GALA.Un ronquido es lo primero que escucho cuando empiezo a recuperar el conocimiento.
Abro los ojos y mi vista se acostumbra al ambiente que me rodea: una habitación grande con paredes revestidas de color salmón, en una esquina del techo hay un aire acondicionado y en la otra esquina, cerca de una ventana con cortinas blancas, un televisor. Ya es de noche.
Dejo de observarlo todo, y vuelvo a reparar en el ruido que me despertó. Luca, con la cabeza recostada sobre sus brazos cruzados, duerme y ronca a un costado de mi camilla. Éste luce despeinado, la mitad de su rostro queda al descubierto ante mi vista y percibo la barba de dos días que cubre su mandíbula.
Extiendo mi mano hacia él y acaricio su mejilla con un leve dolor en mi muñeca. Suspiro y cierro los ojos. Me dejo llevar por la sensación áspera que produce en mi piel porque recuerdo la causa de que yo esté aquí.
— ¿Gala?
Sonrío al escucharlo. Descubro mis ojos y contemplo su semblante.
—Hola —susurro.
Él suspira con alivio y se pone de pie. Acerca su rostro al mío, me observa como si fuera una alucinación y acaricia mi mejilla con delicadeza.
—Hola.
Trato de sentarme y cambiar mi posición en la cama pero mis músculos no cooperan. Luca se alarma en un principio e insiste con que permanezca recostada pero no logra mucho porque me empeño en lo contrario.
No le queda más remedio que ayudarme a manipular el mando de la camilla.
— ¿Podrías darme un poco de agua, por favor? —pregunto.
Él asiente con rapidez. Sirve el líquido cristalino en un vaso, desde una jarra que está en una mesita junto a mí y que yo no había visto aun. Me entrega el agua y doy unos pequeños sorbos, haciendo desaparecer la sensación de sequedad en mi garganta.
—Gracias.
— ¿Cómo te sientes? —inquiere mientras me quita el vaso ya vacío.
—Bien, eso creo —titubeo.
Afortunadamente una sábana cubre bastante mi regazo y siento el tacto de la tela en mi parte trasera por la apertura de la bata de hospital que llevo puesta. A veces me pregunto que función tiene que cualquiera pueda verte el culo a través de eso y con solo darle la espalda.
— ¿Sabes por qué estás aquí, verdad? —pregunta Luca, ajeno a mis pensamientos.
Vuelvo mi atención a sus palabras y asiento.
—Lo sé.
Recordar el ataque de mi madre hace que mis pelos se pongan de punta.
—Lamento lo que sucedió —dice acariciando mi cabeza, siguiendo el largo de mi cabello.
—Más lo lamento yo.
De pronto, sujeta mi brazo izquierdo, donde una venda cubre mi muñeca, y planta un pequeño beso sobre ella.
—Estoy tan feliz de que estés sana y salva.
— ¿Estuve a punto de morir, cierto? —interrogo—. Porque se sintió de esa manera la verdad.
—No lo sé con seguridad porque no soy un doctor, pero puedo decirte que estos días han sido parte de una gran y horrible pesadilla que no quiero volver a experimentar —declara con un hilo de voz. Su mirada recorre mis facciones—. Gala...
— ¿Si?
— ¿Puedo... puedo besarte?
Asiento cautivada por sus bellos ojos y presiona sus labios contra los míos con dulzura, plantando pequeños y cortos besos. Los recibo con gusto y no me quedo atrás porque tomo sus labios con la misma devoción si cabe.
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En ese Maravilloso Instante © (SP#1)
RomanceDesde temprana edad, Gala Machado comprendió que su madre no la quería ni sentía afecto por ella y se conformó con una vida que conlleva el instituto y su casa sin ninguna emoción. Luca Pesaressi sabe desde pequeño, que su vida está atada a su mejor...