GALA.—Asi que te emborrachaste como si no hubiera un mañana —concluyo, cruzando las piernas sobre el sillón.
Tomo el control del televisor y cambio de canal hasta dar con un programa de noticias cualquiera. Gabriela cae junto a mí y coloca una mano en su frente.
—No creí que me afectaría tanto. No debí hacerlo —se lamenta.
— ¿Cuanto bebiste?
—Unas... seis copas.
— ¿Seis? ¿Y que esperabas que sucediera? —cuestiono con mi atención en un mosquito que no deja de molestarme y me pongo de pie—. Tú no bebes alcohol y tomar más de lo acostumbrado, no iba a sentarte bien.
La excepción a esto son los días de navidad y año nuevo, donde se permite algún trago o un aperitivo en todo caso.
—Volviste bien y sobria del casamiento de tu compañero —comento por un evento de la semana pasada— ¿Tenías que emborracharte en una cita tan importante para tí? ¡Ja, te tengo! —celebro por atrapar al maldito bicho.
Mi decepción es grande cuando lo veo revolotear cerca de Gabriela. Regreso al sillón y me rindo, luego iré por un insecticida.
— ¡Lo sé, lo sé, fui una tonta!
Tapa su rostro con las manos y la oigo lamentarse. Acaso está... ¿llorando? Mierda, ¿que acabo de hacer?
— ¡Ay, no! ¡Lo siento, lo siento! ¡N-no quise, yo no...! —me apresuro a decir por mi metidura de pata— ¡No me hagas caso, Gabi! ¡No me...!
—Aunque me dijo que era adorable estando ebria —dice de repente, saliendo de su escondite.
— ¿E-en serio? —pregunto, un tanto desconcertada por su repentino cambio de actitud.
—Si. ¿Me pasas el peine, por favor? —pide señalando una punta lejana, para ella, de la mesa ratona. Se lo tiendo—. Pero... después me vió vomitar. Creo que eso pudo cambiar su opinión.
¡¿Que hizo qué?! Tapo mi boca para ocultar una sonrisa.
— ¿También vomitaste?
—Cuando bajé del auto al llegar aquí, en uno de esos contenedores grandes. ¡Ugh, me dió tanta vergüenza! —gimotea y pasa el peine entre las hebras de su cabello húmedo por la ducha de minutos atrás.
Y estallo de risa. No puedo evitarlo más.
— ¡No es gracioso, Gala! —protesta.
— ¡Sí que lo es!
Bufa, niega y sigue con su relato.
—Creo que para ser mi primera vez en una cita oficial estuvo bien, más allá de lo que pudo suceder después —reflexiona—. Quizás cualquier otro me hubiese dejado tirada o algo parecido al verme vomitando de esa manera, ¿cierto? Hay casos así.
Hoy mi hermana se anima a ese lado más personal y privado donde se interesa en entablar una relación a partir de su atracción por un hombre, pero nunca comprendí porqué decidió relegar esa parte de su vida por tanto tiempo. ¿Lo hizo por mí? ¿Por mi madre? ¿O simplemente nunca se sintió atraída por nadie hasta ahora?
—Y por eso no fuiste a trabajar hoy —resuelvo después de todo—. Por vergüenza, ¿cierto?
—Pues claro que sí, pero también soy consciente de que no es muy profesional de mi parte —admite con pena. Deja el peine a un costado y empieza a recoger su cabello—. Menos mal que hoy es sábado y mañana no trabajo pero el lunes tendré que verlo. Estoy segura que recordará mi abrazo al contenedor de basura cuando me vea.
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En ese Maravilloso Instante © (SP#1)
RomanceDesde temprana edad, Gala Machado comprendió que su madre no la quería ni sentía afecto por ella y se conformó con una vida que conlleva el instituto y su casa sin ninguna emoción. Luca Pesaressi sabe desde pequeño, que su vida está atada a su mejor...