60. De regreso a casa

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Cuando siento un leve sentimiento de amor en mi corazón, siento una punzada en mi cuello. Llevo mi mano a aquel lugar y cierro los ojos con fuerza.

—¿Estás bien? —me pregunta mi hermano.

—Sí, yo...

Siento su mano en mi brazo y me levanto de golpe, alejándome de él. Golpeo la mesita de noche donde reposa una lámpara y ésta cae. Me mira extrañado y ni siquiera yo comprendo mis movimientos. Escucho golpes en la puerta y de ésta entra Jiraiya, un poco alarmado por el ruido.

—¿Están bien? —pregunta.

—¿Acaso a todos les importa cómo estoy? —pregunto, exasperada por la situación.

Entonces, en la puerta aparecen Tsunade, Shizune y mi querido rubio de ojos azules, Naruto.

—¡Asombroso! ¡Más personas! —alzo los brazos al aire y me alejo de todos hacia la ventana.

Cuando llego, me doy cuenta que mi mano sigue en la parte izquierda de mi cuello y la quito de golpe.

—Debemos de ponerte un sello en la marca, ______ —aconseja Jiraiya.

Escucho sus pasos acercarse a mí y me giro por instinto. Me coloco a la defensiva y él me mira extrañado. Detrás de él, noto la mirada preocupada de Naruto. Entreabro los labios, dándome cuenta de mi actitud arrogante. Bajo la mirada y vuelvo a una posición normal.

—Lo siento, a todos —pronuncio.

—Descuida —me dice Jiraiya—, sólo sígueme.

Hago lo que me indica. Recogemos nuestras cosas de la habitación del hotel y salimos todos en fila hacia las calles del pueblo. No despego mi mirada del suelo, aún cuando siento la mano de Naruto tomar la mía vendada.

(...)

Una hora más tarde, ya lejos del pueblo y dentro del bosque, descansamos un poco.

—Debemos prepararnos para el sello —avisa Tsunade.

Miro a todos los presentes y Naruto no se despega de mi lado. Del otro lado del claro en el que estamos, se encuentra mi hermano menor. Nos observa y, antes de que pueda descifrar su mirada, Jiraiya dice:

—Ven aquí, ______ —señala un lugar en medio de un círculo.

Dejo a Naruto y me acerco a mi sensei. Cuando lo dejo, siento una especie de soledad en mí. Me siento en medio del círculo, como recuerdo que hizo Sasuke con el sello que le implantó mi padre. Respiro hondo y escucho las manos de mi sensei moverse no muy rápido, pues no tiene prisa. Miro una última vez a Naruto y siento mi cuerpo entero arder antes de desmayarme por tercera vez en mi viaje.

(...)

Mi cuerpo está entumecido cuando abro los ojos. Lo primero que veo son los rayos del sol colarse entre las copas de los árboles que nos cubren del cielo. Un poco más a mi derecha, veo a Jiraiya-sensei con una expresión de enfado. Luego, escucho el porqué: los gritos entre Naruto y Tsunade de una pelea.

—¡Ya cállense los dos o la despertarán! —les grita Shizune.

La mirada de Jiraiya se posa en mí y me muestra una sonrisa.

—Al parecer, ya está despierta —les avisa a los demás.

Escucho unos pies correr hacia nosotros y giro en esa dirección.

—¡______! ¿Cómo te sientes? —me pregunta mi rubio favorito cuando llega a mi lado.

—Cansada y adolorida —respondo con una leve sonrisa.

—Ya casi llegamos a casa —vuelve a avisar, en el aire, Jiraiya.

Naruto se gira tan rápido como llegó y ambos vemos la Aldea de la Hoja. El recuerdo de Sasuke inconsciente llega a mí como una bofetada. Mi corazón empieza a latir con fuerza a cada paso que damos hasta llegar. Jiraiya me baja de sus brazos y, con la ayuda de Naruto, caminamos con dirección al hospital. Al llegar, piden información de la única persona que no recordaba sobre su situación: mi padre. Sí, soy mala hija.

Caminamos todos juntos hasta su habitación y nos detenemos un segundo por culpa de mi hermano.

—¿Pasa algo, Takeshi? —pregunta Naruto.

—Es que...

Sus mejillas se enrojecen y mira por la ventana hacia el interior de la habitación de mi padre. Entonces, me doy cuenta: él comparte el mismo padre que yo. «Claro, tiene el mismo estilo y color de cabello», me regaño mentalmente por mi idiotez.

—Cuando le expliques como lo hiciste conmigo, lo entenderá —le aseguro.

Me alejo de Naruto y camino por mi cuenta, detrás de Tsunade y Jiraiya. Al entrar, lo primero que hago es correr a sentarme a su lado. Tomo su mano y analizo su situación.

—Dame un poco de espacio, ______ —me pide Tsunade.

Me alejo un poco, soltando su mano. Entonces, veo cómo las manos de la nueva Hokage expulsan un aura verde, curando la mente de mi padre. Poco a poco, él abre los ojos. Ella lo ayuda a sentarse y vuelvo a acercarme a su lado. Desorientado, mira a todos los lados hasta encontrarse conmigo.

—______ —pronuncia en un susurro.

Mis ojos se llenan de lágrimas y lo abrazo con fuerza.

—Me lastimas —dice riendo.

—No me vuelvas a asustar de esa manera, papá —ruego a la vez que suelto unas lágrimas.

—Perdona —me dice cuando me separo de él.

Entonces, noto su máscara en su rostro y pregunto, con una ceja levantada:

—¿No te quitaron la máscara en todo el tiempo que estuviste inconsciente? Debe estar muy sucia. Qué asco.

Todos reímos ante mi comentario y el ambiente se vuelve más agradable.

—Gracias —le decimos al unísono a lady Tsunade.

—Ahora, llévenme con Sasuke —pide ella.

Los tres mayores que están bien de salud, salen por la puerta. Naruto me mira unos segundos y le indico con una mirada que enseguida iré con ellos.

—¿Qué le pasó a tus manos? —escucho la voz de mi padre, alarmada. Me giro de nuevo hacia él—. ¡Y tu rostro! ¡Tu precioso rostro!

Me toma la cabeza con una mano de cada lado, apretando mis mejillas. Río por su acción y comentarios.

—¿Cuál precioso rostro —digo, menospreciándome—, si me parezco a ti?

—Por eso mismo.

Lleva una de sus manos a su máscara y abro los ojos como platos al ver que se quitará la tela que cubre su rostro frente a mí. Pero, entonces, alguien toca la puerta. Ambos miramos en esa dirección y, cuando estoy a punto de maldecir a la persona que interrumpió tan memorable momento, me doy cuenta que es mi hermano.

—¿Quién es él? —me pregunta mi padre.

A Takeshi se le notan las lágrimas en los ojos y, después, me giro hacia mi padre.

—Tienes muchas cosas que hablar con él —le digo—, pero cree en todo lo que diga.

Dicho esto, me levanto de la silla y los dejo solos. Camino de regreso a la recepción y pido informe sobre la habitación de Sasuke. Cuando me la dan, me encamino hacia la habitación de mi novio, que se encuentra ubicada dos pisos por encima de la de mi padre.

Al llegar, escucho unos sollozos del otro lado y no dudo en abrir la puerta sin tocar. Me encuentro con la escena que estruja mi corazón: Sasuke y Sakura abrazados.

Una Llama CongeladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora