LUCA.—Muy cierto —coincido con ella y le doy otro mordisco al delicioso chocolate.
Ella sonríe levemente. La miro de reojo y luego observo a un par de niños jugar con una pelota de fútbol a unos pocos metros.
Sencillamente no pude resistir. Tenía que acercarme. La curiosidad es un gran defecto a mi parecer y por desgracia o bendición, yo lo poseo.
Estaba sentado bajo el árbol con apuntes y fotocopias sobre Historia del Antiguo Oriente, cuando oí el susurro de un llanto; aparté la vista del libro y busqué de donde provenía. No tuve que buscar por mucho tiempo ya que la persona que lloraba se encontraba a escasos pasos. Era una chica con un vestido violeta y unas sandalias sencillas. Lloraba abrazando sus piernas y su pelo rubio caía en cascada. La observé desde donde estaba por un tiempo; y luego me sentí un puto acosador pero a la vez, no podía quitarle los ojos de encima.
Entonces me senté junto a ella y al notar mi presencia, sus ojos verdes, rojos e hinchados, se clavaron en mi rostro. Sus rasgos delicados movieron algo en mí. Hay quiénes son capaces de saber quién es especial. Yo no creo ser capaz de eso, sin embargo es lo que intuyo sobre esta chica.
Acabado el dulce, se pone de pie con su bolso y rápidamente hago lo mismo.
—Tengo que irme —anuncia.
— ¿Ya? —suelto la pregunta.
Algo distante, baja la vista como si sus sandalias o las raíces que sobresalen del árbol fueran de gran interés. Luego levanta la cabeza y me mira con seguridad.
—Es mi cumpleaños. Debo irme.
Nunca había conocido a una persona que hablara de su cumpleaños como si fuera una obligación y sin ninguna emoción positiva. Como si fuera algo tedioso e imposible de evitar. Rehuye de mi mirada y la analizo de pies a cabeza. Es delgada pero con ciertas curvas y en altura llega hasta mi mentón. Tiene ese atractivo sencillo y peculiar, no tan extravagante como en otras chicas que he conocido. Me gusta. Es diferente a Melanie y...
¿Por qué diablos la estoy comparando con Melanie?
Pasa sus manos sobre la tela del vestido, alisándolo.
— ¿Tengo los ojos muy hinchados? —pregunta de repente.
La verdad es que están bien salvo por unas pequeñas bolsas bajos los ojos que delatan su estado anterior. Parecidos a los ojos de mi hermana un año atrás. Se había enamorado de un estúpido que la ilusionó para luego desecharla como si fuera basura.
Como su hermano, quise cobrársela y partirle la cara. No lo conozco en persona así que no tenía forma de encontrarlo. Le pedí a Giulia que me dijera su nombre y se negó mientras me hacia jurar que no le haría nada si algún día lo supiera. Un juramento es sagrado pero si llego a saber quién es, yo no confío en mí y lo que podría pasar.
—Solo un poco —respondo.
—De acuerdo.
Ambos nos quedamos quietos en nuestros lugares, viéndonos el uno al otro, aunque solo dura un instante porque ella vuelve a apartar la vista. Pienso en algo, cualquier cosa para que aún no se vaya. Pienso y pienso como un idiota pero no llego a nada.
De repente, alza la mano y la extiende.
—Sigo sin entender por qué te acercaste hasta donde estaba pero gracias de todas formas. Mucho gusto en conocerte... Eh...
—Luca —digo estrechando su mano en un apretón suave—. Lo mismo digo...
—Gala.
Gala. Un nombre bonito. Esta por retirar su mano pero la retengo. Su desconfianza es visible por la expresión de su rostro.
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En ese Maravilloso Instante © (SP#1)
RomanceDesde temprana edad, Gala Machado comprendió que su madre no la quería ni sentía afecto por ella y se conformó con una vida que conlleva el instituto y su casa sin ninguna emoción. Luca Pesaressi sabe desde pequeño, que su vida está atada a su mejor...