70. No te vayas

1.1K 166 25
                                    

—¡Gaara! —lo llamo.

El nombrado me deja detrás de él, en forma de protección. «Entonces, siempre sí vinieron a ayudar».

—¿Alguna información que me puedas dar del enemigo? —me pregunta con su típico tono de voz frío.

—Puede sacar sus propios huesos y usarlos como armas —respondo en el momento en que me pongo de pie.

—Entiendo...

Kimimaro comienza correr hacia nosotros, pero Gaara coloca sus manos en el suelo y dos metros delante de nosotros aparece un gran muro de arena.

—Ve en busca de Naruto y Sasuke —me ordena.

—¿Estarás bien?

—¿Siempre me preguntarás eso? —me dedica una mirada.

Le muestro una sonrisa que termina siendo una mueca gracias a la situación. Observo a mi alrededor y veo que en un punto las nubes comienzan a juntarse para formar una lluvia. «Estoy cerca». Me concentro en los primeros árboles que me abren paso hacia esa dirección, intentando reunir suficiente chakra para teletransportarme a ese lugar. Pero entonces, Kimimaro traspasa la barrera de arena de Gaara. Cuando estoy a punto de gritar para alarmarlo, veo cómo se defiende con facilidad. «Lo tiene controlado».

Me giro nuevamente hacia los árboles y me teletransporto. Le dedico una última mirada a mi antiguo lugar de batalla y me vuelvo hacia la dirección donde se lleva a cabo la única batalla que me importa. «No debe ser tan tarde», me repito, intentando convencerme a mí misma. Uso mi control de chakra para reunirlo en mis pies y aumentar la velocidad.

Pasados los minutos, el agua comienza a caer encima de mí, empapando mi ropa y cabello. Muy cerca, diviso un pequeño río delante de mí, tras unos arbustos. Pierdo el control del chakra y rompo una rama, cayendo de cara en el suelo. Me sofoco e intento levantarme. Poco a poco recupero el aliento y miro en dirección hacia el lugar de la batalla. Dejo de respirar cuando veo la figura de mi Uchiha frente a mi rubio favorito. Mi corazón se rompe al ver la banda del azabache en el suelo, al lado de un inconsciente Naruto. Noto que se gira para retirarse. Entonces, reacciono y comienzo a correr hacia él. Me tambaleo al levantarme, atravieso los arbustos y grito:

—¡SASUKE!

Mi voz está quebrada, pero tiene la suficiente fuerza para llamarlo. Caigo de rodillas al tropezar con mis propios pies por mi falta de energía. Mis manos se lastiman por amortiguar la caída y me doy cuenta que dejé mis guantes en el campo de batalla contra Kimimaro.

Me levanto con las pocas fuerzas que me quedan y noto que mi azabache se ha detenido al escuchar mi voz. Camino despacio hacia él, con miedo a que huya y se aleje de mí para siempre. Llego hasta Naruto y le doy una mirada rápida: solo se quedó sin chakra. Continúo mi camino y me detengo a sólo dos metros de Sasuke. En mi mente hay demasiadas preguntas que exigen con fuerza una respuesta; sin embargo, lo único que sale de mis labios es:

—¿A dónde vas?

Mi voz es un hilo de voz cuando hablo. Sasuke se queda callado y se gira, con lentitud. Veo por primera vez su rostro en un buen tiempo. No me dirige la mirada, pero al menos sé que está consciente que estoy aquí, con él.

«Tiene una herida en la mejilla», noto. Me acerco a él con precaución, estiro mi mano y él retrocede. Me duele el corazón por su acción. «¿Cree que lo lastimaré?».

—Déjame curarte —le pido.

Vuelvo a acercar mi mano cuando guarda silencio. Coloco las yemas de mis dedos delicadamente en su piel y, con poca sustancia púrpura, curo su herida hasta dejarla muy pequeña. Alejo mi mano y observo su rostro, buscando su mirada. Cuando no la recibo, mis ojos se llenan de lágrimas y no me resisto: llevo mis manos hacia su espalda y apego su cuerpo al mío, en un fuerte abrazo. Dejo escapar todas y cada una de mis lágrimas en el pequeño espacio que hay entre su cuello y su hombro. Siento sus manos en mi cintura y temo que me aleje, así que me aferro con más fuerza a su cuerpo. En este momento, no me importa si lo asfixio o no. Solo quiero que se quede.

—No te vayas, por favor —ruego—. Quédate conmigo. No te vayas... No te vayas.

Mi voz está siendo callada por el poco espacio que tengo para hablar. Sus manos rodean mi cintura y me apega más.

—Debo irme —me susurra al oído y pareciera que me apuñalan el corazón.

—No te despidas.

Me abraza con más fuerza. Si alguno aplica más fuerza, nos lastimaremos. Pero prefiero eso a que se aleje por siempre.

—No lo hice —responde a mi petición.

Permanecemos en silencio pocos segundos, a excepción de mis sollozos. Llevo mi mano a su cabello y comienzo a jugar con él.

—Debo irme —repite.

Levanto un poco mi cabeza, lo suficiente para poder oler su cuello y memorizar su olor.

—Llévame contigo —le ruego.

—No puedes...

Me alejo con brusquedad y me quito la banda, dejando al aire la marca de maldición de Orochimaru.

—Puedo ir. Orochimaru me quiere —le digo.

Sasuke mira sin sentimiento alguno la marca y después, pero por primera vez, me mira a los ojos. Siento una ráfaga de distintos sentimientos pasar por todo mi ser.

—No estás lista para esto —me dice.

Entreabro los labios y sujeto con fuerza mi banda. Las lágrimas vuelven a caer sin pedir permiso. Cierro los ojos, con la esperanza de que se detengan; pero no lo hacen y caen con mayor abundancia.

—Entonces, quédate —ruego con la voz quebrada—. Yo te ayudaré a volverte más fuerte. Te acompañaré en el momento en el que te decidas a matar a Itachi. Estaré contigo siempre. Pero no me dejes. No me alejes de ti. No puedo imaginarme estar sin ti. Sé que eres un arrogante y orgulloso, pero yo conozco tu verdadero yo: uno tierno y que necesita de cariño. Yo puedo darte ese cariño y apoyarte, también aceptarte tal cual eres. Sólo... quédate. Por favor...

Mi voz se apaga en el último segundo. Miro a los ojos a Sasuke, aunque mi vista es borrosa gracias a las cristalinas lágrimas que inundan mis ojos. Sasuke se acerca sin prisa hacia mí, coloca su mano en mi mejilla y acuno mi cabeza en ésta. Dejo que me acaricie la piel unos segundos hasta que me toma con la otra mano mi otra mejilla. Me hace mirarlo a los ojos y acerca su rostro al mío. Cierro los ojos y siento el frío tacto de sus labios con los míos. Están húmedos por la lluvia, pero son tan suaves como los recuerdo. Tengo la sensación de querer más, pero mi azabache se aleja. No abro los ojos.

—Cuídate —susurra.

Sus manos se alejan de mi rostro y escucho sus pasos correr y alejarse. Aprieto mis ojos cuando sólo se escucha el ruido de la lluvia caer. No quiero abrir mis ojos. Quiero que todo sea un sueño. Quiero que, cuando los abra, él siga aquí. Quiero que esté a mi lado. Quiero verlo sonreír como solo él lo hace. Quiero acariciar su cabello una vez más, o contemplar sus profundos ojos negros.

Pero mis deseos no se cumplirán, pues Sasuke Uchiha se ha ido.

Una Llama CongeladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora