Capítulo 69

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GALA.

Vuelvo a releer las cartas de mi verdadero padre como por milésima vez en estos dos días. En ninguna encuentro la dirección ni una pista de donde puede encontrarse, o al menos de donde estuvo en el pasado.

Es frustrante.

En un principio tenía miedo de leer toda la correspondencia; tenía miedo a descubrir cosas malas sobre él. Sin embargo, al hacerlo, pude aprender que él era un hombre tierno, dedicado, que estudiaba política e idiomas y tenía una hermana que se llamaba Chantal. Me sentí feliz al saberlo porque eso significa que tengo una tía y unos posibles primos.

Hoy me quedé a solas con mi madre durante todo el día. Mientras ella cocinaba, cosa que intenté impedir pero se negó rotundamente a que yo lo haga, me senté frente a la mesa y realicé varias tareas pendientes del instituto. Si alguien nos viera diría que es una típica escena hogareña, pero nada más alejado de la realidad; ni siquiera hubo un diálogo decente entre nosotras.

Golpean mi puerta y me sobresalto. Sin tiempo que perder, guardo las cartas en la caja de zapatillas y escondo la misma detrás de una almohada.

— ¡Adelante!

Mi madre aparece asomando la cabeza detrás de la puerta.

—Hola.

—Hola —correspondo algo desilusionada. Tenía la esperanza de que fuera Gabi.

— ¿Puedo... puedo hablar contigo? —pregunta.

Dudo en si debo aceptar o no. ¿Qué está tramando ahora? ¿Acaso será sincera y dejará de fingir su amor maternal de una vez por todas?

—Claro —respondo, dejando espacio para que ella tome asiento en mi cama.

No obstante, se niega.

—Aquí no, por favor. ¿Puede ser en el salón?

— ¿Es algo importante? —cuestiono—. ¿Es sobre Gabriela?

Sus ojos permanecen sobre mí por varios segundos. Incómoda, me remuevo en mi sitio.

—No —contesta—. Ven conmigo y hablemos.

Se larga del mismo modo en que llegó y cierra la puerta. Nerviosa por lo acontecido, me pongo las pantuflas. No me cambiaré mi atuendo para ir al salón, así que camino al punto de encuentro.

Salgo de mi habitación, cruzo el pasillo y descubro que mi madre me espera sentada en el sillón. Dando unas palmadas en el lugar junto a ella, me indica que tome asiento y obedezco con recelo.

— ¿De que quieres hablar... —titubeo un poco antes de terminar mi pregunta—, mamá?

—Quiero disculparme contigo —empieza a decir—. Mira, sé que durante años te he tratado pésimo y de mal modo. Y también sé que te ignoré como si no existieras y te insulté de maneras horribles pero quiero que sepas que nunca quise hacerlo de verdad. Mi depresión...

—Tuvo la culpa —termino.

Asiente. No entiendo a que vienen sus palabras. ¿Por qué intenta engañarme con esa excusa tan repetitiva y carente de credibilidad?

Muerdo mi labio inferior y espero a que prosiga.

—Extraño a tu padre. Lo amé... —declara pero se interrumpe de repente y continúa—: Lo amo, lo amo demasiado todavía. Hace tiempo que no está con nosotras y no tengo idea de porqué me abandonó. Me duele saber que se perdió parte de tu vida y no te vio crecer.

Quisiera añadir que hizo lo mismo pero me callo. Algo oscuro y que quiere explotar se forma en mi interior. Esta charla no tiene ningún sentido.

— ¿Estás segura que no sabes el porqué? —inquiero.

En ese Maravilloso Instante © (SP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora