Pov Alice
Salí de la ducha con algo de cansancio por la falta de sueño de anoche, secándome el cabello con la toalla. Bostecé y en cuanto salí del baño, ahí me encontré a Maica.
Suspicaz, le lancé la toalla a la cara.
— Eres una acosadora.
Ella se tiró a la cama, riendo como una foca. Se quitó la toalla y la dejó a un lado, levantándose.
— Que sepas que tienes unos labios muy suaves— Dijo en una sonrisa. Rodé los ojos, y la ignoré—. Casi hasta me da envidia que Madara te los pueda dar tan seguidos...
— No creas que tan seguidos, es difícil que nos veamos.
— ¡Es verdad, que está matando a todos las plantas que ve!— Exclamó, recordando el plan que le expliqué.
— Así es...— Suspiré. Me puse la ropa y por consiguiente, me hice la tradicional trenza de siempre— Así que hace tiempo que no lo veo.
Mi amiga se me quedó mirando con algo de tristeza, mas no dijo gran cosa ya que sabía que, probablemente, no tenía ganas de hablar.
Aunque sí que tenía ganas de verle.
— Oye...— Me habló, con una mueca. La observé en silencio, a la espera de que hablase; Su expresión era de miedo puro— Ayer no hiciste nada después del beso...
A medida que me ponía la capa de la organización le alcé una ceja, con indiferencia.
— ¿Y qué quieres que haga?
— No sé...Pensaba que iba a morir después de eso— Admitió—. Pero no has hecho nada...Lo que me pone más nerviosa. ¿Estás esperando a algo?
— ¿Debería...?— Murmuré.
Mai tragó en seco, mirando hacia la puerta; Sabía que estaba demasiado tranquila, y que algo haría tarde o temprano.
Salí por la puerta delante de ella, escuchando sus pasos por detrás. Dejándola abierta, la esperé en el pasillo con los brazos cruzados.
Cuando ella estuvo frente a mí y me sonrió, pegó un pequeño grito al notar que alguien la había bloqueado por detrás para que no se pudiera mover.
— ¡Lo sabía!— Exclamó, lloriqueando— ¡Sabía que me la ibas a guardar! ¡Piedad, por favor! ¡Piedad!— Se giró, mirando a la persona que la estaba agarrando— ¡Deidara, eres un traidor!
— Tú tienes tu compinche y yo tengo el mío...— Comenté con cinismo.
— Lo siento, Misaki...— Se burló el rubio, sin dejar que se moviera— Ya sabes nuestro trato.
— ¡Nooooo! ¿Qué me harás?—Decía desesperada.
— Te daré algo que será más dulce que mis labios— Dije, agarrando un pequeño pastel que me había traído Tomoe, justamente, ahora mismo—. Di " aah".
Pero antes de que se pudiera resistir o dijera algo más, le estampé todo el dulce en el rostro. Sonreí un poco al ver su cara llena de caramelo, y su bufido indignado.
Se lamió la mejilla, con los mofletes hinchados.
— Pues tú sabes mejor.
— Eso ha sonado peor de lo que me imaginaba...— Afirmó el de las explosiones, soltando al fin a la salmón. Posteriormente, me ojeó con orgullo— Ya está hecho, Shiro.
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Única esperanza | Segunda temporada de Mundo Deseado |
Hayran KurguCuando las promesas y la esperanza que tienen es lo único que albergan, todo se entremezcla y se derrumba. Segunda temporada de Mundo Deseado.