GALA.—Esta es la casa. ¿Preparada?
Luca sostiene mi mano y la respuesta a su pregunta es un claro y rotundo no.
No estoy lista para nada.
Siento que mis piernas tiemblan, que mi pecho explotará y mi mente colapsará por las dudas e hipótesis que está fabricando.
Después de obtener el alta del hospital, el regreso a casa fue desolador ya que ese sitio constataba la pesadilla que vivimos hace unos días. Para Gabriela fue incluso peor y derramaba una lágrima a cada paso que daba. En el suelo no encontré rastros de lo que sucedido porque Cuca limpió las manchas de sangre después de que la policia hiciera su trabajo e incautaran el cuchillo.
Una hora después, los mismos uniformados aparecieron en nuestra puerta y declaramos todo lo que pudimos. Al irse, ninguna quiso comer asi que fuimos a nuestras habitaciones pero Gabriela quiso dormir en la casa de Cuca a último momento; y la entiendo realmente porque entrar al baño sería aún más doloroso para ella. A mí me da una sensación horrible también.
—Tiemblo de solo pensar que detrás de esa puerta puede estar mi padre —contesto.
—Tranquila —anima.
A punto estoy de decirle: "Oh gracias, no había pensado en tranquilizarme pero bueno, ahora que me lo dices..." Sin embargo, sería muy grosero de mi parte y su intención es buena.
—Luca, eso no surte efecto. Me pone más nerviosa —replico.
—Bien, ok. ¿Vamos?
Frente a nosotros, hay una casa simple custodiada por una cerca de rejas verdes; tiene ventanas cuadradas de marcos negros al igual que la puerta principal, y éstas hacen juego con su tejado anaranjado. Se nota que la casa es modesta. ¿Será que mi padre vive aquí y formó otra familia?
No podría juzgar el que lo haya hecho. Siguió adelante después del desaire de mi madre.
Luca tira de mi brazo, interrumpiendo así mis pensamientos. Cruzamos la cerca y avanzamos por un corto camino empedrado hasta llegar a la entrada. Me tomo un tiempo para golpear la puerta y finalmente, lo hago.
Mi ritmo cardíaco se acelera al escuchar que unos pasos se aproximan. El picaporte se mueve. Al abrir, una mujer rubia de estatura media y de cuerpo voluptuoso que se sorprende al vernos, pregunta:
—Hola, ¿puedo ayudarlos en algo?
Su voz es clara y dulce. ¿Será mi familiar? Percibo algunos rasgos faciales parecidos a los míos y la única diferencia entre nosotras parece ser el color de ojos. Los suyos son cafés.
—H-hola, eh... —tartamudeo—. Po-por casualidad, ¿usted es Chantal?
Ella me mira con cautela y frunce el ceño.
—Sí, ¿por qué? ¿Quiénes son ustedes?
¡Es mi tía! ¡Es mi tía!
Intento pensar en una excusa y entro en desesperación cuando no encuentro alguna.
—Conocemos a su hermano —interviene Luca—. Teníamos que juntarnos por un asunto personal y nos dió esta dirección.
Suspiro con disimulo y le doy una apretón suave a su mano en modo de agradecimiento.
— ¿Esta dirección? —cuestiona—. Me extraña que no les haya dado la suya, la de su familia.
Dijo familia. Formó una.
—Umm, no sé que decirle —contesto como puedo.
La mujer parece dudar en si debe dejarnos entrar o no.
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En ese Maravilloso Instante © (SP#1)
RomanceDesde temprana edad, Gala Machado comprendió que su madre no la quería ni sentía afecto por ella y se conformó con una vida que conlleva el instituto y su casa sin ninguna emoción. Luca Pesaressi sabe desde pequeño, que su vida está atada a su mejor...