19. La caída de un gran ninja

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Sin más que decir, corro a mi dormitorio y tomo mis armas y banda. Cuando bajo, Inari ya no está. Salgo de la casa, sabiendo dónde buscar. En el camino, solo me coloco la banda y dejo mi cabello suelto, aunque sea una molestia. Busco a Inari por el pueblo hasta que escucho su voz.

—¡Ayúdenme, por favor! —grita.

En su espalda lleva puesto un pequeño arco y, como casco, lleva un sombrero. Llego hasta él y lo tomo por los hombros. Está llorando.

—Inari, escúchame —le digo, firme—: tú y yo nos encargaremos de rescatar a tu madre.

—Pero los que se la llevaron son fuertes —me dice con la voz quebrada.

—Solo confía en mí.

Lo tomo de la mano y corro hacia el muelle. Cuando llegamos, le digo a Inari que se oculte. Hay dos ninjas con la madre de Inari. No recuerdo —ni me interesa recordar— el nombre de esos dos. En mi mente, planeo una estrategia. Hago la posición de manos y digo:

—Jutsu: Multiclones de sombra.

Aparecen dos personas iguales a mí. Por suerte, estos salen bien. No llevo mucho de practicar este jutsu gracias a que Naruto y yo nos distanciamos un poco.

Mando un clon mío por el agua y otro se queda oculto con Inari (por si acaso). Camino y me acerco a los tipos que tienen a la madre de Inari.

—Hola —digo imitando el tono de Kakashi.

Ambos me miran y siento que me subestiman sólo con la mirada. Eso es suficiente para que comience a correr hacia ellos. Se ponen en guardia y en eso sale mi clon del agua. Ambos se distraen y mi clon les lanza un kunai a ambos para después desaparecer. Desvían las armas y se vuelven hacia mí, pero es suficiente tiempo para dejarme caer y deslizarme por debajo de ellos. En eso, pierdo el control de mi cuerpo. Veo lo que hago, pero no soy la que ordena a mi cuerpo hacerlo. Es como si algo se apoderara de mí.

Mis brazos empujan mi cuerpo hacia arriba y mis pies chocan contra la barbilla de los dos tipos. Éstos caen al suelo de madera y mi cuerpo cae de pie. Saco un kunai para cada mano y corro hacia los tipos, me posiciono entre ellos y coloco un kunai en cada cuello. Después, elevo mis manos y sé lo que sucederá: mis manos apuñalarán a los sujetos.

—¡Mami! —escucho la voz de Inari.

De reojo, veo que él corre y se reencuentra con su madre. Siento unos escalofríos recorrer mi cuerpo y, en vez de apuñalarlos, decido golpear su rostro, dejándolos inconscientes. He recuperado el control de mi cuerpo, pero siento el mismo cansancio de cuando me enfrenté contra los ninjas de la Neblina y Zabuza. Caigo de rodillas y mi cuerpo quiere descansar, mas no me lo permito.

—Debo irme —les digo—. Busquen ayuda y vayan al puente.

Dicho esto, salgo corriendo. «No debe ser tan tarde», me digo, «puede que estén bien».

Cuando llego al puente, está cubierto por neblina. Bajo mi velocidad y avanzo cautelosamente. No logro escuchar nada por un buen tramo. Mis piernas tiemblan, a pesar de que sé el desenlace de esta batalla. Pero, si cambie ya la historia, esto también podría cambiar.

Saco un kunai y lo pongo en frente de mí como defensa. Más a lo lejos, distingo una figura: el señor Tazuna. Nadie lo protege, así que supongo que Naruto y Sasuke están peleando contra Haku. Veo otra figura alzarse y noto la gran espada: un clon de Zabuza quiere atacar al señor Tazuna.

Comienzo a correr y la imagen se congela, pero yo sigo corriendo. Todo se acelera mientras más me acerco. Empujo al señor Tazuna hacia un lado y la espada de Zabuza choca contra mi kunai. Es tan fuerte el impacto, que deslizo mis piernas hacia adelante y caigo de espaldas. El kunai amortigua el impacto, pero la espada logra hacerme un corte en la cabeza, encima de mi banda. El clon me mira asombrado y después se deshace. Aparece Kakashi.

—¿Estás bien? —me pregunta.

Asiento y me pongo de pie. La sangre pasa por debajo de mi banda y siento el ardor de la herida.

—Gracias, niña —me dice Tazuna.

Kakashi se queda a mi lado a proteger al señor Tazuna. Después, se aleja a pelear contra Zabuza. Estoy sola con Tazuna y sé que Naruto está con Sasuke en el domo de hielo de Haku. Lo único que me preocupa es que algo cambie y lastimen verdaderamente a Sasuke.

Después de un buen rato, la niebla comienza a disiparse, por lo que logro ver mejor. Otro clon aparece. Vuelve a atacarme de la misma manera, pero esta vez me escudo con dos kunai y pongo más fuerza. Se agrietan los kunai al igual que el suelo. Por primera vez en mucho tiempo, temo por lo que pueda suceder.

De repente, todo se vuelve blanco. Zabuza desparece, todos desaparecen. Una nube púrpura se presenta ante mí.

Déjalo salir, ______. Lo necesitas —dice.

«¿Dejar salir, qué?».

Tu poder —me contesta el pensamiento.

«¿Acaso tengo?».

El clan Umi —dice, aunque no entiendo.

Después, todo vuelve a la normalidad. El clon ha desaparecido y a lo lejos escucho un familiar sonido de aves: chidori.

Miro en la dirección del sonido y de reojo veo al señor Tazuna sorprendido. Después, me doy cuenta que un chakra muy poderoso está presente: el chakra del Zorro. No tarda mucho en que desaparezca, entonces, escucho:

—¡Chidori!

La niebla se disipa completamente y me deja ver a Kakashi atacando a Zabuza, pero entre los dos está Haku. Mi corazón se hace pedazos al ver la escena.

—Haku… —pronuncio y las lágrimas comienzan a caer.

Caigo de rodillas por el cansancio y mi inestabilidad emocional. Sé que él no merecía morir así, pero tenía que hacerlo. Naruto le grita un discurso y después aparecen Gato y sus hombres. Golpean el cuerpo de Haku y estoy a punto de atacarlos, pero Zabuza lo hace primero. Mientras los ataca, veo lágrimas caer de sus ojos. Termina con todos, pero está malherido y cae. Entonces, le pide de favor a Kakashi que lo deje estar junto a Haku.

—Jamás pude decirte esto —dice Zabuza—, pero gracias, Haku.

Dicho esto, comienza a nevar y sé que todo terminó.

Mientras observo la triste escena, siento una mano posarse en mi hombro. Me giro y veo a Kakashi con su sharingan al aire. Entonces, recuerdo algo: Sasuke.

Me levanto y dejo a Kakashi atrás. En el camino, diviso a Naruto junto a Sasuke. «No puede ser». Llego hasta ellos y mi corazón se detiene. Sasuke está inmóvil y Naruto deja caer algunas lágrimas. Me arrodillo junto a ellos y rompo en llanto.

—Llegué tarde —le digo al cuerpo de Sasuke—, perdón…

Sollozo en su pecho y siento la mano de Naruto en mi espalda, intentando consolarme.

—Esto es mi culpa… Lo fue desde un inicio —digo.

—Sí —escucho una débil voz—, es tu culpa que no respire.

Me separo del pecho de Sasuke y me inunda una gran alegría al ver que sigue vivo, que no he cambiado la historia. Pero más que nada, que él me devuelve una sonrisa.

Una Llama CongeladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora