Capítulo 51

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GALA.

—Tengo un trabajo del instituto que hacer y pasaré algunas horas en la casa de Angie luego de clases, ¿te parece bien? —pregunto.

Esta vez sin café, vierto un poco de leche a mi plato lleno de cereal. Anillos azucarados con sabor a frutas, mis favoritos. Mezclo con una cuchara y mientras espero a la respuesta de mi hermana, tomo un bocado. Sentada frente a mí, Gabriela le da un mordisco a su tostada con mermelada y mueve una cuchara dentro de su taza con té.

— ¿Cuantas horas? —inquiere.

—No lo sé. Puedo enviarte un mensaje cuando termine y esté volviendo, si eso te tranquiliza.

Es cierto que no tengo idea de cuánto tardaré. Marlene me dijo que hoy me diría el horario y el sueldo exacto que tendría. Doy otra cucharada a mi desayuno.

—De acuerdo. ¿Quieres que vaya por tí? —pregunta y le da un sorbo a su bebida caliente.

—No, no. Gracias.

En algún momento tendré que decirle que trabajo para ayudarla en los gastos de la casa. Después veré como y cuando se lo diré. Espero que no se enfade llegado el momento.

— ¡Buen día a las dos!

Volteo en mi silla y mi madre ingresa a la cocina con el cabello húmedo. Verla sonriendo, o aquí con nosotras para desayunar, me resulta extraño todavía.

El odio que me profesó durante años parece haber desaparecido por completo; sin embargo, tengo mis reservas y por ahora me abstengo en darle mi plena confianza porque... quiero creerle de verdad.
Quiero creer con todo lo que soy, que cambió, y podré recuperar aquellos años negados de amor maternal.

Y no pienso engañarme ni ilusionarme tan rápido, para luego caer en el mismo agujero de rechazo y tristeza que conozco desde niña. Tan solo esperaré y veré como continúa esto.

Mi madre se acerca al refrigerador y la abre. Se inclina y al erguirse, tiene la caja de leche en su mano. Toma un vaso del escurridor de platos y sirve el líquido en él mientras tararea una melodía.

—Buen día, mamá. ¿Dormiste bien?

—Muy bien. De maravilla —responde pero luego añade—: Aunque... ¿alguna de ustedes trajo a alguien de visita ayer? Porque después de ir a mi habitación, escuché tu grito y me asusté, Gabriela. No fui al salón porque no quise interrumpir pero pude oir una voz masculina.

Mi hermana alza la mirada hacia mí y carraspea. Mamá capta la indirecta tan directa de Gabi y tras dar un último trago, deja el vaso vacío sobre la mesada.

— ¿Era tu novio, Gala? —curiosea.

— ¿P-por qué crees que era mi novio? Pudo haber sido Gabi con Sebastián.

Mi hermana se carcajea.

—Sí, como no.

—Gabriela, dime la verdad —exige Lara con seriedad—. ¿Quiénes eran? ¿Gala y su novio? ¿O tú con tu novio?

— ¡Ni siquiera es mi novio, mamá! —exclama la aludida—. Es solo mi superior en la empresa. Es mi jefe.

—Ay, hermanita... Estás haciendo realidad uno de los clichés más predilectos y usados de la humanidad. ¿Acaso Sebastián se parece a un personaje en particular también?

—Claro que no, él... —se interrumpe y ahoga un grito— Dime por el amor a dios que no te atreviste a leer los libros de mi habitación.

— ¿Libros? No. ¿Por qué te pones así? —frunzo el entrecejo.

En ese Maravilloso Instante © (SP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora