Capítulo 46

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LUCA.

El diablo me está quemando en su infierno.

Algo golpea mi rostro... no, lo abofetea. Siento mucho frío y logro abrir mis ojos cuando unas agujas finas y heladas, caen y se clavan sobre mi piel. La lluvia se convierte en tormenta y es más fuerte cada vez. Refriego mi rostro con la mano, aprovechando el agua para limpiarlo. En un momento de lucidez, percibo que estoy sin camiseta y sin mis zapatillas.

— ¡Ánda, quítate los pantalones!

— ¿Eh? —balbuceo y alzo la vista, hallando a Dante que tironea de mis húmedos jeans.

— ¡Que te quites los pantalones! —repite. Distingo el cabezal de la ducha, el que confundí con una tormenta.

Obedezco la orden de mi amigo y los deslizo por mis piernas. Me quedo en ropa interior y me levanto del suelo con dificultad.

—Ahora los bóxers. ¡Ánda, date prisa y ponte decente de una vez!

Lo observo a través de la cortina de agua y dudo en mi próximo movimiento.

— ¿Es necesario que me veas? —inquiero.

—Claro que no, pero tu repentino pudor me hace gracia —se ríe y muerde una galleta que no había visto en su mano—. Además no tienes nada que yo no tenga y... Bueno, no, me equivoco. Tú tienes novia y babeas como un perro por ella. Yo no quiero eso ahora ni nunca.

— ¿Y Rocío? —pregunto, quitándome las última prendas que llevo encima.

Me coloco bajo el torrente de agua y alcanzo la botella de shampoo. Echo un poco en la mano y lo aplico sobre mi cabello.

—Rocío no tiene nada que ver en esto —responde luego de un carraspeo incómodo—. Apúrate, tu café vendrá pronto y ellas querrán saber cómo estás —dice cerrando la cortina de baño y dándome por fin la privacidad que tanto deseaba.

Elimino los restos del shampoo y bajo las manos al comprender lo último que dijo.

— ¿Ellas?

¿Acaso Melanie vino de visita y está con mi madre o mi hermana?

—Sí, tu madre y Gala.

—Ah, entonces no eran imaginaciones mías ni un sueño —resuelvo—. Estaba conmigo minutos antes.

Tomo el jabón, hago espuma con él y lo esparzo por mi torso y el resto de mis extremidades.

—Debiste ver la cara de Amelia cuando entramos aquí —se carcajea.

— ¿Nos vió como me imagino que lo hizo?

Vuelve a carcajearse y traduzco eso como un sí. Sigo bañándome y el agua aclara mi mente.

Había pensado en solo beber dos vasos de cerveza, pero comencé a tomarle el gusto y seguí bebiendo sin preocuparme de las consecuencias. Luana nos advirtió que debíamos salir antes de abrir el bar, lo cual hicimos; pero volvimos a entrar cuando abrió al público. Desde allí en adelante, mi amigo no bebió más y se dedicó a verme tomar e invitar a una chica en la mesa que ocupábamos.

Yo bebí y comencé a olvidarme de todo; excepto de Gala al parecer. Habré hecho algo para que apareciera, porque sino estaría en su casa y... caigo en la realidad.

— ¡¿Y ahora están las dos juntas?! —exclamo alarmado y aparto la cortina buscando la mirada de mi amigo.

Sentado en el retrete con la tapa abajo y otra galleta en la boca, asiente.

—Nadie de la familia sabe que estoy con Gala.

— ¿No has dicho nada por tu padre?

—Si. Ese loco me hará la vida imposible si se entera. O todavía peor, se lo hará a ella. Ya no estoy seguro de lo que mi padre es capaz de hacer con tal de llegar a su objetivo —reconozco y giro las perillas del agua hasta que ésta deja de fluir.

En ese Maravilloso Instante © (SP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora