62. Bugendai

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Una corriente de irritación recorre mi cuerpo y una leve punzada aparece en mi cuello. Aprieto mi mandíbula, intentando controlar mi temperamento. Con la marca de maldición me es más difícil controlar mis sentimientos y deseos.

—¿Y qué es esa sustancia púrpura? —pregunta mi hermano.

Trago saliva e intento prestar atención.

—De lo que recuerdo que me contó tu madre —dice Asuma—, es la energía natural que reúnes en tus manos. Pero es color púrpura gracias al tipo de chakra que tiene tu clan, porque está combinado con...

—Asuma, no lo digas aquí —le reprende mi padre—. Sígannos.

Hacemos lo que nos pide hasta llegar detrás de unas casas, lejos de la gente.

—El chakra de su clan está combinado con el chakra del demonio que hizo el pacto con sus ancestros.

—Eso sí lo sabía —murmura Takeshi—... Nuestros ancestros hicieron un pacto para obtener el control del tiempo y el espacio a cambio de mantener vivo al demonio en sus cuerpos.

—¿Literalmente, dentro? —pregunto, mirando a todos.

—Sí, pero como es un demonio, sólo se manifiesta en el descontrol de tus sentimientos —me explica mi padre.

—¿Y por qué sólo en ese momento?

—Porque no piensas con claridad —me responde el niño.

—Estás tan preocupada pensando en la situación que te olvidas de tu control corporal —explica con más claridad Asuma—. Esto hace que el demonio tome control de tu cuerpo, pues no le prestas atención.

—Y cuando eso pasa —continúa mi hermano—, tus pupilas se dilatan y pierdes el conocimiento en tus movimientos.

—Sabes mucho de esto —le comento.

—Tuve buenas fuentes.

—El caso es —continúa con la explicación mi padre—, que necesitan controlar mejor sus sentimientos para que el demonio no tome el control de sus cuerpos.

—Eso lo tengo claro desde que desperté mi Seisujikan —responde mi hermano—. ¿Tú no, ______?

—Sólo sé de mi kekkei genkai hace menos de dos meses —contesto y bufo—. Tengo una duda —los tres varones me observan—: ¿cuál es el nombre del demonio del clan Umi?

—Bugendai —responden al mismo tiempo los mayores.

Ya sabes mi nombre —me dice el demonio en mi cabeza.

Ignoro su voz para obtener más información sobre mi kekkei genkai.

—Bueno —les digo—. El control de los sentimientos para no dejar que Bugendai me controle, lo tengo ya anotado en mi mente —aseguro—. ¿Pero, y la sustancia púrpura?

—Aquí viene la parte difícil —suspira con pesadez Asuma—: puedes hacerlo aparecer, pero no desaparecer, pues una propiedad única del demonio. Como lo tienes dentro de ti, puedes usar sus habilidades, así como él utiliza las tuyas. El control del espacio y el tiempo ya se adhirió a los descendientes del clan Umi en sus ojos.

—¿Entonces, estoy condenada a utilizar guantes el resto de mi vida? —pregunto con ironía—. ¡Asombroso!

Alzo los brazos y los dejo caer a mis costados. Estaba irritada por la situación en la que me encontraba. Con la marca de maldición, mis sentimientos se descontrolaban seguido; y al saber que no puedo dejar de usar guantes por el resto de mi vida me irrita.

—No es así —me corta mi hermano. Los tres lo miramos—. Hay una sola solución: competir con Bugendai.

—¿A qué te refieres? —le pregunto.

—Como él también controla lo que nosotros controlamos, lo justo sería ver quién lo controla mejor —responde con simpleza—. Cuando estaba en Akatsuki, me dijeron que debía de volverme fuerte para poder controlar mi kekkei genkai libremente. Ahora lo entiendo: llegado a cierto punto, el demonio cree que te vuelves más fuerte que él y te llama para una batalla. Supongo que, al final, uno de los dos se quedará con todos los poderes.

Analizo su respuesta y suelto:

—¡Entonces, deberé pelear para volverme más fuerte y que el demonio me llame! —estrello mi puño con la palma de mi mano.

—O puedes llamarlo tú —concluye Takeshi.

—¿Cómo?

—Teletransportándote a tu interior, o mejor dicho, su mundo.

—¿Cómo sé cómo hacerlo? —lo miro, alzando una ceja.

—Sé que alguna vez te ha hablado en tu mente.

—Bueno, sí —admito.

—Ya conoces su mundo. Es diferente en cada persona, pues la apariencia depende de la personalidad.

—Entiendo...

—Pero —interfiere Takeshi en mis pensamientos—, si mueres en batalla, no podrás volver. Estamos hablando de que pelearás mentalmente. Si mueres, tu mente morirá. Sin mente, tu cuerpo no sirve.

Trago saliva al pensar en tal calamidad. «¿Morir o libertad? Gran cuestionamiento».

—Cada vez creo que el clan Umi es más cruel —comento en voz baja.

—Lo eran —me asegura mi hermano. Posa su mano en mi hombro y cierra los ojos con una sonrisa: «se parece a mi padre»—. ¡Por suerte, somos del clan Hatake!

Mi padre lo mira enternecido y mi hermano logra sacarme una sonrisa.

—Tienes los ojos de tu madre, Takeshi —le dice Asuma—; pero en personalidad y físico te pareces a tu padre.

Dicho esto, aparece un silencio que me incomoda a mí; pero, al parecer, no es molesto para los demás presentes. Cuando no lo soporto y comienzo a irritarme —y las punzadas en el cuello vuelven—, decido terminar con la conversación de mi kekkei genkai.

—Takeshi, ¿no íbamos a entrenar?

—Oh, cierto —ríe nervioso. Después, mira a los adultos—. ¡Los vemos luego!

Tomo la mano de mi hermano y me despido agitando mi mano. Caminamos entre calles y personas hasta llegar a la casa que necesitaba encontrar. Toco la puerta de la persona especializada en genjutsu y espero a que abran. Cuando lo hace, veo un cabello verde pastel frente a mí.

—Hola, Issei —saludo, intentando hacer una sonrisa que termina en una mueca—. Él es mi hermano: Takeshi.

—Sí, Sakura me dijo que apareció un miembro más en tu familia —mira a mi hermano y lo saluda.

—Quería pedirte ayuda en algo —le digo—: ¿podrías ayudarnos a entrenar?

Nos mira con confusión en sus facciones y me doy cuenta que no le he explicado.

—Takeshi me pidió una persona que usara genjutsu —miro al mencionado y espero que complemente mi respuesta; pero se queda callado—. Y..., ¿para qué?

—Ya lo verán —nos sonríe a los dos.

—No creo que yo sirva —responde Issei ante nuestra respuesta. Ahora soy yo la confundida—. Sin Moitse, el equipo 6 no sirve.

Su depresión es palpable y siento la culpa en mí. Si Moitse hubiera sido más amigo mío, podría haber intentado hacerle cambiar de opinión y que se quedara; sin embargo, no entablamos buena amistad. Pero, resumiendo todo, jamás pensé en Issei y Sakura. No pensé que para ellos, Moitse era un gran amigo. Tal vez, su mejor amigo de ambos. No pensé en ellos. Sólo pensé en mí.

Una Llama CongeladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora