Su mirada atónita me rompió el corazón. Claro que quería ser su amiga, pero... mi conciencia no me deja. Tendré en mi mente todo el tiempo la frase: «Estás cambiando la historia», si es que acepto ser su amiga.
Salí corriendo al bosque. Debí de haber esperado a Kakashi allí, pero no quería estar cerca de Naruto. Mis pies no dejaron de moverse, como cuando escapé del hospital. Hubo un momento que el cielo se tornó naranja y solo veía árboles. Estaba perdida, literalmente.
—Genial —refunfuñé y me senté contra un árbol.
Contemplé el cambio de colores en el cielo, recordé los atardeceres en la playa. Cómo extrañaba a Jade. Solo ha pasado un día sin que la vea... Bueno, realmente no sé cuántos días estuve inconsciente, pero ha sido un día desde que desperté.
Mis párpados comenzaron a pesarme. Se cerraron justo cuando la noche se hizo presente.
(...)
Sentí cosquillas en mis labios y abrí los ojos levemente. Pude notar una mano cerca de mi rostro. Alguien estaba rozando mis labios con sus dedos. Lancé mi pie contra el cuerpo que estaba en frente de mí, al mismo tiempo que gritaba y abría mis ojos lo más posible. Un destello amarillo rodó hasta estrellarse contra el árbol que se encontraba en frente de mí. Cuando se detuvo, me percaté que era Naruto. Me levanté con las intenciones de huir, pero algo en mi cuerpo me dijo que me quedara. Lo miré y un pensamiento fugaz apareció en mi mente: «Ser su amiga no cambiará la historia, ¿verdad?».
Mi mente y cordura gritaban que me alejara, pero mi cuerpo se encaminó hasta el de Naruto, quien se masajeaba la cabeza después del fuerte golpe que se dio. Me hinqué en frente de él e incliné mi cabeza de forma curiosa. Cuando se percató que alguien estaba en frente de él y ese alguien era yo, levantó sus manos en forma de rendición y con sus labios formó una sonrisa nerviosa.
—¡Perdona! Yo no quería despertarte. —Dicho esto, se rascó la nuca.
Segundos después, me sorprendí a mí misma rozando con mis dedos las marcas de sus mejillas. Alejé mis dedos de él y pude notar que un color carmesí aparecía en sus mejillas. Bajé me rostro y él tomó mi mano, la colocó en su mejilla y me sonrió.
—Está bien.
—M-me llamo... ______ —balbuceé.
Me sonrió. Sin planearlo ni analizarlo, solté sin miedo alguno:
—Seamos amigos.
—¿De veras? —un brillo apareció en sus ojos. Seguido, me abrazó.
Era la primera vez que me abrazaba. Sentí mi corazón latir a mil por segundo, casi podía decirse que me moriría por la velocidad de mis latidos. Mi rostro ardió, seguramente estaba más roja que un tomate. Dudé en corresponderle el abrazo, pero de un segundo a otro, mis brazos ya estaban al rededor de su cuerpo. Era lindo estar así con él, con la persona que ha hecho de mis días algo mejor.
Mi felicidad se esfumó, mi corazón se detuvo, y mi mente volvió a tomar control de todo. Me separé de él e intenté sonreírle, pero solo logré formar una mueca con mis labios. Me costaba sonreír, jamás tuve la necesidad de hacerlo a causa de la escasez de razones en mi infancia.
—Necesito volver a la aldea, me están esperando.
Me alejé de Naruto y un pensamiento fugaz me recordó la situación en la que estaba: perdida. Me giré sobre mis talones y noté a Naruto en el mismo lugar, mirándome.
—¿Tienes una cita con un chico? —soltó, bajando la mirada.
Mis mejillas ardieron y la furia tomó control de mí.
—¡Claro que no! Qué asco.
Y sí, pensar en un... novio... me hacía sentir náuseas.
—Entonces, ¿tu familia es la que te espera?
Una daga se clavó en mi corazón, al igual que un pensamiento en mi mente. «¿A quién puedo llamar "familia", en realidad?».
—No tengo. Me alejé de ellos ya que no me querían.
En parte, decía la verdad; pero admitirla frente a alguien hacía sentirme de lo peor, casi como una basura. Mi situación no debía incumbirle a nadie más que a mí; pero, Naruto me inspiraba confianza, más de la que Jade, mi mejor amiga, me ha proporcionado en los pocos años de amistad que llevamos.
—Te acompaño a la aldea.
Me dijo, tomó mi mano y sin mirarme, comenzó a caminar en una desconocida dirección para mí.
(...)
Salimos de entre unos arbustos a un lugar muy alto, donde se veía toda la aldea. El cielo estrellado era más grande y hermoso desde este lugar. Un minuto después de admirar y contemplar, me di cuenta que estábamos en las cabezas Hokage.
—¡Wow! —exclamé—. ¿Por qué me trajiste aquí? —le pregunté a Naruto, quien lanzaba una piedra hacia el cielo.
—Cuando me siento triste, vengo aquí a despejar mi mente y recordar mis metas: ¡seré el siguiente Hokage, de veras!
Su sonrisa abarcó casi todo su rostro. Él estaba muy orgulloso de sus sueños, a pesar de que todos le dijeran que es imposible, a pesar de que nadie confiara en él.
Corrí hasta él y lo abracé. No solo porque extrañara su tacto, sino porque ambos lo necesitábamos.
—Gracias —le susurré—. Seré tu amiga, Naruto. ¡De veras!
Me separe de él para admirar sus hermosos ojos azules, los cuales se llenaron de lágrimas al mismo tiempo que sus mejillas se tornaron coloradas. Soltó unas lágrimas y las secó inmediatamente con el costado de su muñeca.
—¿Sucede algo? —le pregunté preocupada.
—Eres mi primera amiga —sollozó.
No pude evitar darle un abrazo más.
—¡Al fin te encuentro! —una voz familiar se escuchó y me separé de Naruto.
Miré en la dirección de la voz. El peliblanco que he admirado por años apareció frente a nosotros.
—¡Hola! —extendió la palma de su mano en señal de saludo.
«Si tan solo supieran que serán maestro y alumno...».
—Vamos, ______, debo llevarte con el Hokage.
Su tono era fastidioso, pero le obedecí. Me despedí de Naruto de una manera simple y seguí a Kakashi. Sabía que estaba mal en ser amiga de Naruto, pero ambos lo necesitábamos. Éramos unos chicos solos en el mundo; ahora, por el contrario, nos teníamos el uno al otro.
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Una Llama Congelada
FanfictionUn tonto. Un amargado. Un impuntual. Tres varones que eran mis personajes favoritos de una historieta. Los tres lograban que mis días tuvieran una pizca de felicidad. Pero, sin saber por qué, mis días no sólo se volvieron plenos de felicidad, sino q...