o sorprendida?
Releo el texto y siento como mis labios forman una sonrisa. Guardo su número y bloqueo la pantalla para volver a dejar el celular junto a mi almohada.
Muchas preguntas vienen a mi mente. ¿Como consiguió mi número? ¿Que debo responder? ¿Debo llamarlo? ¿O acaso debo esperar a que él lo haga? Me desconcierta el no saber qué hacer.
Hubo una vez en que sentí esto por un chico pero era demasiado joven como para preocuparme por aquello. Es más, fui novia de ese chico y solo nos duró tres meses. Ambos teníamos 13 años y es obvio que a esa edad las relaciones no duran absolutamente nada; no cuando uno está en el proceso de desarrollar su cuerpo y mentalidad.
Ahora, sin embargo, no siento lo mismo que años atrás. Creo sentir algo mayor y diferente a eso. Luca me gusta, me atrae, pero no lo llamaría enamoramiento ni amor; eso sería ridículo y pasar un extremo.
Con todo esto en mente, agarro el celular e ingreso de nuevo al mensaje para escribir:
Hola.
Dudo por un instante en si debo enviarlo pero lo hago finalmente. Creo que debe que puede estar durmiendo todavía y no lo verá hasta dentro de horas cuando yo esté ocupada. Convencida de esto, bloqueo la pantalla y dejo el aparato en mi mesita de luz. Volteo hacia un lado y cierro los ojos con la esperanza de poder dormir un ratito más.
De repente, el sonido de notificación suena y vuelvo a entrar en pánico. Con duda y curiosidad, lo tomo y con unos movimientos rápidos, abro el mensaje.
Luca: Creí que no contestarías.
Y contesto con una obviedad.
Yo: Pero lo hice.
Luca: Y estoy feliz porque lo hayas hecho. ¿Puedo hacerte una pregunta? Dime si soy entrometido.
Yo: Está bien.
Mi corazón late a mil por la expectativa. "¿Puedo hacerte una pregunta?" es lo que me altera. Nunca me ha gustado esa maldita pregunta.
Observo que bajo su nombre aparece un "escribiendo" y contengo la respiración.
Luca: ¿A qué hora sales del instituto?
- ¡Ah, ya estás despierta!
La voz de Gabi me asusta y volteo a verla.
-Ven a desayunar. Hay café hecho -urge y se marcha.
Salgo de la cama y avanzo hacia el baño. Luego de asearme, me cambio de ropa y voy a la cocina por mi desayuno. Al cruzar el pasillo escucho las voces de Gabi y mi madre en su habitación. En la cocina, me sirvo el café en una de las tazas que tiene corazones y bebo.
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En ese Maravilloso Instante © (SP#1)
RomanceDesde temprana edad, Gala Machado comprendió que su madre no la quería ni sentía afecto por ella y se conformó con una vida que conlleva el instituto y su casa sin ninguna emoción. Luca Pesaressi sabe desde pequeño, que su vida está atada a su mejor...