Camino hasta el lugar que me asignó Iruka-sensei, ignorando el hecho de que Sasuke no nota mi presencia. Cuando estoy a su lado, me mira y noto su frustración. Me siento en la silla y la clase comienza.
—¿Por qué te sientas a mi lado? —me pregunta, en voz baja.
—Yo no lo decidí, fue el sensei.
—No soy tan tonto para creer esa historia. Seguramente aceptaste este asiento para molestarme.
—No todo el mundo gira alrededor de ti —le digo—, arrogante.
La venita en su frente se hace presente cuando se enfada. Es divertido, pero mi sonrisa no aparece.
—Niña malcriada. ¿Quiénes son tus padres? —pregunta bruscamente.
«¿Padres?». Solo tengo uno que me odia y que ni siquiera está en este mundo. Ni siquiera sé dónde está.
—¿Por qué preguntas? —le digo con un nudo en la garganta.
—Por nada —finaliza.
No sé si notó mi incomodidad al hablar de mis padres, pero no me dirigió la palabra en el resto de la clase. Sé que él perdió a su familia y solo busca vengar a su clan matando a su hermano mayor; sin embargo, me cuesta expresarme incluso si comparten una historia parecida a la mía, donde no tienen a nadie en el mundo a excepción de una persona a la cual odian.
En el receso, Naruto es castigado junto con Shikamaru, Chouji y Kiba, y se quedan dentro del salón. No tengo a nadie con quien estar. Una rubia y una pelirrosa pasan delante de mí, pero me ignoran y corren hacia Sasuke; son Ino y Sakura. Debajo de un árbol se encuentra un chico observando los insectos detalladamente: Shino. En una banca, una niña de cabello corto y flequillo come sola; es Hinata, la reconozco. Analizo mis opciones y me decido por la última. Camino hacia la niña que tiene un amor platónico por Naruto.
—Hola —la saludo—, ¿puedo sentarme?
Ella asiente.
—Soy ______ —sonrío débilmente.
—Y-yo... Hinata —hace lo mismo.
Como hablando pocas veces. Ella es muy tímida. Por un segundo agradezco eso, pero luego me arrepiento.
El receso termina y todos corren a clase. Unas personas chocan contra mí.
—¡Avanza más rápido! —me grita una voz chillona.
Me giro y está aquella rubia que, aun sin dirigirle la palabra, me agrada.
—¡Fíjate, Ino-puerca, es la nueva! —la regaña una pelirrosa por detrás suyo. La empuja y queda delante de mí—. Soy Sakura, tú debes ser ______...
—Soy Ino —la interrumpe—. Es un gusto conocerte. No deberías juntarte con chicas con cabello que parece chicle como Sakura.
Esto destruye la calma de la pelirrosa. Que comienza a gritarle. Decido ignorarlas y correr al salón. Solo han sido 40 minutos lejos de Naruto y con otras personas. Estoy volviéndome loca.
A lo lejos veo una cabellera rubia alocada. Me siento muy aliviada.
—¡Naruto! —le grito.
Él me mira y un color carmesí llena sus mejillas.
—¡Hola, ______!
Salto y le doy un abrazo. Pareciera que fuéramos uña y mugre.
(...)
Siete meses después, estoy en clase discutiendo con Sasuke, como ya es costumbre.
—En serio que no te soporto —me dice Sasuke.
—Como si me importara —respondo.
Un papel llega a mis manos, es una nota. La abro con la emoción de que sea Naruto el que la envía, pero no es así: es Shikamaru.
—No me dejan dormir tus discusiones con Sasuke —dice la nota.
—Me saca de quicio —respondo y la envío.
Tarda poco en volver. Mis mejillas arden cuando leo lo que dice:
—Parecieran esposos. El arrogante y la chica sin sonrisa.
Me da un tic en el ojo y escribo:
—Cierra la boca, flojo.
La envío y cuando vuelve a mí, actúo sin pensar.
—Dile a tu esposo, el arrogante —dice la nota—, que deje de mirar nuestra conversación.
Cierro la nota y miro a Sasuke. El nota que me entero de lo que hacía y se gira con un leve sonrojo. «¿Sasuke sonrojado?». Se ve pocas veces, pero en estos momentos no me importa.
—¡Eres un chismoso! —le grito.
Todo el salón me mira y deseo que la tierra me coma viva.
—¿Te parece? —pregunta el maestro y por primera vez me doy cuenta en qué clase estoy y el tema que estamos viendo: la importancia de obtener información.
Me siento como un bicho raro y miro a todos. Naruto me mira asombrado y siento mis mejillas arder.
—Los ninjas consiguen información para el bien de la aldea, no porque sean chismosos, ______ —dice firme—. Sal del salón y espérame en la salida.
«Mi primer castigo, asombroso».
Miro a Sasuke con odio. Todo lo positivo que pensaba de él se esfumó desde la primera vez que le hablé. Ahora lo odio. Si llego a graduarme de la Academia, deseo que no me toque en el mismo equipo que él, aunque, no creo que sea posible. Él, Naruto y Sakura estarán en el mismo equipo, y yo, no lo sé. Había olvidado que no pertenezco a esta historia, así que mi participación no está definida.
Salgo del salón, enojada. Todos me miran, pero hay una mirada que me provoca un nudo en el estómago. ¿Nervios? ¿Preocupación? No lo sé, pero Naruto no quita su vista de mí.
(...)
Mis piernas y brazos están temblando. Me cuesta respirar y tengo mucha sed. El cielo está anaranjado cuando lanzo un kunai más. Fallo.
Los profesores sabían mi debilidad: puntería; por lo que aprovecharon eso y me castigaron. Me dijeron que si no acertaba 10 veces en el centro del objetivo, no me iría a casa. Solo he acertado tres veces.
«Débil», aparece en mi mente.
Caigo de rodillas y mis lágrimas inundan mis ojos. Caen por mis mejillas y aterrizan en la tierra.
Es verdad... Ni siquiera pertenezco a este mundo, ¿cómo puedo intentar siquiera hacer algo natural de aquí, como lanzar un kunai?
Soy débil, lo sé, pero...
«—No me gusta que me subestimen», le dije una vez a Naruto.
Hice locuras para demostrar eso y en este instante me estoy subestimando a mí misma. «¿Cómo es posible?». Me digo débil cuando quiero demostrar que sí puedo. He pasado diez meses en este mundo. Diez meses siendo amiga de una persona que no se rinde. ¿Y qué es lo que hago? ¿Rendirme? ¿Ser opacada? No, señor. Tal vez, si llegué a este mundo es por algo. Tal vez, mi deber es algo grande. Tal vez, debo demostrar que puedo ser alguien.
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Una Llama Congelada
FanfictionUn tonto. Un amargado. Un impuntual. Tres varones que eran mis personajes favoritos de una historieta. Los tres lograban que mis días tuvieran una pizca de felicidad. Pero, sin saber por qué, mis días no sólo se volvieron plenos de felicidad, sino q...