—¡Esto es jodidamente injusto! —grito en cuanto me libero del ANBU, dirigiéndome hacia los ancianos—. ¡Me dicen que me convierto en chuunin y después se llevan a mi hermano! ¡Son unos...!
Pero, cuando voy a terminar la oración, siento un golpe en mi nuca y caigo al suelo.
(...)
El reloj suena en mi dormitorio. Sólo escucho un tic-tac continuo. Estiro mis entumecidas piernas y un dolor placentero me recorre. Me levanto de mi cama y camino hasta el baño. Lo único que hago es lavarme el rostro y colocarme la banda en el cuello para cubrir la marca de maldición. Salgo de mi casa y me dirijo hacia el bosque. «Ya casi es hora».
Cuando llego al lugar indicado, el chico peliverde aparece y me saluda; le devuelvo el saludo muy cortantemente. No es con malas intenciones, sino que, desde hace dos semanas cuando aprisionaron a mi hermano, mi felicidad se ha esfumado por completo. Todos mis amigos han estado apoyándome a mí y a mi padre, y lady Tsunade —que ya es Hokage desde hace diez días— ha intentado sacar a mi hermano del lugar donde lo retienen; pero el Consejo sigue evitándolo con la excusa de que "es un ex-miembro de Akatsuki".
Issei me pone bajo un genjutsu y comienzo con mi entrenamiento. Desde la partida de mi hermano, he tomado más en cuenta su consejo de calmarme y he podido salir sólo cuatro de trece veces del genjutsu de Issei, sin tener que tocar mi pecho; pero algo es algo.
Cuando terminamos, cada quien va por su camino hacia su casa. Ni siquiera ha atardecido y me siento más exhausta que nada. Paso por enfrente del local de las carnes asadas, donde veo al equipo 10 comer todos juntos y festejar que Shikamaru también ha ascendido a chuunin. Sigo caminando por las calles de la aldea hasta llegar a Ichiraku, donde mi estómago ruge como nunca antes. Reviso mis bolsillos y encuentro dinero suficiente para dos platos de ramen.
—Hola, señor Teuchi —saludo al entrar en el local.
—Hola, ______.
Entonces, la cabellera rubia a la que también he estado evitando, está presente frente a mí.
—Hola —me saluda en cuanto me ve y noto un leve color carmesí en sus mejillas.
—Hola, Naruto —le devuelvo el saludo.
Me siento a su lado, sin decir ninguna palabra y espero mi plato de ramen. Cuando me lo traen, no tardo en llevar los fideos a mi boca.
—Sasuke ha estado insoportable —comenta mi amigo rubio.
Termino los fideos y tomo un poco de agua, para aclarar mi garganta.
—¿Por qué?
—Fuimos a una misión.
—¡¿Qué?! —le pregunto muy alterada—. ¡Pero soy parte del equipo 7!
—Kakashi-sensei dijo que estabas muy ocupada entrenando y era mejor dejarte en paz.
Asiento, entendiendo su punto. Después, vuelvo a comer. Tomo otro bocado y vuelvo al inicio de la conversación.
—¿Por qué dices que Sasuke está insoportable? —le pregunto.
—Porque te extraña.
Él sonríe son tristeza y siento mis mejillas arder. Vuelvo mi vista hacia mi plato, intentando ocultar mi rubor.
—¡Volveré en la noche! —avisa al dueño.
Miro mi plato unos segundos y, después, decido girarme para detener a mi amigo.
—¡Naruto! —grito en cuanto me giro, pero es tarde y él ya se ha ido.
—Naruto tiene buenos sentimientos —me comenta Teuchi.
Lo volteo a ver y suspiro. Dejo el dinero sobre la mesa y decido salir del lugar. Con Naruto fuera de mi vista y mi mente cansada por el entrenamiento, me olvido de la idea de seguir la pista de mi rubio favorito y me dirijo hacia el campo de entrenamiento.
Cuando llego, me acomodo con firmeza mis vendas y comienzo a practicar taijutsu contra un árbol. No tardo en sudar gracias a la camisa de manga larga que llevo puesta.
(...)
No sé en qué momento me desmayé, pero cuando despierto, el cielo ya está oscuro y estrellado. Mis manos y piernas me arden, pero más mis manos, pues las heridas que me hice el día en que volví a la aldea (por ver a Sasuke y Sakura abrazados, y por exagerar los hechos por mis descontrolados sentimientos) se han vuelto a abrir.
Me levanto del césped a duras penas y comienzo a recoger todo el armamento que utilicé para entrenar.
Al terminar, salgo del campo de entrenamiento y me dirijo hacia algún lugar para comer, pues mi estómago está rugiendo otra vez. Camino por las calles de la aldea hasta que me topo con Ichiraku, donde apenas están cerrando.
—¡Señor Teuchi! —llamo al dueño antes de que cierre completamente.
—¡Buenas noches, ______! —me saluda—. ¿Se te ofrece algo?
—¿Cree que podría darme un plato de ramen, por favor? —le suplico y mi estómago ruge, ayudándome con mi petición.
Él parece pensarlo unos segundos y acepta al final, con la condición de que me dé un poco de prisa, pues ya es tarde. Como un plato de ramen normal y le pago a Teuchi seguido de un "gracias". Terminada mi cena, camino con dirección a mi casa. Cuando llego, sólo me quito los zapatos, la banda y me acuesto en la cama. Hecho esto, no tardo en dormirme.
(...)
A la mañana siguiente, después de haber descansado como nunca antes, me doy una merecida ducha y cambio mi ropa por otra igual, pero limpia. Me cepillo mi corto cabello y coloco la banda en mi cuello, cubriendo la marca de maldición. Salgo de mi casa y camino por la aldea, con dirección al lugar de siempre. A medio camino, me encuentro con Naruto, Shikamaru y Chouji juntos y un poco estresados.
—Hola, chicos —los saludo.
—Hola, ______ —me saluda Chouji.
—Te ves muy alegre para la situación —comenta Shikamaru.
—¿Situación? —les pregunto, confundida. Entonces, recuerdo: — ¡Cierto! Lo de mi hermano siempre lo tengo presente, Shikamaru —le digo, con una sonrisa triste.
Naruto baja la mirada y Shikamaru mira con confusión a sus amigos. Después, me observa a mí.
—¿No te han dicho? —me pregunta.
—¿Decirme, qué?
Naruto alza la mirada y me observa con sus intensos ojos azules. Pero esta vez, hay un rastro de tristeza y desesperación en ellos.
—Sasuke se fue de la aldea.
-------------------------------------------
¡Ya llegamos a las 5K lecturas! Muchísimas gracias, ¡de veras! No creí que fuese a ganar tantas lecturas estas historia :')
Por cierto..., se viene lo bueno 7u7r
ESTÁS LEYENDO
Una Llama Congelada
FanfictionUn tonto. Un amargado. Un impuntual. Tres varones que eran mis personajes favoritos de una historieta. Los tres lograban que mis días tuvieran una pizca de felicidad. Pero, sin saber por qué, mis días no sólo se volvieron plenos de felicidad, sino q...