31. Una vuelta escurridiza

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...


— Tengo miedo...

— ¿De qué?— Preguntó. 

— De ella— Señaló a la azabache, quien estaba sentada, con las piernas cruzadas y ojeando seriamente al albino.

Sasuke rodó los ojos. 

— Repítemelo— Exigió Alice. Se levantó y se acercó a él, intimidante. 

Kabuto apretó la mandíbula.

— Orochimaru-sama no hará nada contra vosotros— Contestó, tal y como ella había pedido—. Podéis estar tranquilos. 

— Nunca podemos estar tranquilos cuando se trata de él— Espetó el Uchiha pequeño, con el ceño fruncido—. No intentes engañarnos.

— Yo intentaré ayudarte, ¿Sabes?— Sonrió nerviosa la salmón, a pesar de estar en medio de dos azabaches letales— Así que por favor, no hagas ninguna tontería...

— Hoy lo traeremos aquí— Habló la de hielo, mirándolo. A esa copia de la serpiente no le caía nada bien aquella chica, pero si decía algo, probablemente sería peor—. Así que espero que sea verdad. 

— ...Lo será. 

La ojiverde asintió, y con una mueca en ella, lo ojeó antes de salir. 

— Eso espero, por tu bien. 

Una vez los tres salieron de la habitación en la que él estaba y cerraron la puerta, se miraron entre si. 

— Chicos, decid algo— Pidió Mai—. La intriga me carcome...Y más con vuestras caras.

— No me fío de él— Habló ella.

— Y serías tonta si lo hicieras— Espetó el stripper. Ésta lo miró de reojo—. Taka y yo lo mantendremos vigilado, y si hace falta...

— Sí, hazlo.

— ¡No!— Gritó la salmón, en medio de los dos— ¡Stop! ¡Nada de matar gente! 

— Bueno, haz lo que tengas que hacer— Manifestó la de la trenza, colocándose mejor la capa. Se adelantó a ellos, tranquila—. Yo ahora tengo que ir a buscar a Anko, luego volveré. 

— Ten cuidado, ¿Vale?— Dijo su amiga, con una sonrisa. 

Ali asintió.

— Lo tendré.

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...


— ¿Estás lista, verdad?— Preguntó el rubio, ya subido en su creación— Venga, vamos. 

— Voy. 

Se subió como pudo y como hacía siempre, sentó su culo justamente en el centro del pájaro. Agarrándose mejor cuanto la arcilla comenzó a elevarse, bufó y se tumbó en ella. 

— ¿Sabes como ir, verdad?

— ¿Por quién me tomas, Shiro?— Expresó, indignado— Yo sé ir a todas partes. 

— Entonces demuéstramelo, Dei-chan— Dijo, mirándolo de reojo. Éste le sonrió, aceptando el reto—. Y recuerda no decir nada indebido. 

El rubio frunció el ceño en confusión, a medida que seguían volando y el viento chocaba contra ellos con fiereza. 

— ¿Algo indebido como qué?

Única esperanza | Segunda temporada de Mundo Deseado |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora