53. Una historia

1.5K 210 12
                                    

—¡Eso es mentira! —grito, después de un silencio.

Mi mirada no abandona al chico de cabello gris alocado. Su mirada es penetrante y un poco confundida.

—Mi madre murió cuando yo tenía cuatro meses de edad —explico sin razón alguna.

El compañero azulado nos mira y detrás de él está Naruto, con una expresión de estar impactado.

—Tu madre vivió para tener a Takeshi —habla Itachi.

—¡Itachi! —lo llama su compañero azulado y, entre ellos, intercambian unas miradas.

—Cállate, Kisame. —Vuelve su mirada hacia mí—. Akatsuki fue tras el kekkei genkai de tu madre. Cuando estuvo sola en aquella misión, nosotros hicimos que pareciera muerta. Tu aldea no investigó casi nada sobre su muerte y, cuando la enterraron, fuimos por ella. La mantuvimos con nosotros durante nueve meses hasta que dio a luz a tu hermano y huyó.

Mi mandíbula tiembla y algunas lágrimas caen de mis ojos.

—Tiempo después la matamos —dice con frialdad—. Murió con un mal pasado y sin honor.

—Cállate —pido con la voz entrecortada.

—Abandonó a su hija en otra dimensión...

—Cállate...

—..., a su hijo recién nacido...

—Basta.

—... y no pudo volver por ellos.

—¡CÁLLATE! —le grito llorando a más no poder.

Me pongo de pie y miro a quien supuestamente es mi hermano, después a Itachi.

—Deja de mentirme, maldito.

—Takeshi —lo llama sin dejar de mirarme—, muéstrale.

El niño de cabello gris traga saliva y cierra los ojos. Cuando los abre, desaparece. Me quedo atónita cuando escucho detrás de mí:

—No estamos bromeando.

No digo ninguna palabra. «Todo concuerda: ojos violetas, el Seisujikan...». Él es mi hermano. Lo que dijo Itachi es verdad.

—¡Y yo no bromeo cuando digo que el gran Jiraiya ha venido a salvarlos a todos! —escucho desde algún lado del hotel.

Las paredes se transforman en algo suave y rosado. Mi supuesto hermano vuelve al lado de Itachi y, junto con Kisame, se alejan de Jiraiya. Corren por mi lado y, cuando veo pasar a mi hermano, un pensamiento fugaz aparece en mi mente, que después lo digo en voz alta:

—¡Ustedes corrompieron a mi hermano! —les grito.

Corro detrás de ellos por el pasillo rosado.

—¡Secuestraron y mataron a mi madre y corrompieron a mi hermano!

El niño me mira de reojo y veo cómo Itachi utiliza el Mangekyo Sharingan para crear llamas negras y escapar de la prisión de Jiraiya. Quiero moverme, pero sólo logro caer de rodillas. Descubrir que tengo un hermano menor que está del lado enemigo ha sido un golpe muy fuerte.

Veo cómo se alejan saltando entre los tejados y los pierdo de vista. Después, llegan a mi lado Jiraiya, Naruto y Moitse, quien está algo lastimado.

—¿Estás bien? —me pregunta Naruto, hincado a mi lado.

Niego débilmente con la cabeza y él me abraza. Me dejo envolver en sus brazos y las lágrimas caen como cascadas por mis mejillas.

—Estoy aquí —me susurra—, y siempre lo estaré, de veras.

Cuando me calmo, seco mis lágrimas y me alejo de Naruto para ir con Sasuke. Me siento a su lado y veo cómo Jiraiya lo analiza.

—Le aplicó un genjutsu muy poderoso...

Entonces, aparece una persona vestida de verde que lo ataca con una patada. Me sorprendo un poco, pero luego noto que es Gai-sensei.

—¡Cejotas-sensei —lo regaña Naruto—, acaba de golpear a uno de los sannin!

Mira a Naruto y después al viejo con los ojos abiertos como platos.

—¡Lo siento, gran Jiraiya! —el sensei se pone de rodillas.

Ignoro cómo le pide disculpas desesperadamente y me quito los guantes de las manos. Me concentro y logro que éstas se tornen de color púrpura como mis ojos. Después, las acerco a la cabeza de Sasuke con las intenciones de retroceder el tiempo en su mente para recuperar su salud.

—¡No lo hagas, ______! —me grita Jiraiya.

Me detengo a unos centímetros y los miro asustada.

—¡Estuvo cerca! —exclama—. Ese poder de tus manos sólo sirve para el cuerpo en sí, no para la mente.

No digo nada y vuelvo a cubrir mis manos con los guantes. Aunque tuviera algo que decir, sigo confundida por la reciente noticia de que tengo un hermano menor.

—Deberías de aprender más sobre tu kekkei genkai —me aconseja.

—No tengo quien me enseñe.

El viejo medita y, después, dice:

—Yo podría.

Lo miro confundida.

—¿Usted qué sabe sobre el Seisujikan y el clan Umi? —inquiero con algo de brusquedad.

—Tu madre fue mi alumna cuando llegó a la Aldea de la Hoja.

Dejo que la sorpresa invada mis rasgos faciales y él viejo me sonríe, inspirándome confianza. «Esto no lo sabía».

Miro una vez más a Sasuke y coloco mi mano en su mejilla. «Se ve mal», pienso.

—Gai-sensei —lo llamo—, ¿podría llevar a Sasuke de vuelta a la aldea?

—¿No vienen? —me pregunta.

—Me quedaré con Naruto y el sannin —digo con una débil sonrisa—. Moitse, ¿tú quieres volver?

—Me quedaré —sonríe.

—Como quieran —responde alegremente.

Toma a Sasuke en su espalda y, antes de retirarse, se gira hacia mí.

—Como tu padre está inconsciente —me dice—, te lo diré yo: no estás en edad para novios, niña.

Mis mejillas arden y golpeo su cabeza.

—¡Mejor váyase, Gai-sensei! —digo toda apenada.

Él levanta el pulgar y se va. Miro a mis nuevos compañeros y noto una mirada triste en Naruto. Al instante siento una punzada en mi pecho. «Al parecer, sigue teniendo sentimientos hacia mí».

—¿Y, ahora qué? —pregunta Moitse.

—Vayamos por lady Tsunade —les digo.

Decido suprimir mis sentimientos negativos y adquiero una actitud positiva.

—Estás muy informada de nuestra misión —señala Jiraiya.

—Conoce la historia —le dice Moitse.

—Claro que la conozco —sonrío ampliamente.

Una Llama CongeladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora