LUCA.Salgo de la casa de Melanie con mi bolso en el hombro. Son las nueve de la mañana y tuve que quedarme a dormir aquí otra vez.
Ayer por la noche decidí no ir al trabajo en mi auto porque quise caminar y tomar el autobús. Si, raro para algunos, pero era lo que quería hacer en ese momento.
Atendí muchas mesas en el transcurso de la noche y ayudé atendiendo otras que correspondían a mis otros compañeros. Cansado hasta la médula, salí del restaurante y por mala suerte o lentitud, no alcancé el último transporte que me llevaba a casa. Habría pedido ayuda a alguno de mis compañeros pero la mayoría con autos propios ya se habían ido y pedir un favor a los que venían a recoger me daba vergüenza.
Un sentir ridículo en medio de la noche donde podría pasarme cualquier cosa.
Sin otra opción, excepto llamar a mi casa y que descarté al instante, marqué el número de Melanie. Al comienzo no quiso por su falta de ganas pero finalmente accedió.
Como la charla con mi padre fue en vano, mis esperanzas estaban puestas en el abuelo de Melanie, el señor Wexler. Sin embargo, no fue lo que esperaba.
Ella me explicó que había hablado con su abuelo sobre nuestra supuesta relación y su negativa a seguir con ello. No obstante, Alberto estaba tan satisfecho con nuestra unión y la idea de tenerme como su nieto en un futuro le encantaba, que redujo el sentir de su nieta a una simple confusión y estrés del momento.
Obviamente, influenciado por mi padre. Con el pasar de los años, ha llegado a formar un tipo de amistad y camadería con el señor Wexler. Dudo si es por aprecio sincero u conveniencia, pero tengo entendido por Melanie que su abuelo estima mucho a mi padre y lo trata como a un hijo más. Lo cual no me sorprende, al suponer que Alberto Wexler intenta llenar el vacío que dejó su único y difunto hijo, Maximiliano.
Sin llegar a ningún acuerdo y por su accionar conmigo, no volví a dirigirle la palabra a mi progenitor; tampoco él mostró señal alguna de querer una reconciliación. Por lo que pude notar, mi madre también se percató de la tensión entre nosotros. En cambio, mi abuelo pasó más tiempo con mi hermana y por el gesto en su rostro, creo que agradecía su interés en ella.
Giulia evitó hablar conmigo y solo me respondió con monosílabos en ciertas ocasiones. Intenté acercarme pero no lo permitió. Tarde o temprano tendrá que hablarme o sino, la obligaré a hacerlo. Quiero mucho a mi hermana pero ya no soportaré su voto de silencio; no cuando sospecho que puede estar sufriendo por aquello que no expresa.
Melanie me despide con un gesto de mano y una sonrisa vaga. Le costó convencer a su abuelo de que pasar tanto tiempo en su casa era innecesario. Aun si ella estuviera sola —que generalmente es todos los días porque su madre se pasa de viaje en viaje—, ambos estamos de acuerdo en que no es muy conveniente para nuestra situación ya que al hacerlo, se malinterpretará dando a entender ciertas cosas que no son.
Escucho el sonido de la puerta cerrándose y camino por el empedrado que me conduce a la calle. Antes de darme cuenta, veo que Ángela, la mejor amiga de Gala, me analiza con expresión sería y amarga desde el otro lado. La observo y sin entender su semblante, cruzo hasta su ubicación para buscar respuestas.
Se cruza de brazos y espera. Parece que también tiene palabras que decir.
—Hola Ángela. ¿Cómo estás? —saludo con cortesía.
Descruza sus miembros y me apunta con un dedo.
—Escúchame bien. No voy a permitir que lastimes a mi mejor amiga con tus mentiras. Tienes que ser una gran porquería de persona si te alegras al dañar a los demás —declara. Sus ojos azules y chispeantes se clavan en los míos con fiereza—. Cuando te ví por primera vez y hablé contigo de Gala, creí que eras un chico normal que podría gustar de ella. Mi amiga es hermosa y una gran persona. Lo vale, te lo aseguro, y ella no necesita a un tipo como tú que juegue con sus sentimientos, ¿entiendes?
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En ese Maravilloso Instante © (SP#1)
RomanceDesde temprana edad, Gala Machado comprendió que su madre no la quería ni sentía afecto por ella y se conformó con una vida que conlleva el instituto y su casa sin ninguna emoción. Luca Pesaressi sabe desde pequeño, que su vida está atada a su mejor...