Capítulo 41

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GALA.

Luego del instituto, vuelvo a mi hogar en compañía de una extraña Angie. No está en su estado de humor habitual; claro que no siempre debe estar feliz y efusiva pero es raro para mí. ¿Estará preocupada por algo relacionado a su secreto? Quiero preguntar y a la vez no.

Despejo mi mente y hablo de otra cosa para distraerla, como lo gracioso de haber visto al profesor de biología lidiando con una de las tantas clases de educación sexual que debe darnos. Fue cómico, en parte, por su cara totalmente roja de vergüenza mientras explicaba; y por otro lado, era irónico que se sonrojara por hablar de sexo cuando él tenía cuatro hijos. Tenía bastante experiencia en el tema.

¡Sus hijos no llegaron por una cigueña!

Angie ríe conmigo y nos quedamos en silencio a mitad del recorrido.

— ¿Crees que tu relación con Luca dure? ¿Que podría funcionar? —interroga de repente.

—Puede funcionar—resuelvo y me encojo de hombros—. No puedo negar que me atrae y él demuestra que siente lo mismo por mí; por eso nos estamos dando una oportunidad para ver que sucede. Supongo que el tiempo dirá si nuestra relación debe durar en un futuro o no. Nada está asegurado.

— ¿Tú crees?

— ¿Por qué dudas, Angie? ¿Sospechas de algo? —inquiero.

—No estoy dudando de tí, por si quieres saber. Dudo de él. Me cae bien pero no confío cien por ciento en él —explica.

— ¿Crees que Luca miente? ¿Sospechas de algo?

—No lo sé —dice encogiéndose de hombros— ¡Y ojo! No estoy diciendo esto para hacerte dudar, solo es mi opinión. He notado que miras a ese chico de un modo muy particular; es más, muy diferente con tu forma de mirar a Joaquín.

Arrugo el entrecejo. Su comparación no tiene pies ni cabeza.

— ¿Y qué tiene que ver Joaquín? —cuestiono.

— ¿En esto? Nada. Solo comparo. Y sé que Joaquín y Luca no se parecen —aclara. Muerde su labio inferior y luego añade—: O eso espero. Eres mi mejor amiga y lo castraré si me entero que te hizo algún mal.

— ¿No crees que exageras? —pregunto entre risas.

—Claro que no. ¿Tú no harías lo mismo por mí?

Tiene razón, haría lo mismo. Uno hace lo que sea por quienes ama y eso aplica a ir en contra de idiotas rompecorazones.

—Claro que lo haría.

—Entonces me entiendes —concluye con una sonrisa.

Tengo a una gran defensora a mi lado.

—Realmente espero que él sea distinto —la escucho murmurar.

—Quiero confiar en que sí lo es —susurro.

Frenamos nuestros pasos cuando llegamos a la reja de mi casa y Angie me abraza. Nos separamos y sin pensarlo, digo:

—Angie, tienes tus problemas como ambas sabemos. Noto que estás triste y... —alzo una mano para detenerla, ya que intenta hablar—. No, no digas que es mentira. Sé como eres, y ya que desconozco lo que te aflije, al menos no me tomes como otra carga. No te preocupes por mí, ¿ok?

Traga saliva y mira hacia un lado.

—De acuerdo —vacila—. No me preocuparé. Pero si puedes, trata de hablar con tu hermana, con Cuca o tu madre cuando tengas dudas.

— ¿Mi madre?

—Si, ella trabajará lejos y no pasa tanto tiempo con ustedes pero creo que le gustaría saber que su hija tiene novio, ¿no crees? —comenta y alza una ceja.

En ese Maravilloso Instante © (SP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora