GALA.¿Que estoy haciendo? ¿Por qué beso a este chico?
Y la pregunta más importante: ¿Por qué no lo estoy apartando?
Jamás en la vida imaginé que estaría en esta situación luego de aquel bochornoso cántico de cumpleaños. Caer de bruces contra las piedritas tampoco era esperado pero Luca pudo evitarlo afortunadamente. Su cercanía me revolvió el estómago y cuando presionó sus labios contra los míos, lo primero que cruzó por mi mente fue darle una buena patada en la entrepierna.
Pero luego me dejé llevar.
Exploramos nuestras bocas, sin importar la razón por la cual empezamos a hacerlo en un principio. Sus labios no tienen ningún gusto en particular y podría definirlo como su sabor natural. Siento su mano cálida en mi mejilla y la suave caricia de su pulgar. Me invade un tipo de calidez en medio del pecho. Mis manos aún se aferran suavemente a sus hombros y las suyas a mi cintura. Un pequeño escalofrío recorre mi piel cuando su mano pasa de mi mejilla a la nuca.
El beso es intenso y a la vez, creo que es el más tierno y cuidadoso que me han dado; aunque tampoco he recibido tantos besos en mi vida como para tener un punto de comparación. Y además es ridículo. No puedo estar sintiendo algo así por este chico que apenas conozco, del cual no sé nada salvo su nombre. Esto no es una telenovela, ni la trama cliché de un libro donde los protagonistas se aman a primera vista o al primer beso. Es la vida real y cosas así no suceden.
Sin querer, abro mis ojos. Resulta muy extraño besar con ellos abiertos y ver a la persona desde otra perspectiva. De repente, él hace lo mismo y hacemos contacto visual. Contemplar lo que supuestamente son "las ventanas del alma", asusta y me aparto. Mi corazón late a mil y jadeo en busca de aire. Paseo la vista por todos lados y siento las mejillas calientes. Estoy ruborizada.
Termino alzando la mirada. Luca jadea igual que yo y algo más. ¿Es el frío y el haber estado con poco aire o él realmente está ruborizado?
— ¿Y... y eso? —balbuceo.
Luca pasa la mano abierta a través de su cabello.
—Yo... eh... yo no quería... Bueno, si queria... —balbucea también y al final, confirmo lo que había pensado.
Intenta explicarse pero sigue diciendo incoherencias y no logra formular ninguna frase completa. Creo que lo normal sería que esté igual que él; y sí, lo estoy. Sin embargo, ver a un chico tan nervioso por esto es algo fuera de lo común para mí. Ningún chico que haya conocido fue capaz de ruborizarse por algo así, al contrario, siempre quisieron mucho más.
Aunque suene mal, su modo de reaccionar es graciosa. Lentamente sonrío y después suelto una carcajada. Río a más no poder y atisbo su expresión desencajada. Quizás se pregunta donde está la gracia de todo aquello.
— ¿Por qué te ríes? —pregunta confundido.
—Es que... Jaja... Lo siento... Jaja... No eres tú... —farfullo. Pero al segundo, agrego con calma—: Miento, si eres tú.
— ¿Yo?
—Discúlpame pero me es difícil no reír al verte así de intranquilo —confieso—. No eres normal.
— ¿Por qué? —inquiere con evidente interés.
—Digamos que desde mí punto de vista, no creo que existan muchos chicos que se comporten así como tú. No se ruborizan tan fácilmente —comento y se vuelve a ruborizar.
— ¿Y es malo no ser un chico normal?
—No, creo que es bueno. Es genial.
El nerviosismo de antes queda atrás y ahora una gran sonrisa, que a la vez me hace sonreír, se forma en sus labios.
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En ese Maravilloso Instante © (SP#1)
RomanceDesde temprana edad, Gala Machado comprendió que su madre no la quería ni sentía afecto por ella y se conformó con una vida que conlleva el instituto y su casa sin ninguna emoción. Luca Pesaressi sabe desde pequeño, que su vida está atada a su mejor...