67. Todo lo que pueda

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Me alejo de la chica pelirrosa y camino con dirección hacia la torre de la Hokage. Después de la última vez que salí sin permiso de la Hoja, no pienso salir sin avisar; por lo tanto, me apresuro para llegar a mi destino. Para acelerar mi camino, salto sobre los tejados y corro sobre ellos. No tardo más de cinco minutos en llegar. Entro corriendo por la puerta y giro por el pasillo que me llevará hasta la oficina; sin embargo, un ninja se interpone ante mí y me obligo a detenerme.

—¿A dónde vas, niña?

Lo fulmino con la mirada y me cruzo de brazos, a la vez que apoyo todo mi peso en una pierna.

—Debo ir con la Hokage —digo con seriedad—. Es urgente.

El hombre me mira de pies a cabeza, niega con la cabeza y chasquea la lengua, en señal de desaprobación. «Si no tuviera prisa, lo derrotaría aquí mismo», digo en mi mente.

—Ella está ocupada. Tendrás que esperar.

Hago mis manos puños y estiro mis brazos a los costados cuando doy un golpe en el suelo con mi pie.

—¡La iré a ver y usted no podrá impedirlo! —le advierto.

Comienzo a caminar siguiendo el mismo camino que antes y, cuando paso al lado del hombre, él me coloca la mano en mi hombro, deteniéndome.

—No lo harás —me dice con firmeza.

Me empuja con levedad hacia atrás, logrando que retroceda unos pasos. «¡¿Por qué no entiende este idiota, que necesito ver a lady Tsunade?!».

Cuando mis sentimientos comienzan a tomar control en mis facciones faciales, recuerdo una habilidad de mi kekkei genkai y decido utilizarla, con el consejo que me dio mi hermano. Cierro mi ojo izquierdo y dejo abierto el derecho, que sirve para el seisu (o control del espacio). Me concentro, evitando ver la cara de confusión de hombre, y me teletransporto detrás de él. Cerrando el ojo que no ocupo, el poder de mi kekkei genkai se va hacia el otro y es más fácil controlarlo.

—Le dije —le muestro una sonrisa arrogante a la vez que comienzo a correr.

—¡Vuelve aquí, mocosa!

Ignoro su voz y me concentro en usar toda mi velocidad para llegar a la oficina de Tsunade. Cuando diviso la puerta, acelero mi paso. No me molesto en tocar cuando abro la puerta de par en par.

—¡Lady Tsunade, quer...!

Pero no termino mi oración ya que el mismo ninja que se interpuso en mi camino al llegar, aparece y me cubre la boca, evitando que pronuncie palabra alguna. Me agito e intento zafarme de su agarre. Al ver la mirada de irritación y confusión en Tsunade, me asusto y no dudo en usar el seisu de nuevo para escapar del hombre que me aprisiona. Aparezco al lado de la Hokage.

—¡¿Cómo demonios haces eso?! —me pregunta el hombre.

Recupero mi aliento y extiendo mi brazo, levantando el pulgar.

—Es...

Pero vuelvo a perder el aliento antes de dar mi explicación. Usar mi kekkei genkai seguido me cansa de maneras que no se pueden conocer.

—Puedes retirarte, Ryuu —le dice la Hokage al ninja.

Él me mira enojado y le saco la lengua, en forma victoriosa. Cuando cierra la puerta, me giro hacia mi superior y mi actitud se torna seria.

—¿Qué necesitas, ______? —me pregunta, con los ojos cerrados. Sé que evita mostrar su irritación.

—Quiero su permiso para ir con los que buscan a Sasuke.

Ella abre sus ojos y me mira. Su mirada es tan penetrante que me obligo a desviar la mía y posar la sobre el libro que ella tiene en su escritorio. Noto que es un libro médico. En ese instante, recuerdo a Lee.

—¿Por qué? —me pregunta.

Vacilo si decirle o no la verdad; pero, al fin y al cabo, ella es la Hokage.

—Usted sabe que me crie en otra dimensión, ¿cierto?

Vuelvo a mirarla y siento de nuevo la misma intensidad en su mirada. Esta vez, no la desvío.

Ella asiente ante mi suposición.

—En esa dimensión, esta historia está escrita, y yo la leí —me sincero—. Pero gracias a que llegué yo a la historia, ésta cambió. Hay algunas cosas que no deberían de pasar —concluyo.

Ella vuelve a cerrar los ojos, meditando las palabras que le acabo de decir. Cuando los abre, mira en dirección a la puerta, y dice:

—¿Qué necesitas para ayudar?

Me sorprendo por la facilidad en la que accedió y agito la cabeza, volviendo a reaccionar. Coloco mis manos en su escritorio y la miro fijamente antes de decir:

—Un bote con agua y guantes que cubran mis dedos.

«¿Armas? Tengo suficientes en mi bolsa».

Ella, sin decir nada, abre varios cajones hasta encontrar lo que buscaba: unos guantes. Me los entrega y comienzo a cambiar mis vendas por los negros guantes que me dio la Hokage. Después, la sigo hacia las puertas de su oficina. Termino con el cambio de cubierta de mi mano izquierda y comienzo con el de la derecha. Sigo a Tsunade por los pasillos de la torre hasta llegar a la recepción. Ahí veo al ninja que me detuvo al entrar.

—Ryuu —lo llama.

—¿Sí, lady Hokage? —se pone en posición firme y mira a su superior.

—Necesito que le des tu cantimplora a ______.

Abre los ojos como platos y me mira. Esta vez, no le dedico ningún tipo de mirada y él acepta darme su cantimplora. Después, me vuelvo hacia lady Tsunade.

—Muchas gracias.

Me giro hacia la puerta con intenciones de irme, pero siento una mano en mi hombro. Me vuelvo y noto que es la Hokage quien me detiene.

—Cuídate, ______ —me pide.

Le sonrío con amabilidad.

—Lo haré.

Dicho esto, salgo corriendo con dirección a la entrada. Cuando llego, diviso un cuerpo femenino de punta rosa. «Sakura».

—Sigues aquí —le señalo.

Ella me mira y noto sus ojos rojos. Siento una terrible compasión en mi corazón.

—Los espero —me dice.

Miro en la dirección que siguieron mis amigos en busca de Sasuke y suspiro.

—Lo buscaré también —digo, sin dejar de mirar mi camino.

Ella no dice nada y comienzo a caminar hacia mi destino. Sin embargo, me detengo cuando sólo he avanzado unos metros. Me vuelvo hacia ella y, con una mirada sonriente, le digo:

—Haré todo lo que pueda para traerlo, lo prometo.

Una Llama CongeladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora