LUCA.Solo llevo unos minutos fuera de la habitación de las hermanas cuando escucho un grito y corro para ingresar de nuevo.
Dentro ubico a mi novia con la vista clavada en la pared. Diría que todo marcha bien y solo está pensando, sino fuera por Cuca que abraza a una Gabi desconsolada que llora a mares en la otra cama. Doy un vistazo a ambas mujeres y camino hacia Gala.
Tomo su rostro para que centre la atención en mí.
— ¿Gala? ¿Gala? —llamo , pero no responde—. ¡Mírame Gala!
Reacciona finalmente, aunque su mirada es tan lúgubre que me descoloca un poco.
— ¿Que sucedió?
Ella voltea a verme y con voz sombría, dice:
—Mi madre murió.
Sin indagar más en el asunto, me muevo de sitio y tomo lugar a su lado. La atraigo y estrecho entre mis brazos. Su expresión sigue siendo la misma y su cuerpo está tenso contra el mío.
Gabriela grita que quiere irse, que quiere ver a su madre y Cuca intenta mantenerla en la cama pero no puede. Ella se baja y arranca varios cables que están conectados al equipo médico del hospital. Suenan unas alarmas.
Una enfermera entra de pronto al cuarto e inspecciona lo que ocurre; entonces interfiere en el camino de Gabi para detenerla cuando nota su intención.
La hermana de Gala gime de dolor y sujeta su abdomen. Sin embargo, consigue evadir a la enfermera, quien vuelve a cortar su paso. Un médico y otro enfermero aparecen en la puerta y logran arrastrarla hacia la cama de nuevo. El doctor grita que le inyecten algo que no reconozco por el nombre.
Gala vuelve en sí y tiembla al ver como sujetan a su hermana entre dos personas mientras llora por su madre. La escena es desgarradora. La enfermera consigue insertar la jeringa en el brazo de Gabriela a pesar de todo el esfuerzo que la susodicha hace para evitarlo.
— ¡Lo lamento! —llora Cuca mientras sostiene la mano de quien considera su propia hija.
Mi cuñada se adormece lentamente hasta que queda inconsciente de una vez. Gala se aparta de mí y la observo extrañado pero ella mantiene los ojos en su familia.
—Tú no fallaste en nada, Cuca —habla por primera vez desde que volví a entrar—. Mamá estaba enferma mentalmente y esas pastillas que a diario tomaba nunca sirvieron de nada.
La señora niega con la cabeza, sin creer las palabras que escucha.
—Pero si le hubiese quitado el cuchillo, ella no habría...
— ¡No es tu culpa! —exclama mi novia—. ¡Ya deja de decirlo, por favor!
Estoy fuera de lugar aquí. Debo darles su espacio e intimidad para poder afrontar lo que están viviendo. Por eso, carraspeo y digo:
—Las dejaré a solas, ¿de acuerdo? —aviso y planto un beso en la frente de mi novia—. Ustedes necesitan hablar.
Ella asiente y muerde su labio inferior.
Al salir, cierro la puerta y en el pasillo me encuentro con mamá y el abuelo. No me sorprende que estén aquí en verdad porque han estado muy preocupados por Gala y por mí.
—Hola, ¿hace mucho que están aquí? —pregunto, tomando asiento entre ellos.
—Acabamos de llegar —contesta Enrico.
—Te ves pálido, hijo —dice mi madre con tono preocupado y aferra mi rostro entre sus manos—. ¿Te sientes mal? ¿Gala está bien?
—Yo estoy bien, no te preocupes —aseguro—. Con respecto a Gala, no. Y su hermana tampoco. Su madre murió.
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En ese Maravilloso Instante © (SP#1)
RomanceDesde temprana edad, Gala Machado comprendió que su madre no la quería ni sentía afecto por ella y se conformó con una vida que conlleva el instituto y su casa sin ninguna emoción. Luca Pesaressi sabe desde pequeño, que su vida está atada a su mejor...