23. Inicia la segunda prueba

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Miro el contrato que dice que no se harán responsables de nuestra muerte en el Bosque de la Muerte, una vez más. ¿Cómo es que el tiempo pasó tan rápido? Hoy o mañana, Sasuke recibirá el sello de Orochimaru y lo despertará dentro de los próximos tres días; en cinco días estaremos en las preliminares; y, dentro de un mes, estaremos en las finales... o por lo menos, Sasuke y Naruto lo estarán.

Paso mis manos por mi rostro, analizando todas las situaciones que pasarán. Por ahora, en lo que debo de enfocarme es en proteger a Sasuke. Si he cambiado la historia varias veces ya, entonces creo que lo intentaré una vez más. Si Sasuke no consigue el sello, entonces no abandonará la aldea. Él no se irá si lo protejo.

—¿Acaso estás pensando en renunciar? —me preguntan, sacándome de mis pensamientos.

—¡Sasuke! —exclamo cuando veo quién es. Después, recuerdo su pregunta y contesto—: No, claro que no. Es solo que tengo varias cosas en la cabeza —explico.

—¿Y cuáles son? —pregunta, sentándose a mi lado, contra la misma roca.

—¿Realmente quieres saberlo? —enarco una ceja.

No obtengo respuesta rápidamente, así que me giro y veo de nuevo el papel.

—Ya lo sé —le digo—, es obvio que...

—Sí —responde, interrumpiéndome—. Si así te puedo conocer un poco más —lo miro y tiene un leve sonrojo—, entonces quisiera escucharte.

Mis mejillas arden y él me mira. Estamos tan cerca que si quisiera, podría robarme un beso en este instante y yo no podría evitarlo.

—¡Tienen cinco minutos! —grita Anko y nos separamos.

Trago saliva y me repongo en poco tiempo. No debería hacer esto. Sé que Sakura e Ino están enamoradas de Sasuke, y yo soy amiga de ellas. Además, Naruto me quiere y yo a él. Aunque... estoy igual con Sasuke. Tengo mis sentimientos divididos. Si algo más sucede, no podría soportar mis emociones.

Tomo una pluma y el papel firmemente.

—Ven, Sasuke —le digo.

Hago que se gire y escribo, sobre su espalda, mi firma en el papel.

—Si no renuncias, úsala.

Le doy la pluma y me giro. Sé que no renunciará.

(...)

Sasuke guarda el pergamino y nos posicionamos en nuestra puerta. Si todo sale según lo planeado, entonces, no creo que debamos preocuparnos.

Dan la señal de que podemos iniciar y entramos corriendo. Ni cinco minutos llevábamos y escuchamos un grito desgarrador.

—¿Qué fue eso? —pregunto.

Se escucha peor en la vida real que en la serie. Todo será peor, lo sé.

—Algo le ha pasado a alguien —responde Sasuke.

—Yo, ahorita vengo —ríe nerviosamente Naruto.

—¿A dónde vas? —le pregunta el azabache.

—Debo ir al trono —dicho esto, corre.

¿Ir al trono? «Espera un segundo...». Cuando me doy cuenta de qué quiso decir, hago una mueca de asco.

Me siento contra un árbol y suspiro. Ya comienza todo.

(...)

—¡Sí que tenía mucha! Escribí todo mi nombre —dice cuando llega.

Sé que no es él, así que me pongo en guardia. Saco un shuriken y se lo lanzo. Alcanza a cortarlo por el hombro.

—¡¿Qué te sucede, ______?! —se queja.

—¡Sé que no eres tú! —le grito.

—¡Claro que soy yo! ¡Soy Naruto!

—¿Ah, sí? —le digo incrédula.

—¿Qué te hace pensar que no es él, ______? —me pregunta Sasuke, pero lo ignoro.

—¿Qué me dijiste cuando fuimos a nuestra última misión en el País del Té? —pregunto.

Sasuke me mira de reojo. Con esto caerá.

—Te dije —comienza—… que me gustabas.

Sonrío de lado. Qué mentira tan estúpida.

Sasuke lo ataca sin darme cuenta. Se descubre que es un ninja de la Lluvia. En pocos segundos, Sasuke lo vence.

—¿Cómo supiste que no era él? —me pregunta.

—Tenía su porta armas en el lado izquierdo —me excuso—: Naruto es diestro. Además, jamás fuimos al País del Té.

Veo que Sasuke se irrita un poco, puede que sea porque él no lo descubrió antes. En eso, llega el verdadero Naruto.

—¡Oigan, chicos! —grita al llegar. Sasuke se pone a la defensiva—. ¡Un ninja del sonido me tendió una trampa! Al parecer...

Se queda mudo cuando ve al ninja en el suelo.

—Ya acabaron con él —se queja.

—¿Cómo sé que eres tú? —pregunta Sasuke.

—¿A qué te refieres?

Se acerca, pero tropieza con una rama y cae de cara. Hace un gemido de dolor y todo parece de película. Me recuerda a algo...

—Es él —digo riendo.

Quiero ayudarlo a levantarse, pero me recuerdo lo que me hizo.

—Bien —dice Sasuke—, debemos de hacer una contraseña para que, cuando nos separemos y volvamos a encontrar, la digamos y sepamos que somos nosotros.

—¿Y cuál es? —pregunto.

—La pregunta será: “¿Cuándo ataca un ninja?”. Y la respuesta es: “Un ninja espera a que llegue el momento indicado. Cuando el enemigo duerme y baja su guardia, cuando sus armas yacen olvidadas en la quietud de la noche. Ese es el momento para un ataque ninja”.

Sé que Naruto la olvidará, pero al menos yo no. La he escuchado muchas veces como para no memorizarla.

(...)

Estamos caminando por el bosque. Es raro que no hayan atacado aún, pero no debo bajar la guardia ni un segundo. «No debería de tardar en llegar...». Un ruido se escucha tras los árboles y todos nos ponemos en posición de ataque. Entre los árboles, sale una serpiente gigante. Nos ataca, pero logramos esquivarla.

—¡Quédense arriba! —ordena Sasuke, creyendo que no nos alcanzará.

La serpiente se arrastra por varios segundos abajo, pero luego se eleva y decide atacar a Naruto.

—¡Naruto, cuidado! —le grito y salto a su lado.

Lo empujo para que caiga y la serpiente se estrella contra mí. Me aferro a su frente, pero gracias al golpe he quedado sin aire. La serpiente se sacude y no puedo más. Me suelto en contra de mi voluntad y salgo volando lejos de mi equipo.

Una Llama CongeladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora