LUCA.Es sábado al mediodía y vuelvo del club Harrisons donde no tuve paz debido a la cantidad de personas que se me acercaban.
La mayoría de los presentes me acosaron durante todo el tiempo que estuve allí. Lidié con preguntas sobre mi ruptura con Melanie, con las risas maliciosas de algunos; el apoyo de otros porque suponían que estaba triste, y cuando decía que se equivocaban, no me creían y alegaban que escondía mi dolor. A duras penas pude completar una maldita serie de ejercicios.
Ayer vi a Gala por última vez y ella no estaba de muy buen humor; había revisado la caja de zapatillas que hurté y no encontró lo que buscaba. Luego la llevé hasta la casa Dufort en compañía de buena música. Si cantamos bien o mal durante el trayecto, no importa realmente, porque aquello la hizo reír y olvidar el asunto de las cartas por un instante.
Estaciono frente a mi hogar y retiro las llaves del contacto. Mamá me envió un mensaje de texto hace unas horas preguntando donde estaba. Cuando subo la corta escalinata hasta la puerta principal, titubeo sin saber que hacer: ¿Voy directamente a mi habitación para darme una ducha o al comedor donde creo que se encuentran los demás?
— ¡Ven a comer, Luca! ¡Luego te bañas! —grita mi madre apenas entro a casa.
Me río y cruzo el salón hasta el comedor. ¿Acaso leyó mi mente? La ducha tendrá que esperar.
Mi madre encabeza la mesa, mi abuelo ocupa el asiento a su izquierda y mi hermana a su derecha. Me paralizo al ver a mi padre.
—Ah, estás aquí —murmuro.
El susodicho deja su cuchara en el plato y toma su copa de vino.
—Un hola no estaría de más. Soy tu padre después de todo —manifiesta.
Avanzo para sentarme junto a Giulia, ya que un plato hondo vacío, una copa y una cuchara están allí. Al hacerlo, mi madre se pone de pie; se inclina para agarrar mi plato y servirme un guisado desde una gran fuente que hay en el centro de la mesa.
—Lo eres pero haces todo mal y eso no me alegra mucho.
Ella me tiende la comida y lo recibo.
— ¿Y tú crees que lo haces bien? —replica—. Arruinaste el compromiso con Melanie Wexler. Arruinaste tu futuro.
—Gracias, mamá —agradezco y degusto un pedazo de carne—. No volveré a hablar contigo sobre ese tema. Se acabó y ya no puedes hacer nada para arreglarlo. Ríndete de una vez. Lo que hice fue justo y correcto.
—El trato que hicimos no consistía en esto.
— ¿Trato? Nunca tuvimos uno —aclaro. Los demás nos miran con atención—. Tus amenazas sobre echarme de aquí, insinuar que le harías daño a Gala, tus chantajes emocionales sobre mamá y Giulia y mi estúpido miedo a enfrentarte hacían que te obedezca.
— ¿Te atreviste a hacerlo? —inquiere Enrico.
— ¡¿Amenazaste a mi hermano?! —dice la menor, alzando su voz con indignación.
Ignacio no contesta y se mantiene en silencio.
Dicen que cuando uno calla es porque otorga, ¿verdad? Pues Giulia lo acaba de comprobar.
— ¡Eres...!
— ¡¿Soy qué, Giulia?! —vocifera mi padre.
El ruido de la cuchara contra la cerámica del plato me hace apretar los dientes. Giulia se pone de pie y coloca ambas manos sobre la mesa recargando su peso en ellas. Se ve furiosa.
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En ese Maravilloso Instante © (SP#1)
RomanceDesde temprana edad, Gala Machado comprendió que su madre no la quería ni sentía afecto por ella y se conformó con una vida que conlleva el instituto y su casa sin ninguna emoción. Luca Pesaressi sabe desde pequeño, que su vida está atada a su mejor...