Después de varios minutos, llegamos a un pequeño claro donde divisamos a Shikamaru peleando contra varios ninjas enemigos él solo. Asuma se adelanta y golpea dos que quisieron atacarlo. Llego a su lado con las intenciones de ayudar a Shikamaru, pero un ninja se interpone en mi camino. Asuma intenta acercarse, pero otros lo atacan y Shikamaru está demasiado débil como para ayudarnos. El ninja que está en frente de mí se acerca con un kunai. Retrocedo, sin saber cómo atacar a un ninja superior. Me ataca y detengo el tiempo lo suficiente para sacar un kunai y defenderme. El ninja me mira asombrado por mi supuesta rapidez; pero yo no pierdo el tiempo. Desvío su kunai y le doy un golpe en el pecho con la palma extendida, lo que hace que retroceda un poco. Hace ademán de volver a acercarse, pero cae al suelo y comienza a toser sangre.
—¿Qué has —me pregunta—... hecho?
Se pone de pie, con dificultad, y avanza para atacarme otra vez; sin embargo, está demasiado débil como para actuar rápido. Le doy otro golpe con la palma extendida. Pareciera que estoy utilizando el estilo de los Hyuuga, pero no es así. Tras pocos golpes, el ninja cae al suelo y parece haber muerto. Miro a mi alrededor y Asuma ya ha derrotado a la mayoría. Se me acercan otros dos y hago la misma técnica de las palmas extendidas. Caen rendidos con facilidad.
—¿Están bien, niños? —nos pregunta Asuma.
—Sí —dice Shikamaru.
Me acerco a él, para ayudarle a levantarse. Extiendo mi mano y ambos soltamos un grito al ver mi extremidad: está de color púrpura, como si estuviera tatuada.
—¡______, no toques a Shikamaru! —advierte Asuma.
Me alejo de ellos, sin saber qué ocurre. El sensei saca unos guantes negros de entre sus cosas y me los da.
—Póntelos —ordena—. Has despertado otra parte de tu kekkei genkai —me explica y no dudo en ponérmelos.
Cuando se trata de mi kekkei genkai, temo por la vida de todos.
—Debo irme —les digo.
—No te quites los guantes a menos que quieras retroceder el tiempo en algo o alguien —me advierte.
Asiento a su consejo, sin entenderlo por completo. Salto entre los árboles, esperando que no sea muy tarde.
(...)
«¿Retroceder el tiempo en algo o alguien?», me pregunto cuando recuerdo las palabras de Asuma-sensei. «¿Qué quiso decir?». Recuerdo cuando ataqué a los ninjas con las palmas extendidas. «¿Retrocedí el tiempo en sus cuerpos?». Cuando ataqué por primera vez al primer ninja, toqué su pecho; entonces, si retrocedo el tiempo en el cuerpo de alguien cuando lo toco, y ese ninja estaba saludable, ¿significa que debilité su corazón? Por lo que creo, hice más joven su corazón, y con cada ataque, lo hacía más. Puede que llegó un momento en que no pudo bombear tanta sangre como lo haría uno normal. «Entonces, ¿si toco el cuerpo de alguien, puedo lograr hacer desparecer sus órganos internos?».
No tengo tiempo de pensar en una respuesta, ya que a lo lejos veo a Naruto a punto de atacar a un Gaara a media transformación. Utilizo mi Seisujikan y me teletransporto entre ellos, desviando el ataque de Naruto justo a tiempo.
—¿______? —pregunta cuando cae en el árbol—. ¡¿Por qué hiciste eso?! ¡Es el enemigo!
Miro a mi alrededor: Sasuke tiene su marca de maldición avanzada y Sakura está a su lado.
—Lo hice porque hay otro camino que no es la guerra —le contesto a mi mejor amigo.
Siento la mirada de Sasuke sobre mí y le correspondo por pocos segundos; después, me giro hacia Gaara.
—No debiste —me dice—... ¡No debiste de protegerme!
Cae de rodillas y sujeta su cabeza mientras grita. Sé que el Shukaku lo está atormentando, así que me acerco a él y lo tomo por sus hombros.
—Escucha, Gaara —le digo, buscando su mirada—. Estás a tiempo para ser alguien de bien. No tienes por qué hacer esto. Yo estoy aquí y te...
Pero no termino mi frase, porque su mano transformada se estira y me toma hasta estrellarme contra un árbol.
—¡MIENTES! —grita cuando escupo sangre.
Siento un terrible dolor en mi espalda y me cuesta respirar.
—¡______! —gritan Sasuke y Naruto cuando ven lo que ocurre.
—¡Ahora sí que te voy a matar! —amenaza Naruto, atacando a Gaara.
Cierro los ojos, incluso me cuesta ver por el dolor. Sé que Gaara suelta su garra y crea una nueva con la arena. Cuando vuelvo a abrir los ojos, Naruto intenta atacar a Gaara, pero éste lo esquiva y va hacia Sasuke. Como no puede defenderse, Sakura se interpone y ese acto lastima internamente a Gaara, por lo que la acorrala de la misma manera que a mí.
—Sakura —susurro.
Naruto y Gaara pelean más tiempo, hasta que cierro los ojos por la presión que aumenta en la garra. No puedo evitar soltar un grito de dolor.
—¡______! —me llama Sasuke, pero no le puedo contestar. No tengo aire en mis pulmones.
Entonces, Gaara termina de transformarse y Naruto invoca a Gamakichi, después a Gamabunta. Y comienza la gran batalla.
«¿Y qué hago yo aquí? ¿Estar acorralada sin ayudar cuando mis amigos están en peligro?». No, claro que no.
Abro con dificultad mis ojos y me concentro.
—¡Seisujikan! —grito en un susurro y me teletransporto.
«Es una suerte que pueda usar mi kekkei genkai en momentos así con sólo decirlo y pedirlo». Camino con dificultad hacia Sasuke y me arrodillo a su lado.
—¿Cómo lo... hiciste? —pregunta tomando su cuello.
—Tranquilo, Sasuke. Estoy bien y te ayudaré —le digo, algo aterrada por la situación.
Miro a Sakura y pienso: «Si no la saco de allí, puede morir». Tomo la botella que (desde la segunda prueba de los exámenes chuunin) siempre cargo y me encamino hacia la pelirrosa. Mojo la arena, con la esperanza que se debilite; y así lo hace. Saco un kunai y comienzo a despojar la arena del cuerpo de Sakura. Cuando está libre, la ayudo a sentarse contra el tronco.
—Creo que —me dice y hace una mueca de dolor—... tengo una costilla rota.
—Retrocede el tiempo —escucho que dice el ente en mi cabeza.
Me quito el guante izquierdo y cuando ve mi mano con terror, le explico:
—Te ayudaré.
Con miedo a lastimarla, coloco mi mano en su torso y con suma concentración, logro curarla.
—Ya no siento dolor —dice con asombro—. ¿Cómo...?
Entonces, me doy cuenta que mi nueva técnica puede ser tanto un defecto como una habilidad.
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Una Llama Congelada
FanfictionUn tonto. Un amargado. Un impuntual. Tres varones que eran mis personajes favoritos de una historieta. Los tres lograban que mis días tuvieran una pizca de felicidad. Pero, sin saber por qué, mis días no sólo se volvieron plenos de felicidad, sino q...