3. Ramen de la mala suerte

4.4K 535 259
                                    

Lo observé desde el suelo unos segundos, sintiendo un dolor en mi trasero por caer de esa manera. Kakashi me observó de arriba hacia abajo y el único ojo que podía verse se abrió se par en par. No duró mucho su asombro y volvió a su normalidad. Elevó su mano extendida y cerró su ojo alegremente.

—Hola —dijo con su típico tono alegre de voz—. Mi nombre es Kakashi Hatake.

A mis adentros quería abrazarlo y decirle que me asombra lo genial que es, pero decidí controlar mi cuerpo. Nadie debía saber de dónde provengo ni que sé lo que sucederá.

—Así que —continuó al ver que no respondí—..., te escapaste del hospital, ¿no es así?

Asentí lentamente.

—Bien, regresaremos ahí.

Extendió su mano para ayudarme a levantar. Levanté mi temblorosa mano y sentí un leve ardor en ésta, al igual que en la otra. Las miré y tenía unos raspones algo graves. Al parecer, cuando caí, puse mis manos y éstas recibieron el impacto.

—Veo que te lastimaste... Vamos.

Me tomó por debajo de mis hombros y logró levantarme sin esfuerzo. Después, colocó un brazo por encima de mis hombros, aunque, claro, yo le llegaba a la cintura, por lo que solo parecía que tenía su mano en mi hombro, no su brazo.

Me di por vencida: de Kakashi ya no puedo huir. Dejé que me guiara hacia el hospital de regreso. En el camino, los chicos de la Academia habían vuelto a clase, incluso Sasuke, a quien pensé que tendrían que llevarlo al hospital por mi osadía.

Al llegar al hospital, Kakashi siguió a mi lado, seguramente para evitar que escapara otra vez. Llegamos con la preocupada enfermera que vi cuando desperté. Me llevaron a mi habitación y también Kakashi entró. Después de curar las heridas de mis manos y vendarlas, la enfermera habló.

—Bien, necesito hacerte unos análisis de sangre, pequeña.

«Espera...». Observé como abría y cerraba un cajón y de éste sacó una... «¡inyección!».

—¡No me picarán con esa cosa! —apunté el objeto puntiagudo.

Bajé de la camilla y me escondí debajo. Odiaba las inyecciones, ¿quién no?

—Por favor, sal de ahí —pidió amablemente la enfermera, pero sabía que en el fondo estaba irritada por todo lo que he hecho desde que desperté.

—¡No lo haré! —Con sinceridad, no pensaba acercarme a esa cosa.

—No puede estar pasando —dijo Kakashi irritado. Casi pude ver cómo rodaba su ojo—. A ver...

La cama se elevó drásticamente y dejó ver a Kakashi. Él la levantó sin esfuerzo. Claro, mucho entrenamiento.

—Te propongo algo —dijo y me senté en posición fetal—: si dejas hacerte los análisis necesarios, te invito una comida y yo mismo te llevaré a ver al Hokage para que diga qué haremos contigo.

«¡Ramen!», pensé. Era mi sueño probar el ramen de Ichiraku. Y bien, no podía negarme a aquella propuesta.

Me levanté y dejé que Kakashi bajara la camilla para después sentarme. Dejé que me hicieran un estudio completo. Después de eso, vino lo difícil. Las preguntas de dónde venía, mi nombre, edad, y tal.

—¿Cuál es tu nombre? —comenzó la enfermera.

—______…

Iba a decir mi apellido y callé. El recordar a mi padre me enfurecía. Era mi sangre, pero se merecía mi odio por lo que me ha hecho.

Una Llama CongeladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora