Capítulo 36

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LUCA.

La casa se encuentra en silencio otra vez.

Mi madre fue al gimnasio del club que a pesar que lo elitista y falso de las personas de ese lugar no le agrade, el lugar es maravilloso y tener una membresía es una buena opción para distraerse y estar en forma. Mi abuelo salió a caminar o con los nuevos amigos que encontró. Mi padre duerme luego de su jornada en el hospital Wexler y mi hermana partió temprano al instituto.

Giulia no quiso hablar de lo sucedido ayer por la noche. Apenas me dirigió la palabra y al acercarme, levantó una mano y negó con la cabeza.

Mi celular vibra y suena en la mesa junto a mi taza de café. Después de unos cuantos movimientos en la pantalla, leo:

Gala: Ven a mi instituto. Siendo mi novio, ya conoces cual es.

Sonrío aunque no sé si tomar este mensaje como uno bueno o malo. Termino mi desayuno, lavo la taza y me levanto de la silla.

Debo ir a la universidad.

***********

Satisfecho por la buena nota que saqué en el exámen, me subo al auto y lo enciendo. Estaciono frente al instituto y espero dentro hasta escuchar el timbre de salida.

Pienso en la noche de ayer y en cómo se puso mi madre al recordar a sus padres. De pequeño solía preguntar por mis abuelos maternos, preguntaba porque nunca los veía o si no querían verme. Mamá se limitaba responder que estaban lejos y luego no pregunté más por ellos; con los años me fui acostumbrando a tener un solo abuelo. En la actualidad, mantengo el deseo de conocerlos algún día.

Oigo el timbre a lo lejos y de repente, un gentío ocupa las calles. Abro la puerta del auto y al salir, la cierro tras de mí mientras busco a Gala entre la multitud. Sin esperar al auto que viene en mi dirección a unos cuantos metros, cruzo la calle corriendo y me gano los gritos de una pareja. Vaya, la mujer tiene un gran itinerario de insultos.

Minutos después, la encuentro. Con una sudadera gris, jeans y zapatillas deportivas, conversa con su amiga. Gala mira a su alrededor hasta localizarme. Se queda viéndome unos segundos y luego habla de nuevo con Ángela, que al finalizar, besan sus mejillas y se retiran en direcciones opuestas.

Cuando viene a mí, no puedo dejar de observar su atuendo y lo bien que luce así. No pienso en nada más que en la cantidad de elogios y halagos que podría darle. Mi mente vuela y será por todos los libros de historia que leo pero de pronto imagino a Gala con el mismo disfraz de época que usaba ayer, con uno de esos peinados elaborados que dejan pequeños mechones de cabello sueltos, unos pendientes y un fino collar alrededor de su bello y lustroso cuello...

Carraspeo y desvío la vista, avergonzado de mis desvaríos. La vergüenza se esfuma en el momento en que descubro al chico que la besó en el galpón, a unos pasos de nosotros.

—Hola... novio —escucho decir a Gala y la última palabra sale de su boca en un siseo. Retiro los ojos de aquel sujeto y los centro en ella.

No puedo distinguir la emoción de su expresión. Tampoco me da tiempo a reflexionar sobre ello porque se aproxima con cierta determinación en su mirada y planta su boca sobre la mía, rodeando mi cuello con sus brazos.

No hace falta decir que la sorpresa es grande porque no esperaba este recibimiento. El beso no es nada delicado así que eso me da una pista de lo que realmente siente por ser forzada, aunque sea de mentira, a ser mi novia. El beso es brusco, sus labios atrapan los míos con intensidad. Si esta es su forma de castigarme por lo sucedido, debo pasar otra vez por su casa y convivir más con su familia.

En ese Maravilloso Instante © (SP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora