Capítulo 39

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GALA.

Sentada con las piernas cruzadas y el cabello húmedo por la ducha de recién, giro la identificación de Luca entre mis dedos. Debí devolverlo cuando estuve con él pero se me olvidó y aquí está.

Ya pasó un día y todavía no hemos hablado sobre ser su novia. Él tampoco insiste con algún mensaje o viniendo por mí al instituto, lo cual agradezco porque me da más tiempo para analizar bien mi decisión.

Ayer estaba sentada en el patio interior del instituto con un paquete de papas fritas casi vacío y una manzana en el bolsillo de mi abrigo. Extraña combinación. Después, Angie se unió con una botella de jugo en mano y por último, Rocío con una manzana al igual que yo. Ambas tomaron asiento frente a mí y comenzamos a hablar. Traté de ser amigable, de entablar una conversación amena...

Y no se pudo.

Angie tenía otros planes: preguntarme cada dos por tres sobre Luca y su propuesta. Rocío no entendía nada y antes de que pueda hacerlo, Angie se encargó de explicarlo.

— ¡Ya basta las dos! ¡Cálmense! ¡Mi situación amorosa no es cuestión de vida o muerte!

—Claro que no. Pero quiero saber qué le dirás —respondió Angie.

— ¿Como te pidió serlo? Es importante, hay formas buenas y malas de hacerlo —intervino Rocío, terminando la mitad de su manzana.

—La forma no importa —contesté y guardé la bolsa de papas vacía en otro bolsillo y saqué la manzana—. Y primero se lo diré a él, no a tí —puntualicé mirando a mi otra amiga.

No obstante, en algo tenían razón. La forma si importaba y ésta había sido apasionante. Quería guardar ese momento especial, aceptara o no su noviazgo; y aunque Angie sea mi mejor amiga y Rocío esté próxima a serlo, no creí que divulgarlo fuera lo correcto.

—Eso quiere decir que ya lo sabes. Ya decidiste, ¿verdad? —insinuó Rocío.

—Sí, tengo una respuesta —admití—. Que ustedes no sabrán por el momento.

Ángela refunfuñó y gimoteó. Empezó a beber de su botella de jugo con el ceño fruncido.

— ¿Angie? —alzó la cabeza— ¿Que sucedió en el día de la fiesta? —inquerí.

De repente, se ahogó y tosió por unos segundos.

— ¿Qué? —preguntó con voz chillona al recuperarse.

— ¿Que qué pasó? Por la tarde me dejaste abandonada en la plaza y por la noche te encontré ebria. Dime la verdad.

Limpió las gotas de jugo que cayeron por su barbilla y se giró a Rocío.

— ¿Podrías dejarnos a solas por un rato, por favor? No es nada contra tí, pero quisiera cierta privacidad —la seriedad con la que habló me hizo dar cuenta que lo siguiente sería muy importante para ella.

Rocío asintió sin preguntar nada y se puso de pie.

—Entiendo, las dejaré a solas —dijo antes de marcharse. A lo lejos la ví tirar el corazón de su manzana en un cesto de basura.

Esperé a que Angie estuviera preparada para hablar. Cerró su botella y la dejó a un costado.

—Mira —comenzó—, se que te preocupas por mí al igual que yo por tí y también sé que acordamos decirnos la verdad en la plaza, pero no pude. ¡Te juro que lo intenté! —dijo exasperada—. No es grave lo que pueda decirte, Gala. Tan solo prefiero que se mantenga en secreto y no dudo en que tú quieras lo mismo. ¿O me equivoco?

No, no se equivocaba. Abrí la boca para contestarle pero me interrumpió y empezó a explicarme lo sucedido.

—Ese día no me sentía muy bien y después de haber bebido con algunos conocidos, llamé a Rocío para que me acompañara a comprar más alcohol. Creí que eso me aliviaría un poco y está claro que no logré mi cometido porque después me sentí horrible. Y cuando Tadeo vino por mí, me sentí peor porque... —calló de repente y negó con la cabeza—. ¡Eso no importa! Lo que quiero es que me entiendas. Nunca hubo secretos entre nosotras excepto por esto y... ¿seguirás siendo mi amiga aunque no te lo diga? —preguntó en voz baja.

En ese Maravilloso Instante © (SP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora