El combate continúa. Ino se desespera y también corta su cabello para demostrarle a Sakura que no es la misma de antes. Después de un rato, ambas ya están exhaustas, pero ninguna se rinde. Corren una hacia la otra y se golpean el rostro mutuamente. Al final, caen inconscientes. Es un empate. Issei y su sensei (una mujer del clan Hyuuga) van por Sakura; por Ino, va todo su equipo.
—Siguiente combate —dice el instructor—: Temari contra Tenten.
Su batalla no dura mucho. Tenten lanza muchas armas; sin embargo, Temari repele todos sus ataques con ráfagas de aire producidas por su gran abanico. Al final, Temari le lanza una ráfaga que le lanza al aire. Cuando Tenten cae, Temari pone su abanico de forma que la deje muy lastimada. Dan el combate por terminado, con Temari como ganadora. Ella lanza a Tenten al suelo como si fuera un saco; eso me enfurece. Me levanto de mi lugar, pero Lee se ha adelantado.
—¿Por qué la tratas así? —le pregunta, muy enojado.
—Como si me importara lo que le pasara —le responde.
—¡Maldita sea! —estoy a punto de saltar, pero alguien me detiene.
—Baja de ahí —dice esa persona.
Bajo del la barrera y me giro hacia aquella persona. Es mi sensei, Kakashi. Entonces, recuerdo a Sasuke.
—¿Cómo está...?
—Bien —me interrumpe, de una manera brusca.
Ignoro su tono de voz y me vuelvo hacia el campo de batalla. Naruto vuelve a mirarme y, esta vez, lo miro igual. Se sonroja y vuelve su vista hacia la pantalla. Su rostro se torna pálido y no sé por qué. Miro a la pantalla: Issei contra ______.
Trago saliva, «así que, es mi turno», pienso. Miro a mi contrincante, él se ve pálido. Me regresa la mirada y ahí es cuando se compone. «Es mi turno para ser alguien. Una persona que no es débil». Le sonrío y él asiente. Está conforme conmigo como contricante.
—Suerte —me dice Naruto—. Y te cuidas.
Asiento y vuelvo a subir a la barrera. Cuando estoy a punto de saltar, una mano se posa en mi hombro: es Kakashi.
—Sé fuerte —dice.
—Siempre intento serlo —le sonrío y salto.
Caigo de pie e Issei me alcanza en pocos segundos. Él se posiciona del otro lado y esperamos instrucciones.
—Sexto combate —dice el instructor—: Issei contra ______. Comiencen.
Nos miramos varios segundos y entonces comienzo a correr hacia él. Saco un kunai y se lo lanzo, utilizándolo como distracción. Issei lo esquiva y lo ataco; logra defenderse. Cubre mi patada con sus brazos y retrocedo. Issei hace unas posiciones de manos y dice:
—Estilo de fuego, jutsu: bola de fuego.
Coloca su mano en su boca y lanza el fuego hacia mí. Siento que no tengo tiempo para esquivarlo, que ya perdí; entonces, el tiempo se detiene. Todos se callan y la bola de fuego se detiene. No sé qué sucede, pero un dolor de cabeza comienza a afectarme. Hago rápido una posición de manos; jutsu: creación de agua. Después, el tiempo comienza a volver a la normalidad. «Que se detenga un poco más», pienso. Y se cumple. «¿Acaso puedo controlar el tiempo?».
—Estilo de agua, jutsu: muro de agua —digo cuando termino de hacer unas posiciones de manos.
El tiempo vuelve a la normalidad y coloco a tiempo mis manos en el agua para que se cree un muro. Me cubre de la bola de fuego. Deshago el muro y me doy cuenta del silencio que hay. Después, solo me enfoco en Issei.
—Eres veloz —me alaga.
—Creo que no hemos tenido tiempo de conocernos —le digo.
—Ya veo... —Cierra sus ojos—. Hay cosas que no has visto de mí.
Después, abre sus ojos. Me paralizo y todo se vuelve negro. Sigo moviéndome, sigo siendo yo; siento y veo, pero el escenario ha cambiado. Siento cosquillas en mis piernas y miro en esa dirección: ratas. Comienzo a sacudirme frenéticamente, pero no logro quitarme a las ratas. «Es un genjutsu», me repito varias veces. Es obvio, pero se siente tan real. Cierro con fuerza los ojos y, antes de que pueda abrirlos, siento un calor abrasador a mi alrededor. Abro lentamente mis ojos y después siento el dolor: estoy atada a un poste de madera y me estoy quemando. Siento que mi piel arde y comienzo a gritar. No soporto el dolor. Es tan intenso que si fuera real, ya estaría muerta.
—¡Es un genjutsu, maldición! —grito desesperada.
Mis lágrimas recorren mis ya quemadas mejillas. Cierro los ojos una vez más.
(...)
No sé cuánto tiempo va, pero ya he visto y sentido tantas cosas que he comenzado a ceder a la idea de que es real todo esto.
Cierro una vez más los ojos y los abro nuevamente. He descubierto que cada vez que lo hago, aparece una nueva escena. Sin embargo, cuando espero ver algo que me lastima físicamente, me encuentro con las personas que más me importan: Naruto, Sasuke y Kakashi. Intento gritar por ayuda, pero no tengo voz. Los tres me miran con enojo y después siento su decepción. Retiran su mirada de mí.
—¿Cómo puedo confiar en ti —dice Sasuke—, si eres una mentirosa?
Una daga en mi corazón se inserta; pero no la veo.
—¿Cómo puedo luchar por ti —le sigue Naruto—, si no vales la pena?
Segunda daga.
—¿Cómo alguien puede estar orgulloso de ti —dice mi sensei—, si eres un total fracaso?
Tercera daga. Ya no lo soporto.
«¡Detente!», grito en mi interior. Caigo de rodillas y lloro desesperadamente. Tiemblo y no ceso. Es inevitable. Por un segundo, me veo a mí paralizada, en medio del campo de batalla. Me acerco y atravieso mi pecho con mi mano. Entonces, vuelvo a mi cuerpo. Sigo temblando, de rodillas. Abro mis ojos de manera lenta, con miedo. Me doy cuenta que estoy en el campo de batalla, otra vez. Miro a mi alrededor y sé que es real.
—¿Cómo...? —comienza a decir Issei.
Recuerdo lo que me hizo ver y la ira me controla. Hago unas posiciones de manos:
—Estilo de agua, jutsu: misil dragón de agua.
Del agua que queda sale un gigantesco dragón. Es una técnica que aprendí de Zabuza, una técnica que es casi imposible aprenderla siendo genin; pero yo lo he logrado.
El dragón ataca a Issei y lo estrella contra la pared. Al final, cae al suelo.
—Ganadora: ______ —dice el instructor.
Mis lágrimas siguen cayendo y, a pesar de haber ganado, corro hacia Issei. No me detengo. Entonces, aparezco detrás de él con un kunai. No sé cómo llegué aquí, pero eso no me importa: Issei me lastimó, esas eran sus intenciones.
Cuando estoy a punto de llegar a él, siento que varias personas me detienen: Kurenai me sostiene del cuello, Asuma de mi brazo izquierdo, y Kakashi de mi brazo derecho (el que tiene el kunai).
«¿Qué estoy haciendo?». Suelto el kunai y todos me sueltan. Kakashi me mira con un poco de desaprobación, pero después caigo. Me sostiene a tiempo y escucho a Naruto gritar mi nombre. Una lágrima escapa de mi ojo y le pregunto a mi sensei:
—¿Qué sucede conmigo, Kakashi-sensei?
Dicho esto, cierro los ojos.
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¿Qué sucede con ______? ¡Eso lo sabrán en el siguiente capítulo de Una Llama Congelada!
*le avientan un jitomate que le da en el ojo*
Auch ;'c
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Una Llama Congelada
FanfictionUn tonto. Un amargado. Un impuntual. Tres varones que eran mis personajes favoritos de una historieta. Los tres lograban que mis días tuvieran una pizca de felicidad. Pero, sin saber por qué, mis días no sólo se volvieron plenos de felicidad, sino q...