Capítulo 28

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LUCA.

Dante estaciona el auto frente a mi casa y se escuchan los ladridos de un perro.

Deseaba que el viaje hasta aquí fuera más largo y no tuviera fin. A cualquier distancia posible, lejos de mi casa y mi padre. Cuando lo vea, tendré que contener mis ganas de mandarlo a la mierda por lo que descubrí.

Con desánimo, abro la puerta del auto y, aunque es desubicado de mi parte, bajo de éste sin despedirme. Cierro la puerta y comienzo el recorrido hacia la entrada de mi casa.

De repente, siento una mano en mi hombro que me obliga a darme la vuelta.

— ¿Estarás bien? —pregunta Dante.

Tras él, veo a Rocío que nos observa por la ventanilla pero se endereza en el asiento y dirige la vista hacia otro lado cuando nuestras miradas se cruzan.

—Tal vez —contesto regresando a mi amigo.

— ¿Sabes que cuentas conmigo para lo que sea, verdad?

Siempre me resultó curioso lo fácil y sencillo que era para Dante demostrar sus emociones o afecto, quisiera él o no. Su extroversión parece manejar parte de su vida y es el mejor amigo que he tenido; aunque pensándolo bien, mi experiencia con mejores amigos es nula ya que Dante es el único que he considerado de esa forma en toda mi vida.

—Claro que lo sé —sonrío vagamente.

Palmea mi espalda y rodea mis hombros con su brazo.

—Somos hermanos, idiota. Cuando lo pidas le partiré las piernas a tu padre. Lo noquearé de un puñetazo, te lo entregaré atado y por último, con un moño para decorarlo.

—Dante —digo en tono serio—. Mi padre me repugna pero no quiero cometer ningún delito, ¿en que estás pensando?

—Solo era una idea —aclara y quita su brazo—. Admite que sería un buen criminal. Todo fríamente calculado. Tengo una mente brillante.

Niego con la cabeza.

— ¡Ánda, mente brillante! Lleva a Rocío a su casa antes de que se duerma —apunto hacia Rocío quien cabecea y lucha por permanecer despierta.

Su gesto cambia y forma una gran sonrisa.

—De acuerdo. Te veo en la universidad —se despide.

Marcha hacia el auto y estoy a punto de irme también pero un recuerdo se cuela en mi cabeza.

— ¡Dante, espera! —grito y corro a él, que todavía no subió al vehículo.

— ¿Que sucede? —pregunta.

Susurro lo que pienso en su oído y me aparto al terminar.

—Esta bien. Me deberás una, tenlo en cuenta.

—Tú también —digo en voz baja para que Rocío no escuche y eso llama su atención—. Te conozco, Dante. Y no la conozco a ella pero luce como el tipo de chica que no concuerda con "tu" tipo de chica.

—No entiendo que insinúas. No pienso hacer nada malo —replica.

Mi confianza en él es plena. Sin embargo, ha jugado con los sentimientos de bastantes chicas porque sí; bueno, el sexo fácil era la razón principal detrás de todo aquello.

—No hagas lo que sueles hacer.

— ¡¿Qué?! —cuestiona elevando la voz pero luego voltea hacia la chica que sigue con los ojos cerrados.

—Tú sabes.

Se queda viéndome sin decir nada hasta que asiente.

—Entiendo —concluye.

En ese Maravilloso Instante © (SP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora