Capítulo 53

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GALA.

Regreso a casa en el auto de Luca.

Pasamos la noche bebiendo, bailando y diciendo tonterías. Antes de la medianoche, gritamos "Feliz cumpleaños" y brindamos mientras otras personas felicitaban a Ángela, alzando sus bebidas en un amable gesto.

Con la radio encendida muevo la cabeza al ritmo de una canción, pero me detengo cuando pienso en el exámen de matemáticas que tengo mañana y del cual no estudié nada. Mis notas van bien y no quiero que eso cambie. Mañana, muy temprano y aunque me cueste, estudiaré un poco; trataré de entender ese idioma lleno de números.

— ¿Tu madre ha llamado en estos días? —pregunta Luca mientras baja el volumen de la música.

Aquello me toma de sorpresa y el sentimiento de culpa me golpea.

—Si —respondo—. Hablamos un rato.

—Me alegro.

Giramos en una esquina y estiro mi brazo para subir el volumen de nuevo. Quizás entienda esto como una señal de no continuar con este diálogo.

No obstante, vuelve a tocar la radio, apagándola del todo esta vez. Voy a protestar, la canción era demasiado buena y quería escucharla.

— ¿Gala? —se adelanta a tomar la palabra.

— ¿Si?

— ¿Sabes que puedes decirme cualquier cosa, verdad?

En mi mente aparece un cartel de neón gigante que dice: "¡Zona de peligro!" Evito mostrarme con miedo —porque sí, me da miedo lo que pueda llegar a saber— y respondo:

—Si, lo sé. ¿Por qué la duda?

—Solo quería confirmar que lo sabías —aclara y desacelera la marcha del auto para detenerse en un semáforo—. Y confío en tí, Gala. ¿Tú no me mentirías, verdad? —añade al final con un tono inquisidor que me irrita.

— ¿Y a cuento de qué viene eso? —murmuro—. Puedes ser más directo para preguntar lo que quieres saber, Luca.

— ¿De qué hablas?

— ¿Por qué preguntas si te mentiría? —cuestiono.

Luca no contesta de inmediato. Se toma un tiempo bien largo para mi gusto y mis nervios. ¡Dios, siempre preocupada por los nervios! Es como si viviera con el estrés de una mujer que tiene cinco diablillos como hijos.

De pronto, Valeria viene a mi mente. No es un diablillo como tal pero últimamente sus travesuras me tienen ocupada. Una de ellas fue agarrar al perro caniche del vecino y hacerle un "cambio de estilo", cortándole su pelaje con una tijera. El pobre animal quedó igual a una rata.

Se suponía que debía estar cuidándola, y lo estaba, pero me distraje al hablar con su hermano...

Bueno, esa no sería la definición correcta de lo ocurrido.

Mateo trató de enseñarme a jugar con la Playstation que tiene en su habitación. Le comenté que nunca había jugado y quiso que aprendiera. Me sorprendió que Marlene no se haya enojado por lo sucedido. No obstante, verla aguantar la risa al oír el relato de su hija, me descolocó más. Por suerte el vecino comprendió que era una travesura y Valeria le pidió disculpas al señor y al mismo animal, quien solo atinó a lamer su mejilla. El vecino las aceptó y volvió a su casa.

También quise tomar la responsabilidad del acto, ya que había sido un error mío por no cuidarla bien, y me descontaron una parte del sueldo, era lo justo.

Concentrado, Luca observa la calle y vuelve a acelerar cuando el semáforo nos permite el paso.

—No me gustan las mentiras —responde finalmente.

En ese Maravilloso Instante © (SP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora