63. La crueldad de mi hermano

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Sin siquiera pensarlo, mi corazón y alma se compadecen de mi amigo peliverde; termino abrazándolo con fuerza.

—No puedo creer que él haya sido cómplice del ataque a la aldea —susurra—..., donde mataron a mi padre.

—Le haré pagar por su sufrimiento —le aseguro.

Issei me rodea con sus brazos y apoya su cabeza en hombro. No me da las gracias, pero tampoco me lo impide. En mi mente, mis palabras se convierten en un objetivo. Moitse es un desertor que hizo sufrir a dos de mis amigos que son sus mejores amigos; debe de pagar.

—Vayamos a entrenar, ¿sí? —le invito, con las intenciones de distraerlo.

Él acepta mi oferta y, tras cerrar la puerta de su casa, nos dirigimos los tres hacia el bosque.

(...)

—Bien, ¿qué hacemos?

Mi animada pregunta hace que los dos me miren. Issei se mantiene con una sonrisa mientras espera las indicaciones de mi hermano menor. Éste último frota sus manos y luego las deja caer a sus costados.

—Issei —él lo voltea a ver—, necesito que metas a mi hermana en un genjutsu.

—¡¿Qué?! —pregunto alterada.

Recuerdos del último genjutsu de Issei en el que estuve pasan por mi cabeza y me golpean como una bofetada. Fueron crueles, pero se lo perdoné a Issei porque me enteré que él no controlaba su genjutsu.

—No haré eso —se niega Issei con rotundidad.

—Necesito que lo hagas —ruega mi hermano—, para que ella comience a controlar los peores sentimientos.

—¿De esta manera planeas entrenarme? —le pregunto.

—Así me entrenaron a mí.

—Pero yo no soy tú.

—¿Prefieres quedarte con el miedo de que Bugendai se apodere de ti y termine lastimando a tus amigos con tu cuerpo?

Su pregunta me paraliza y me hace pensar. Es verdad, si Bugendai me posee, él tendrá control total de mi cuerpo, mas no de mi mente. Aun así, no seré capaz de volver en mí por la desesperación que sentiré al ver cómo lastima a mis amigos.

—Debe haber otro modo —balbuceo.

—Lo haré —Issei interrumpe nuestra corta discusión.

—¡No! —le grito, alterada.

—¡Hazlo, Issei! —ordena mi hermano.

Por instinto de defensa, miro a Issei; lamentablemente y por mi estupidez, caigo en su genjutsu al ver sus oscuros ojos. Aparezco en una habitación negra sin nada a mi alrededor. Me preparo para mi primer miedo. En frente de mí, comienzan a aparecer olas pequeñas; debajo de mis pies, la arena se presenta. El cielo se torna oscuro y estrellado. «Esto no es malo», me digo, mas no bajo la guardia. Miro en todas las direcciones hasta que me encuentro con mi hermano con los ojos cerrados. Él los abre y suelto un grito.

—¡¿Qué haces aquí?! —le pregunto.

—Estoy utilizando el Seisujikan para entrar en tu mente; o mejor dicho, teletransportarme a tu mente.

—¿Qué? ¡Pero ese poder es de los Yamanaka! —le apunto con el dedo índice.

—Son parientes lejanos, ¿no lo sabías? —me pregunta, con una sonrisa arrogante.

Escucho pasos de mi lado izquierdo y me giro en esa dirección. Veo dos sombras acercarse. Cuando están a sólo metros, noto que se trata de mi padre malherido.

—¡Papá! —grito e intento correr hacia él, pero la arena comienza a envolverme.

Entonces, el recuerdo de mi encuentro con los de la Arena en el Bosque de la Muerte aparece en mi mente. El cómo Gaara me rodeo con su arena y presionó mi cuerpo hasta lastimarme me atormenta y comienzo a temblar. Dos miedos en una escena.

—Resiste, ______ —me anima mi hermano.

—Necesito de tu ayuda.

Intento escapar de la arena que presiona mis pies a la vez que no quito mi vista de mi padre. Detrás de él, aparece una figura encapuchada. Esta figura saca un kunai y se lo coloca en el cuello a mi padre, mientras tira de su cabello.

—¡No lo hagas! —le ruego a la figura desconocida.

—¡Necesitas calmarte! —me ordena mi hermano—. ¡No lograrás nada si estás alterada!

Noto cómo la arena va subiendo hasta mi cintura y me doy por vencida con esto. La escena frente a mí me controla por completo. Entonces, la figura desliza el kunai en el cuello de mi progenitor. Lo corta de lado a lado y mi padre cae, manchando la arena de sangre.

—¡YA BASTA! —grito con desesperación.

Mi mente sale de mi cuerpo y sin dudar, entierro mi mano en mi pecho. Salgo del genjutsu por completo y caigo de rodillas. Estrello mis manos contra el césped a la vez que intento calmarme y evitar derramar lágrimas. Mi cuerpo entero tiembla y ya no me resisto: las lágrimas comienzan a escapar de mis ojos.

—¡Perdóname, ______! —escucho la voz de Issei.

Levanto mi mano extendida para callarlo y obedece. Después, miro a mi hermano que me dedica una mirada enojada.

—Eres un idiota —le digo—. ¡Pudiste ayudarme... y no lo hiciste!

Me levanto para proporcionarle un golpe, pero me detengo a centímetros de su rostro. ¿Por qué? Pues un ANBU apareció justo a tiempo, diciendo nuestros nombres.

—______ Hatake, Takeshi Hatake, los buscan inmediatamente en la torre del Hokage.

Lo miro con un poco de odio al ANBU y decido ignorar el hecho de que mi hermano me abandonó estando en peligro.

—No te preocupes, Issei —digo cuando me giro a verlo. Le muestro una sonrisa—. Te veré luego.

Dicho esto, sigo al ANBU que nos está esperando a los dos Hatake para guiarnos. Salimos del bosque y comenzamos a caminar por las calles. En el primer tramo del trayecto, siento varias veces la mirada de mi hermano; pero sólo me he resignado a mirar hacia otro lado o ignorarlo. En estos momentos, no quiero tener que dedicarle siquiera una mirada. 

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¡Hola! ¿Qué tal les está pareciendo la historia hasta ahora?

Quería preguntarles algo... ¿Qué anime me recomendarían? Ya sea película o serie. ¿Cuál?

¡Gracias por leer!

Una Llama CongeladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora