52. En polvo.

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...


— ¿Estás seguro de que estás bien?

— Que te digo que sí.

— Puedes decirme que sí sólo para que me calle— Expresó la azabache. Abrazando a su zorro que, gracias a Deidara, se le fue devuelto, miró al pelirrojo—. No seas cabezota y dímelo.

— La única que está siendo cabezota aquí eres tú...— Musitó. Él puso su mirada en ella, serio.

Alice frunció el ceño.

— Es porque te quejas de mí pero haces lo mismo que yo.

— ¿Pues por qué no me dices cómo estás tú?— Preguntó.

— ¿Yo?—  Ironizó— ¿Me ves mal?

— Físicamente no— Dijo. Se cruzó de brazos y acercó su rostro al de la ojiverde, provocando que ella enseriase la mirada—. Pero te conozco lo suficiente como para saber que guardas algo en tu interior, y se supone que no tenemos secretos entre nosotros.

Mientras tanto, Deidara y Maica se mantenían al filo de su pájaro de arcilla. Atrás, mirando aislados a esos dos discutiendo.

Ambos, a la vez, suspiraron.

— Estos dos...— Se quejó el rubio.

— Déjales, es una pelea de pareja— Susurró la de lava.

— Pues no vuelvas a hacerlo, no quiero que te pase nada— Escucharon hablar a la de la katana, distante.

— Yo tampoco quiero que te pase nada, por eso seguiré haciendo lo que crea conveniente— Respondió el de la arena.

Tanto el pelirrojo como la azabache, se miraron mutuamente en desafío.

De nuevo, Mai y Dei-chan bufaron de cansancio al verlos.

— ¡Si os besáis acabáis antes!— Gritó la risueña.

— Sería más ameno para todos— Cruzándose de brazos, el de ojos azules le dio la razón a la mujer.

— Hoy dormiré en otro lado— La de hielo gruñó, mirando hacia el paisaje en si. Sasori alzó el mentón

— Sabes que vamos a acabar durmiendo juntos, como siempre.

Hubo un silencio extraño y expectante, hasta que se confirmó lo que temían.


—...Ya.

Ante la sinceridad poco agradecida de su mejor amiga, la de cabello corto estalló en risas.

— Me pregunto cómo serían estos dos si realmente salieran juntos— Rumió Deidara.

— Bueno, técnicamente tienen esa clase de relación— Misaki, acercándose al efímero para hablar sin que los otros escuchasen, asintió para ella misma—. Ya sabes...En realidad son más profundos. Si lo piensas bien, lo único que no hacen a diferencia de las parejas es tener sexo.

El de las lenguas se chocó sus puños, como si hubiera encontrado la revelación.

— ¡Es verdad!

La salmón corrió hacia ellos, contenta.

— ¡Oye, cuidado con mi creación!— Se quejó el otro.

Sin embargo, ella lo ignoró y abrazó al marionetista y a la helada por los hombros. Poniéndose en medio de los dos, rió.

— Decidme...¿Cuándo vais a follar?

Única esperanza | Segunda temporada de Mundo Deseado |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora