LUCA.El gusto amargo en la boca hace que la bilis suba por mi garganta.
Me estiro sobre el colchón y las delicadas sábanas rozan mi piel. ¿Cómo logra mi madre que éstas se sientan como el algodón más suave? Entierro el rostro en la almohada y sofoco un bostezo. El aroma a lavanda invade mi nariz y...
¿Desde cuando mamá perfuma las almohadas?
Abro los ojos de a poco y levanto la cabeza. Observo el espacio a mi alrededor y mi estado de confusión aumenta. La luz del sol entra de un gran ventanal con cortinas rojas de... ¿terciopelo? No lo sé pero la textura se ve como suave al tacto. Desde aquí puedo distinguir que del ventanal se accede a un balcón. De algún modo, todo me resulta familiar.
Siseo y cierro los ojos con dolor. Mi cabeza va a explotar, como si un taladro estuviese perforando mi cerebro. ¿Que me pasó? Me urge un analgésico.
Me siento en la cama y reconozco la habitación. Sus paredes de color gris claro, el armario grande de madera blanca y algunas fotos de infancia; algunas cosas son nuevos ante mi vista como el escritorio lleno de hojas y unos libros que antes no estaban o la ausencia de la imagen de su padre en un portarretratos que llevaba junto a su cama en la mesita de luz.
De repente, noto mi desnudez y que solo llevo un bóxer puesto.
— ¡¿Que demonios...?!
La puerta se abre. Lo primero que veo es la espalda y su largo y pelirrojo cabello. De prisa, por un extraño tipo de instinto, alzo las sábanas hasta mis hombros.
Melanie gira con una bandeja de desayuno entre sus manos y una sonrisa burlona en los labios.
— ¿Por qué te cubres? No es la primera vez que te veo semidesnudo. Y desnudo tampoco —añade guiñándome un ojo. Se sienta a mi lado y deja la bandeja entre nosotros—. ¿O qué? ¿Acaso crees que me he aprovechado de tí para profanar tu virtud? —se burla llevando una mano al centro de su pecho.
— ¿Por qué estoy en esta cama? ¿Y mi ropa? —reclamo y bajo las sábanas a mi regazo.
Cruza las piernas y el camisón negro que lleva puesto, parecido a un vestido, sube hasta su medio muslo. Aparto la mirada y el dolor en la cabeza me golpea de nuevo.
— ¿Que qué haces aquí? Bueno, digamos que pensé: "Está tan borracho que apenas si puede caminar. Será mejor que lo deje dormir aquí porque no quiero ser responsable de que tenga un accidente". Aunque quizás debí dejar que duermas en la calle. Suficiente hiciste con vaciar cada vaso y botella que pasaban por tus manos. ¿Que tratabas de hacer?
—Quería beber. Embriagarme para no tener que hablar con nadie. Embriagarme sin más —apoyo mi espalda en el respaldo de la gran cama—. Para olvidar —susurro bajo con la esperanza de que ella no oiga.
— ¿Y también embriagarte para entrar en un coma etílico? —me reprocha—. ¿Acaso quieres seguir mis pasos? ¡No seas estúpido! A ver, ¿qué querías olvidar?
Todo lo referido a mi padre, eso; lo cual no logré porque al tomar comencé a recordar otras cosas. Su falta de tiempo para jugar conmigo y darme las buenas noches en mi habitación o las noches en que me quedaba dormido por esperarlo del trabajo.
Solía admirarlo antes de ser consciente de sus planes para mi vida. Mamá me contaba lo valiente que era mi padre al salvar vidas; ella decía que también era un tipo de héroe, uno que usaba las manos y su inteligencia como armas. Para un niño es fantástico creer que su padre es un héroe. Es fantástico creer que él es invencible.
Todo fue decayendo a medida que el tiempo que pasaba en casa disminuía y el poco afecto que mostraba desapareció. A veces desayunaba con nosotros, otras dormía por sus jornadas de noche y cuando tenía tiempo libre, se dedicaba a revisar papeles y carpetas sobre el hospital y algunos pacientes, sentado en el sillón del salón. Solo mi madre y mi abuelo, desde Italia, preguntaban por mis progresos en el instituto. Pasaba mis días junto a Melanie y cuidando a Giulia cuando mamá debía salir de casa. Y por último, me reveló lo que quería que hiciera en el futuro y eso destruyó la relación padre-hijo que quedaba entre los dos.
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En ese Maravilloso Instante © (SP#1)
RomanceDesde temprana edad, Gala Machado comprendió que su madre no la quería ni sentía afecto por ella y se conformó con una vida que conlleva el instituto y su casa sin ninguna emoción. Luca Pesaressi sabe desde pequeño, que su vida está atada a su mejor...