Epílogo.

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«Pase lo que pase, tú y yo...Es una promesa».


— ¡Buenos días!

Con una enorme sonrisa en mi rostro me agaché, con el ya tan habitual ramo de flores en mi mano. 

— Te he traído tus favoritas, como siempre...— Susurré con ternura— Se marchitan rápido, pero vengo a cambiarlas todos los días. 

Con congoja en cada poro de mi piel, suspiré. Observé de forma nostálgica la lápida que se hallaba frente a mis ojos. 

En ella, estaba escrito el nombre de mi mejor amiga. 

— Han pasado varios años ya, ¿Sabes...? Todavía parece que en cuanto me levante, estés en el cuarto próximo esperándome con esa mirada de pocos amigos. 

Reí con dulzura. Y tristeza. 

Aunque pasaran los días, meses, o años...Siempre me dolería. 

— Ha pasado mucho desde que os fuisteis, tú y Madara— Tragué en seco. Coloqué bien las flores, cogiendo aire—. Obviamente, acabó la guerra. Y por suerte...Las naciones acataron tu último pedido. 

Me senté mejor; Iba a tener la charla matutina que mantenía con ella cada día. 

Como tal y antes de comenzar, me masajeé mi cabello corto. 

— Empecemos con que Akatsuki se disolvió, cada uno se fue por su cuenta...Es largo de explicar— Bufé, mirando al cielo—. Sólo sé dónde están algunos, los únicos que tengo ni idea...Son Sasori y Deidara. 

Ellos se marcharon no mucho después de tu partida. La batalla terminó, todos estuvimos conmocionados por...Vosotros dos, y básicamente, dejaron de prestar atención al resto.

La alianza simplemente al finalizar, se dieron la mano por el apoyo y se marcharon a sus respectivas aldeas.  

Pero Sasori y Deidara...

Respiré hondo. 

Creo que les dolió demasiado lo que te pasó, y no he vuelto a saber nada más de tu querido pelirrojo. Estaba aturdido por verte morir y se fue sin decirle nada a nadie. 

Sólo sé por gente que lo ve que está vagando y yendo a ciertos lugares, pero nada de qué preocuparse. Al menos eso creo ya que no he recibido ninguna mala noticia de él.

— ¡Ah, sí!— Exclamé, acordándome— Nagato y Konan ahora lideran oficialmente Amegakure, ¿Bonito, eh?— Sonreí— Han trabajado mucho por ello, Jiraiya a veces va a visitarlos. 

Me moví un poco. Cerré los ojos y necesité sentir toda la brisa que chocaba ligeramente contra mí. 

Siempre tenía una vaga sensación cuando venía aquí. Como si ella me estuviera escuchando estuviera donde estuviera.

Única esperanza | Segunda temporada de Mundo Deseado |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora