Capítulo 47

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GALA.

No estoy completamente de acuerdo.

Luca indaga sobre mi rostro y trato que mis gestos faciales no delaten mi culpa. Frente a su madre pude fingir una buena relación con mis supuestos padres, pude ocultar bien mi engaño. También pude ignorar el hecho de que Amelia no sea consciente de la infidelidad de su esposo. No me corresponde decirlo a mí, pero se lo hubiese gritado para que abriera los ojos.

Irónicamente, no me gustan las mentiras ni engaños. ¡Dios, soy tan hipócrita!

Pero sentí compasión por ella. Amelia me dió la impresión de que es una mujer agradable y cariñosa. Una madre amorosa. En esa mujer pude contemplar todas las esperanzas, y que por tantos años puse en mi madre, hechas realidad; mis ilusiones vanas porque fuera ese tipo de madre.

—Ya debo irme —dice y mira hacia Dante, que espera con el auto encendido—. Aunque quiero disculparme por mi hermana también. Últimamente su estado de ánimo deja mucho que desear.

Giulia. En un principio me alegré cuando la ví entrar en el comedor de la casa. Su cabello negro, sus ojos azules y el parecido a su madre eran muy notorios. Desde que oí de ella, tuve mucha curiosidad por saber como era en persona.

"¿Es otra de tus folladas?"

Cinco palabras que desvanecieron mi buena predisposición. O quizás no, pero su comentario malintencionado no podría haberlo tomado de buen modo.

—Está bien, no te preocupes —digo.

Entiendo que lo que dijo Giulia puede ser verdad porque cada uno tiene su pasado y Luca no es la excepción; pero saberlo no quita el extraño resquemor que siento por dentro.

— ¿Nos vemos otro día? —pregunta con una gran sonrisa y con suavidad, toma mi rostro entre sus manos para que no lo evada.

Ante su mirada, solo siento un hormigueo de placer esta vez.

—Claro —asiento levantando un lado de mi boca en un intento de sonrisa.

Planta un pequeño beso en mis labios y se da la vuelta. Sube en el asiento del copiloto y cierra la puerta. Dante me ofrece un asentimiento de cabeza a modo de despedida. El auto arranca y avanza hasta que se pierde por las calles.

Abro la reja con mi juego de llaves. Después de entrar y volver a cerrarla, pienso en tirarme en el césped y quedarme aquí por un rato; pero luego cambio de opinión, me dirijo a la puerta de entrada e ingreso.

— ¡¿Gala, eres tú?! —oigo el grito de mi hermana viniendo de la cocina.

— ¡No, soy un ladrón! ¡¿Podrías no gritar y darme todo lo que tengas de valor?! —digo en broma y cierro.

— ¡Ven a la cocina! —vocifera.

Marcho a su encuentro. Huelo a comida, como si estuvieran tostando algo. Debe ser Cuca quien cocina. Aún así, digo:

— ¿Que estás cocinando? O quemando quizás. Debería llamar a los bomberos por las...

Freno en seco cuando veo a mi hermana, con la cadera apoyada en la mesada, y a mi madre frente a la hornalla con una pequeña sartén.

—Mamá quiso preparar panqueques —comenta Gabi al ver mi expresión. Como mi madre presta total atención a lo que cocina, mi hermana alza las cejas y gesticula con evidente alegría—. Una excelente idea, ¿no te parece?

—Si-si, excelente —balbuceo.

— ¿La pasaste bien en casa de Angie? —pregunta mi madre de repente.

En ese Maravilloso Instante © (SP#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora