47. Raíces malditas

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...


Sentado al borde del colchón, Leo observó en silencio como su hermana seguía durmiendo apaciblemente. Respiraba ligeramente, y pensó que ojalá estuviera así de relajada. 

Suspiró, y la tapó con su chaqueta para que no pasara frío. Levantándose lentamente para no despertarla, salió de la habitación para estirar los pies. 

Necesitaba moverse y despejarse de todo. 

Tenía emociones entremezcladas, y la peor era la rabia que sentía por lo que le hicieron. Sobretodo, el que intentase engañar a su hermana de todas las formas posibles. Lo quería matar, descuartizar, y luego volver a revivirlo para volver a matarlo. 

El sentimiento que tuvo cuando pensó que jamás la volvería a ver, era tan horrible como la creencia de que no podría hacer nada cuando la planta fuera a por su familiar. 

Con esos pensamientos en mente, vagó hasta llegar ver lo que parecía la sala principal. Justo, donde su memoria recordaba haberse despertado. Fríamente, se fijó en el Uchiha que había ahí parado. 

El más joven.

— ¿Tu hermana?— Preguntó.

— Sigue durmiendo, no la quería despertar. 

— Bien...— Murmuró. No sabía qué estaba haciendo, tampoco es que le interesase. Por lo cual no iba a preguntar.

— Obito, tengo que hablar contigo— Anunció el azabache, serio. Tenía preguntas en su cerebro, y quería que fueran respondidas de igual manera. El susodicho, se giró a mirarlo con desinterés—. Y quiero que me digas la verdad. 

— ¿Sobre qué? 

El león se cruzó de brazos, parándose para poder ver sus facciones y así, asegurarse de todo lo que decía.

— Sobre mi Ali, Zetsu...Y Madara. 

En la misma reserva en la que antes lo había mirado, el de cabello corto fijó sus ojos en el chico. Con la intención de contestarle por muy pocas ganas que tuviera, indicó que iniciase con su interrogatorio. 

Mas, el Uchiha presentía desde la lejanía cuáles eran sus preocupaciones.

— ¿Qué es lo que quieres saber?— Inquirió, sin ir a más.

Ninguno de los dos daría vueltas al asunto. Y mucho menos el de ojos claros. 

— Cuando estaba muriendo...— Susurró, frunciendo el entrecejo al recordarlo— Zetsu habló de más: Me dijo que Madara había sido un idiota por haber creído que haría honor a su promesa, y que dentro de poco mi hermana me seguiría. 

Estaba la frialdad y el desinterés que Madara le proporcionó cuando le manifestó todo lo que él pensaba, pero quería asegurarse del todo. 

Obito dio unos pasos.

— ¿Qué es esa promesa que hicieron entre ellos?

— ¿Lo quieres saber de verdad?— Habló. Ante tal respuesta, el de ojos verdes alzó una ceja sin comprender— No podrás hacer nada de todas maneras...Puede que hasta sea peor. 

— Tú dímelo, maldita sea. Se trata de mi hermana, Madara me importa una mierda. 

En un suspiro el otro hombre posó sus ojos en ciertos artilugios que tenía, con una severidad digna de su clan. 

— Hace tiempo tenía un clon de Zetsu en mi Kamui, y ahí Madara lo torturaba para que nos diera información— Explicó. Movió su cuello—. Un día, cómo no, con nosotros también se le fue la lengua. 

Única esperanza | Segunda temporada de Mundo Deseado |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora