75. Miedo

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Abro los ojos solo para darme cuenta que estoy en una habitación blanca. Miro a mi alrededor y encuentro una pantalla de color negro. Doy unos pasos hacia la pantalla y se enciende, dejando ver lo último que vi. Veo cómo mi cuerpo comienza a atacar a los ninjas, dejándolos malheridos, mientras que Issei retrocede con un poco de temor. Siento una punzada en mi pecho al notar el miedo en su mirada.

—Issei —susurro.

Siento una mano colocarse en mi hombro y me giro. Lo primero que veo es el color púrpura que se extiende cubriendo el cuerpo del ser que está en frente de mí. Tiene los ojos cerrados y sus labios son finos, al igual que su nariz. Está vestido con una túnica teñida de color púrpura grisáceo y su cabello es de un violeta oscuro, llegándole hasta el hombro. Si no fuera porque su túnica deja ver su pecho, diría que es una mujer.

Mi energía va disminuyendo y me doy cuenta que el aura púrpura que lo rodea también contiene mi chakra. Me alejo con velocidad de él y me coloco en posición de defensa. Él abre sus ojos y muestra un color blanco dentro de ellos. Es el único color que no tiene que ver con el morado. Lo observo unos instantes, intercambiando nuestras miradas.

—______ Umi —dice.

Frunzo el ceño y me tenso. Sé quién es el propietario de esa voz.

—Mi nombre es ______ Hatake, Bugendai —le digo.

No muestra ningún sentimiento en su rostro y me mira con indiferencia. De un segundo a otro, llega a mí y me toma por el cuello, elevándome en el aire. Por instinto, tomo sus manos y forcejeo para que me suelte. Pero es en vano.

—Estoy casi listo para que me veas —susurra a centímetros de mi rostro.

Mi cabeza comienza a palpitar y clavo mis uñas en sus muñecas.

—Decidí que yo sería quien llamara al otro —digo entre dientes—, no tú.

Utilizo el Seisujikan y me teletransporto detrás de él, dándole la espalda. Logro ver la pantalla y veo que los cinco ninjas han caído, e Issei está contra un árbol y tiene el brazo en su regazo. Me asusto al ver tal escena.

—Tu cuerpo lo causó —escucho la voz del demonio—. Le has roto el brazo y casi matas a los renegados.

La escena cambia al rostro de mi padre en frente de mí. Me mira con desesperación e intenta hablarme, pero mi puño se estrella contra su rostro y cae al suelo. Vuelve a verse a Issei, pero la diferencia es que Sakura está a su lado. Mi mirada va a la bolsa de armas que cargo siempre y mi mano saca un kunai. Lo sostiene con firmeza y apunta a mis amigos. La pelichicle se posiciona en frente de Issei y me mira con algo de miedo. Para entonces, mi respiración ha comenzado a agitarse y las manos de Bugendai me han tomado por los hombros, absorbiendo mi chakra.

Comienzo a temblar por el miedo que me causo yo misma. Mi cuerpo lleva mi mano hacia atrás, listo para disparar el kunai hacia mi amiga. Entonces, unos ojos azules se posan en la pantalla.

—¡Vamos, ______! —me suplica Naruto, quien toma a mi cuerpo de mis hombros—. ¡Debes volver!

La pantalla desaparece poco a poco, a la vez que, en frente de mí, se materializa la figura de Naruto. Sus manos me toman de los hombros y obligan a Bugendai a dejarme. Lo que más brilla de él, son sus ojos.

—No dejes que te controle el demonio de los Umi —me dice.

Veo sus labios moverse y cada vez siento más su agarre. Sus rubios y largos cabellos se forman y las marcas de sus mejillas aparecen para ocupar su lugar.

—No lo hagas, ______.

Mi vista se aclara y me encuentro de nuevo en el bosque, con un kunai en mi mano derecho y Naruto en frente de mí. Respiro con desesperación, volviendo completamente en mí misma. Suelto el kunai y me cuelgo del cuello de Naruto. Mi respiración está agitada y jadeante. Alzo mi mirada y veo que Sakura suelta aire para después girarse y atender a Issei. Por otro lado, mi padre se levanta del suelo y lleva su mano a su rostro, justo donde acerté mi puño segundos antes.

Una Llama CongeladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora